jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Chau 2009...y gracias por todo!

Se mezclan las emociones en estas últimas horas del año y el alma es un revoltijo a flor de piel.
Está claro que nos aprestamos a recibir el Bicentenario demostrando que, en un mundo que sigue siendo un torbellino enloquecido, la Argentina avanza a paso firme hacia el destino solidario que soñaron nuestros próceres.
Está claro a esta altura del campeonato, que Cristina Fernández de Kirchner es un hueso duro de roer por los enemigos del pueblo, o si resulta más amable, por los adversarios de la oposición.
Está claro también que el 2009 fue el año en que se descorrió el telón de la historia argentina, que ya no hay enmascarados eficientes en escena, que todos saben quién es quién en esta trama que nos involucra.
Ya Clarín y sus repetidoras radiales y televisivas, fueron bajados del pedestal intocable de “dueños de la verdad”.
Y a ese lugar no vuelven más. Nunca más.
Los argentinos tenemos una nueva herramienta para saber la verdad: la ley de medios de comunicación de la democracia. Y el sólo saberlo, ayuda a emprender el camino que promete el porvenir.
Los próximos doscientos años juzgarán por nosotros, los contemporáneos de esta encrucijada histórica, si lo hicimos bien, o si al final de cuentas, no supimos defender y profundizar el rumbo de los vientos que nacen de nuestra propia voluntad y no de circunstancias ajenas o extrañas. No defraudemos la historia.
El adversario lo es en tanto opera, no contra el gobierno sino, contra este modelo de país en curso. No importa tanto si se dice de centro, de derecha o de la progresía. El objetivo del talado que hagan, apuntará a obtener el mismo afán depredador.
Claro, la que manda es la derecha en ese campo de acción. Y en eso no hay que confundirse.
Una derecha minoritaria pero poderosa que se aprovecha de una grieta que es histórica en nuestra sociedad, entre los sectores que en cualquier circunstancia se nutren y van nutriendo al mismo tiempo el proyecto nacional, popular y transformador y aquellos que siempre están propensos a ponerse en la vereda de enfrente.
En esa grieta hay partes duras, encallecidas de odio y resentimientos tan antiguos como la historia patria. Y hay otras partes más blandas a la que caben, a veces, las mentiras de los monopolios mediáticos y sus referentes políticos.
El debate del Bicentenario que augura la Presidenta debiera servir para hablar de estas cosas con todos. Hacerlo como dios manda, es decir, en democracia.
No hay batalla del pueblo que se gane con la lógica del odio. Nunca nos pareceremos a los que asaltaron la inocencia colectiva armados de egoísmos y resentimientos.
Aunque cueste y siga costando, hay que empuñar el amor y la solidaridad, la ternura y las convicciones, trabajando por la unidad de los que siempre pierden cuando gana la versión fanatizada de las minorías del poder.
En el brindis de esta noche, habrá que hacer un repaso de todas y cada una de las transformaciones producidas en estos seis años de gobierno. Pero haciendo hincapié en las realizaciones de los dos años del gobierno de Cristina.
¿Y porqué? Porque fueron los años en que el proyecto de país con desarrollo y con inclusión social, se puso a prueba.
Y optó por profundizarse, antes que resignarse.
Este tramo de la historia puso las cosas en justo lugar.
Como dice Kirchner, hay victorias y derrotas todo el tiempo en la lucha política.
Pero de las únicas que no se vuelven, son de las derrotas de la voluntad. Todo lo demás, es pura circunstancia.
El proyecto gobernante culmina el año demostrando a los profetas del odio apocalíptico, que con coraje, con convicciones, con eficiencia en la gestión y con voluntad política, este pueblo que somos, marcha hacia su felicidad y la grandeza de la Nación.
Vale la pena estar vivos y despiertos para decir a los cuatro vientos, cuando el reloj marque que ya son las doce de la noche,
¡Chau 2009, gracias por todo lo que aprendimos y crecimos con vos y…Feliz Año Nuevo!


Jorge Giles. El Argentino. 31.12.09

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