domingo, 17 de abril de 2011

La dolorosa alegría del mes de abril



Dos hechos, en apariencia distintos y lejanos, marcaron el curso de estos últimos días: el enjuiciamiento y prisión perpetua a Luis Abelardo Patti y la decisión del gobierno de ocupar el lugar que le corresponde al Estado de acuerdo a las acciones de la Anses en las empresas. Sin embargo, ambos acontecimientos reconocen en la voluntad política, el origen de sus acciones. No suceden porque sí, no están en “la naturaleza de las cosas”. ¿O acaso Patti no fue reciclado por esta misma democracia? Suceden porque hay un proceso político, institucional y social abierto en la Argentina, que arranca con Néstor Kirchner en el 2003 y continúa vigente con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Un proceso que libera los cursos de la acción política y profundiza la democracia. La matriz es la recuperación de la política, sin dudas. Los pueblos pueden resistir y sacrificarse indefinidamente en busca de un mejor destino, pero si esa lucha no fructifica en la instalación de un gobierno que recupere el Estado como motor de cambio, como reparador social y como factor de universalización de derechos, poco o nada se podría avanzar en términos históricos. En este mes de abril serán muchos, muchísimos, los que sentirán en la piel y en el alma lo que sintió y expresó Juana Muñiz Barreto, la hija del diputado peronista, Diego Muñiz Barreto, secuestrado, torturado y asesinado por las tropas de Patti. Dijo Juana, en declaraciones radiales, a pocos minutos de la sentencia al asesino de su padre: “Siento una dolorosa alegría y que ahora sí voy a poder ejercer en plenitud mi rol de madre. Soy de las que sentí a edad temprana cierta bronca con mi viejo porque me había quedado huérfana de él, justamente de él que era el mejor padre del mundo para mí, pero con el tiempo y buscando justicia, supe que no era yo sola la que sufría, que había otros hijos, otros familiares, que mi padre fue una víctima más en el genocidio”. ¿No es esta una declaración de amor y humanidad desde el centro del dolor? ¿No es esta una forma de contar la historia más reciente de los hombres y mujeres de nuestro pueblo? Una dolorosa alegría nos envolverá, como a Juana, en este mes de abril porque se dictarán las sentencias de muchos de los juicios por crímenes de lesa humanidad que se llevan adelante en distintos tribunales del país. La Masacre de Margarita Belén tendrá su fallo en los próximos días en Resistencia, allí donde se erigió lo que Mario Bosch, abogado querellante, denominó la maqueta sufriente del genocidio argentino. Para palpar con la yema de los dedos la trascendencia de estos juicios a los genocidas, hay que observar atentamente lo que ocurre en Uruguay y en Brasil. El espinazo del diablo de las dictaduras en el continente, Plan Cóndor mediante, sigue latente en aquellas orillas. No porque haya fuerzas armadas dispuestas a volver sobre experiencias violentas, necesariamente. Sino porque el mal aliento de la muerte dictatorial sigue cayendo y condicionando a muchos sectores de la sociedad y en particular, a muchos de los que ejercen activamente el arte de la política. Incluidos, antiguos y probados dirigentes populares de esos países hermanos. Ese espinazo del horror está felizmente roto en la Argentina. Por eso somos un ejemplo en el mundo. Por las luchas de las Madres, las Abuelas y los Hijos, particularmente. Si la prisión a Patti fue el fruto victorioso de la justicia, es porque antes se les dio identidad a los desaparecidos. Sabemos como se llaman. Los conocimos. Los amamos. Los extrañamos. Los buscamos. Es la lucha por la identidad recuperada, la que triunfa cada vez que un tribunal falla como ahora. Pero a la que hay que seguir recuperando en plenitud, es a la política, esa ilustre y honorable desaparecida desde la dictadura hasta no hace muchos años atrás. El paso dado por el gobierno recuperando los lugares que le corresponde ocupar en las empresas con acciones de Anses, resultado del ahorro de los trabajadores, es un gran avance en esa dirección. El Estado ocupa lo que le pertenece al pueblo y lo que tutela en su nombre y representación genuina. No es una medida económica financiera más. Es una medida profundamente política y nos animaríamos a decir, esencialmente cultural. Este Estado no sienta a sus funcionarios en los directorios de las compañías para calentar sillones en nombre de una gobernabilidad siempre funcional a los intereses de los poderosos. Hace valer los derechos sociales y económicos de la sociedad. Ni más ni menos. Es una manera de garantizar la autonomía de la política. Y es a la vez, una interpretación de la realidad en sus tres dimensiones: ancho, largo y profundo y ya que estamos, le agregamos otras dimensiones tan valiosas como el tiempo y la memoria colectiva. No entender esta cuestión, tan elemental como estratégica, supone cometer los desvaríos iluministas que en su momento hicieron que se apele a la desesperación antes que al uso inteligente de la política, como reclamó, brillantemente, Rodolfo Walsh. Por esa causa, muchos de los que fueron vanguardia por “izquierda”, hoy fungen de retaguardia por “derecha”. Vaya con el extravío. Andan a los codazos entre ellos mismos porque viven a oscuras y en medio de un laberinto del que no podrán salir ni por arriba, como aconsejaba Marechal. Siguen mirando la realidad en forma plana, no tridimensional. Construyen su agenda política con las tapas de los diarios y las editoriales políticas de Clarín, La Nación y sus repetidoras. Como si aún creyeran que el mundo es plano. Hasta Cristóbal Colón se reiría de ellos, mientras les muestra como gira un huevo sobre la mesa. El poder corporativo que los instrumenta, no tiene estas fallas. Tiene otras, muy distintas. Sabe que perdió el control remoto de la política en manos de un gobierno democrático y que no tiene “tropa” ni cuadros lúcidos y seductores para recuperarlo. Por eso le duele mucho más que la prisión perpetua a los genocidas, la “intromisión” del Estado en los asuntos del “mercado”. Pero ya es tarde para lágrimas.


Miradas al Sur, domingo 17 de abril de 2011

2 comentarios:

Ester Lina dijo...

Te invito a leer el Página de hoy, que vincula a este policía condenado a personajes de mi ciudad: San Nicolás.
Un abrazo.
Excelente tus escritos!!!

Ester Lina dijo...

me olvidé decirte que me refiero a la nota de Verbitsky, llamada "del dicho al hecho"