Cuando el pintor mendocino Norberto Filippo le regaló a la Presidenta, allá en la Fiesta de la Vendimia, ese hermoso cuadro retratando como nadie lo había hecho antes, la mirada profunda de Néstor Kirchner y enseñó que la pintura fue realizada con una técnica especial, mezcla de óleo y de malbec, supimos que él había vuelto en vino, como se debe volver en tiempos de cosecha.
Como vuelven sólo los grandes hombres, los poetas y los cantores, los militantes populares.
En el malbec, volvía el hombre y en el sagrado óleo de Samuel, el eterno líder de este pueblo.
Pero la vuelta no hubiese estado completa sino lo hubiéramos visto, de cuerpo entero, caminando con los pibes de La Cámpora y con los murgueros festejando la recuperación del carnaval, en San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo…
La alegría es así, nos junta siempre, nos resucita, nos dignifica, nos vuelve a todos más buenos e inocentes.
Desde el escenario las Murgas traían a Cristina, la Presidenta, en sus coplas carnavaleras, le agradecían haberle arrebatado las mordazas de la dictadura, a un carnaval que les pertenece por derecho propio y la proclamaban Reina de los Carnavales y volvían a agradecer una y otra vez.
Es así este pueblo.
Agradecido con los que lo defienden.
Memorioso e implacable con los que lo ofenden.
Cuando una Murga porteña subió a cantar una canción para Néstor, un sentimiento colectivo nos hermanó a todos los que allí estábamos.
Sur, paredón y después…
Si algunos derramamos una lágrima y le culpamos a la espuma tirada a granel por chicos y por grandes, es porque pensamos:
Sólo un gran dolor como el que sufrimos en su partida, podía parir esta alegría colectiva.
Con estos sentimientos se hace la historia grande de un país. No hay vuelta que darle, es así nomás.
En la mañana de ayer, en el Día Internacional de la Mujer, las Madres de la Plaza, con Hebe al frente como siempre, le regalaron a Cristina otra pintura gigante, no sólo por sus dimensiones, sino porque está Evita y está Cristina, juntas en el tiempo, saludando desde el balcón de la historia en la Casa Rosada.
“El amor y la pasión nos llevarán al triunfo” rubrica al pié la imagen.
¿Vieron que todo se junta en algún momento de esta historia?
Hay que estar atentos con los días que vendrán porque serán mejores cada vez más.
Mientras haya un pueblo festejando y vivando a su compañera Presidenta, como lo hizo ayer y en estos cuatro días locos que volvimos a vivir, un pueblo que tiene a tanto piberío acariciando el cielo mientras saltan con sus banderas al viento, Jauretche desde alguna estrella sabrá que se aprendió, cantando, esa lección inmortal:“Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
El Argentino, miércoles 9 de marzo de 2011
Como vuelven sólo los grandes hombres, los poetas y los cantores, los militantes populares.
En el malbec, volvía el hombre y en el sagrado óleo de Samuel, el eterno líder de este pueblo.
Pero la vuelta no hubiese estado completa sino lo hubiéramos visto, de cuerpo entero, caminando con los pibes de La Cámpora y con los murgueros festejando la recuperación del carnaval, en San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo…
La alegría es así, nos junta siempre, nos resucita, nos dignifica, nos vuelve a todos más buenos e inocentes.
Desde el escenario las Murgas traían a Cristina, la Presidenta, en sus coplas carnavaleras, le agradecían haberle arrebatado las mordazas de la dictadura, a un carnaval que les pertenece por derecho propio y la proclamaban Reina de los Carnavales y volvían a agradecer una y otra vez.
Es así este pueblo.
Agradecido con los que lo defienden.
Memorioso e implacable con los que lo ofenden.
Cuando una Murga porteña subió a cantar una canción para Néstor, un sentimiento colectivo nos hermanó a todos los que allí estábamos.
Sur, paredón y después…
Si algunos derramamos una lágrima y le culpamos a la espuma tirada a granel por chicos y por grandes, es porque pensamos:
Sólo un gran dolor como el que sufrimos en su partida, podía parir esta alegría colectiva.
Con estos sentimientos se hace la historia grande de un país. No hay vuelta que darle, es así nomás.
En la mañana de ayer, en el Día Internacional de la Mujer, las Madres de la Plaza, con Hebe al frente como siempre, le regalaron a Cristina otra pintura gigante, no sólo por sus dimensiones, sino porque está Evita y está Cristina, juntas en el tiempo, saludando desde el balcón de la historia en la Casa Rosada.
“El amor y la pasión nos llevarán al triunfo” rubrica al pié la imagen.
¿Vieron que todo se junta en algún momento de esta historia?
Hay que estar atentos con los días que vendrán porque serán mejores cada vez más.
Mientras haya un pueblo festejando y vivando a su compañera Presidenta, como lo hizo ayer y en estos cuatro días locos que volvimos a vivir, un pueblo que tiene a tanto piberío acariciando el cielo mientras saltan con sus banderas al viento, Jauretche desde alguna estrella sabrá que se aprendió, cantando, esa lección inmortal:“Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
El Argentino, miércoles 9 de marzo de 2011
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