Llegamos.
Hoy es Nochebuena y mañana Navidad.
Llegamos con la sidra y el pan dulce de los pueblos. Con la mesa tendida. Con la memoria intacta.
Haciendo la ve de la vida, de la victoria, de volver a ser felices.
No importa de donde somos. Esta noche somos Nosotros.
Los de abajo. Los de al lado. Los de a pie. Los que no se rinden nunca.
Los que echaron a Posse por fascista.
Esta noche es de aquellos que lo dan todo sin pedir nada a cambio.
Esos son los humildes. Los agradecidos. Los que cantan siempre. Los que tienen fe.
Los que inventaron la esperanza el día que cayó la noche sobre sus espaldas.
Cuando fusilaron, torturaron, desaparecieron, persiguieron.
Cuando traicionaron el voto popular.
Llegamos a la Navidad y en las casas del pueblo hay alegría.
Los comentarios irán y vendrán de puerta en puerta.
Que la Asignación Universal por Hijo, que el Plan Trabajar, que las cooperativas, que el crédito a la pequeña empresa, que la garantía estatal de una jubilación digna, que la ley de Medios de la democracia, que el Mercosur, que la Unasur, que la Reforma política, que las vacaciones que vienen, que la educación, que el fútbol para todos, que el aguinaldo a tiempo, que el mayor plan de obras públicas de la historia, con los trabajadores, los empresarios, los artistas, los pensadores, con nuestros viejos, con nuestros pibes…
Y sin embargo, la crispación de los dueños del odio sigue y sigue zumbándonos los oídos.
No acertaron ni una en sus pronósticos desalentadores, pero siguen diciendo que “todo está mal”.
Y el mensaje taladra nuestras cabezas, despiertos o dormidos.
No te dejan dormir en paz. No te dejan vivir tranquilo. No te permiten sonreír. No te dejan amar. Ni soñar. Ni creer. Ni esperar. Ni luchar. Ni cantar.
No les bastó con robarnos el país que supimos ser.
Ahora pretenden robarnos la alegría.
Pero esta noche, no. Esta noche es nuestra. Más que nunca.
La Nochebuena de los pueblos no se rinde ni se negocia.
Lo saben los más pobres.
Los presos de la dictadura lo saben más que nadie.
Que el Clarín, La Nación y sus repetidoras sigan dando pena con sus egoísmos.
Con sus fauces babosas de rabia y odio apropiador.
Que se queden con la marca de la desesperanza. Se lo merecen.
Que registren la triste sombra en que convirtieron a todos y a cada uno de sus editores, sus plumas reales, sus conductores, sus periodistas, sus movileros.
Dan vergüenza ajena.
La Presidenta de la Nación invitó ayer, desde La Matanza, a que el pueblo se adueñe de sus derechos, que los defienda con uñas y dientes, en la convicción que defendiendo lo conquistado, habrá la fuerza necesaria para seguir profundizando el rumbo.
Como dice Néstor Kirchner, “esto recién empieza, que nadie se confunda”.
Ayer Cristina finalizó diciendo “Junto a ustedes y por ustedes vamos a seguir trabajando en este, nuestro país, para volver a ser lo que alguna vez fuimos, hace mucho tiempo cuando yo nací, allá por los años 50, una gran Nación y un pueblo feliz”.
Y entonces, nos ponemos de pie, levantamos nuestras copas a distancia y recordamos el último Mensaje navideño que nos legara Eva Perón, el 24 de Diciembre de 1951:
“Yo se que dentro de muchos años, cuando en esta misma Nochebuena los argentinos se dejen acariciar por el recuerdo y retornen sobre sus alas al pasado, llegarán a estos años de nuestra vida y dirán melancólicamente: Entonces éramos más felices.
Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan.
Que sean todos para uno y uno para todos.
Que no exista ningún otro privilegio más que el de los niños.
Que nadie se sienta más de lo que es, ni menos de lo que puede ser.
Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran.
Que cada día los hombres sean menos pobres.
Que todos seamos artífices del destino común.
Mi brindis es para mi Pueblo, para todos ustedes; y no puedo expresarlo de otra manera que deseándoles sencillamente que sean muy felices, cada vez más felices.”
En eso andamos, Eva del pueblo, Evita.
Jorge Giles. 24.12.09
http://www.elargentino.com/nota-71156-Que-nadie-nos-robe-la-Nochebuena.html
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