“Esto no pasaba en tiempos de la dictadura”, era la frase recurrente de cuanto fascista andaba suelto. Veamos el trasfondo que escondía cada una de las palabras de esta triste expresión: “Esto…” es el nombre que le dan despectivamente al ciudadano en democracia; a los hombres y mujeres del pueblo, participando, luchando, cantando, acertando o errando; pero, en libertad. “No pasaba” era el circulo de fuego y muerte que impuso la dictadura. No pasaba, no pasa, ni sobrevivirá el que se resista al terrorismo de Estado. “En tiempos de la dictadura” era la remembranza de una época donde se imponía aquello de que “el silencio es salud”, se desaparecía gente por pensar distinto y se escribía y se decía lo que permitían los dictadores, exclusivamente. Hoy pido la palabra y la tengo fácilmente. Porque estamos en democracia y en el momento de mayor libertad desde que la recuperamos. Cada diario dice lo que quiere de la Presidenta para abajo. Cada insulto que duele al sentimiento popular es transmitido en cadena monopólica sin que nadie se lo impida. Y está bien. Pero si no hay más querellas ni injurias para el periodismo, por decisión presidencial, tampoco habrá más penas ni olvidos, por mandato popular. Pido la palabra para citar el libro “Decíamos ayer”, de Blaustein y Zubieta. Editorial de Clarín del 24 de abril de 1978, en pleno genocidio: “Una vez más es necesario salir a la palestra para defender en la Argentina la libertad de prensa. Ello parece contradictorio con la situación que en la realidad se vive. Los órganos periodísticos se manejan con prudencia. El gobierno no ejerce presiones indebidas…La prensa escrita se alinea sin dificultades en el rumbo general del proceso…” Así cualquiera, Clarín. Cómplices de la dictadura, prepotentes en democracia, autoritarios con los trabajadores. Pido la palabra. Sentimos vergüenza por los opositores que se alinearon rápidamente con sus patrones mediáticos. Ni siquiera se tomaron la molestia de hablar con los trabajadores, de criticarlos de frente si este era el caso por la metodología que emplearon, de conocer la historia del conflicto. Los condenaron sumariamente y de paso, citaron a la ministra Nilda Garré. Qué vergüenza. ¿No son acaso representantes del pueblo? ¿O se asumen definitivamente como representantes de los poderosos? Ahí llegó el Presidente Hugo Chávez, también bastardeado por los grandes medios en su país y en el nuestro. Prenda usted un canal de televisión en Caracas. Hay 111 en total. 61 son privadas. 13 son públicas. 37 comunitarias. ¡Las cosas que dicen de Chávez! Pero la libertad de expresión, allá como acá, están garantizadas. Por eso, pido la palabra.
El Argentino, martes 29 de marzo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario