Como se podrá leer y ampliar en las noticias del día, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró ayer personalmente el primer ciclo lectivo de la flamante Universidad Nacional de Avellaneda y a distancia, el ciclo correspondiente a la Universidad “Arturo Jauretche” de Florencio Varela, más un nuevo edificio de una escuela de Berazategui, más viviendas construidas por las cooperativas del Programa “Argentina Trabaja” que coordina la ministra Alicia Kirchner y mantuvo, además, un fluido dialogo con alumnos, docentes, intendentes y ministros, sobre diversas cuestiones sociales, ambientales y educativas. Ocurrió aquí, en la Argentina. Todo al mismo tiempo. Se crean nuevas Universidades en el territorio donde habita el pueblo, se amplía la matricula estudiantil, se estimulan las carreras que demanda el crecimiento económico del país. Esta es la realidad concreta. Que cada uno haga lo que quiera con ella. Pero lo que no podrá hacer es negarla. Cuando asumió Kirchner en el 2003 existían 36 Universidades en estado de permanente caos. El 26 de marzo de ese año los rectores encabezaron una protesta nacional advirtiendo que el recorte presupuestario dispuesto por el entonces presidente provisional Eduardo Duhalde, llevaba a la desaparición de la educación superior. No sólo que no se cerraron, sino que se abrieron 9 Universidades más desde que asumió Kirchner. Son verdaderas fábricas de sueños. Dice el maestro Paulo Freire en “Pedagogía de la esperanza”: “El discurso crítico sobre el mundo es una forma de rehacerlo…la educación debe perfilar las conjeturas, los diseños, las anticipaciones del mundo nuevo…el sueño es también un motor de la historia. No hay cambio sin sueño, como no hay sueño sin esperanza”. De estas cosas estamos hablando cuando hablamos de la inauguración de una escuela, de una Universidad nacional, pública y gratuita. La Presidenta nos convocó a hacer memoria para saber de dónde venimos. Adherimos y decimos: *En 1945 la matricula universitaria llegaba a los 47.400 alumnos. *En 1949 el peronismo estableció la Universidad pública y gratuita. *En 1955, cuando derrocaron a Perón, la matricula ya ascendía a 136.362 alumnos. Esto significa que la redistribución del ingreso es y debe ser compatible con la redistribución del conocimiento, de la cultura, de la educación en todos sus niveles. De esto hablamos en la Argentina de hoy. Por eso se escuchan consignas de cambio en actos como el de Avellaneda, ayer. Por eso la alegría de los pibes. Y por eso las convicciones de una Presidenta que al decir las cosas que dice y de la forma como las dice, parece una más entre los argentinos y argentinas que la acompañan.
El Argentino, jueves 31 de marzo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario