miércoles, 16 de diciembre de 2009

LA PATRIA ESTÁ ADELANTE

Cada vez que los opositores de paladar negro, esos que usan chaleco y alpargatas de carpincho "for export", los urbanos llenos de hectáreas y vacíos de utopías, los que añoran el primer centenario de una patria para pocos y miseria para muchos, las platinadas damas de beneficencia que nostalgian sus noches compartidas en un casino de oficiales, cada vez, decíamos, que les asalten las ganas de empuñar sus viejos revanchismos de clase, injuriando a Cristina y su gobierno, deberían recordar las palabras de Hugo Moyano en el monumental acto de Velez Sarfield, ayer, en la celebración del Día del Trabajador Camionero.

No cuando él avisa a tiempo que a un gobierno peronista, nacional y popular, nadie lo corre con la parada, porque el gobierno es el pueblo en su conjunto.

Ni cuando brama que este gobierno somos todos.

Deberían recordar, para aprender qué cosa es la solidaridad y qué es vivir en comunidad, al dirigente obrero que pasó revista a todos los sanatorios de su gremio, todas las clínicas, todos los paradores, todos los hoteles y centros turísticos para la gran familia de los camioneros, el que defendió el concepto constructivo del sindicato y su obra social. ¿Saben por qué? Por que en esas obras y en ese lenguaje, está el espíritu de un tiempo que fue y será.

El tiempo de los trabajadores, el de un pueblo, el de la parte más vital de una sociedad, es decir, el movimiento obrero.

No habló desde el resentimiento.

Moyano era una fiesta por que ese estadio lo era más que nunca. Con sus banderas al viento. Con sus canciones. Con sus consignas.

Y cuando ese gigante está de pie y marchando, como lo hizo ayer, difícilmente lo puedan convencer de lo contrario.

Los crujidos y las interferencias vienen desde el lado opuesto. Del lado de los que no podrían pararse frente a una multitud y expresar algo más bello que el silencio. De los que nos dejaron el país colmado de llagas.

¿Qué dirían a cambio de un listado semejante al que brindó Moyano y la Presidenta?

¿Se animarían a decir que cuando fueron gobierno despedazaron al Estado, liquidando de un solo tajo al país industrial que asomaba entonces?

¿Se animarían a confesar que en complicidad con el país del "no te metas" desaparecieron a una generación y con ella el sueño colectivo de hacer una patria para todos?

Decía Lenin que la desesperación es propia de las clases que perecen.

De las clases que hacen con su egoísmo un relato universal, en el vano intento de querernos convencer que el mundo es ancho y ajeno y que pobres hubo siempre.

A ellos se suman los aventureros todo terreno. Los que quedaron sin alma en la derrota y empiezan a transitar por sus viejos fracasos como si fueran reflejos falsificados de su propio espejismo.

No hay que olvidarse nunca de estos días. La historia es implacable con los mortales cuando nos parecemos a nuestro propio tiempo. Nos cuenta las costillas. Nos mira al trasluz. Nos pregunta ¿qué hiciste vos en estas horas para cuidar de todos y profundizar el rumbo?

Quizás por eso los pueblos no se desesperan, cuando cumplen su destino de grandeza.

Parece un siglo pero fue hace apenas 6 años cuando volvió la política a desandar la violencia de las minorías para convertirse en un patrimonio cultural de las mayorías, entrando al hogar de los humildes como Pancho por su casa.

Habrá que cuidar las fronteras de nuestra economía para esquivar cualquier ataque depredador que venga de afuera o de adentro. El Fondo del Bicentenario sirve para eso. Y habrá que cuidar todas las conquistas para no volver atrás. Nunca más.

Es tanta la mediocridad y el resentimiento de la derecha que hay que evitar el contagio.

Mariano Moreno espera que esta vez no fallemos en el intento de hacernos libres de veras.

La patria está adelante. Hacia ella vamos siempre.

Con ella, todo. Sin ella, nada.

Al fin y al cabo, es este amor irrenunciable el que se acerca sonriendo a sus primeros 200 años de vida.

Jorge Giles. 16.12.09
http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=69890

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