domingo, 25 de octubre de 2009

Panorama político - La construcción democrática de una nueva trama social

La construcción de la nueva Ley de Servicios de Comunicación audiovisual es un modelo para armar en el campo político y social.
El pleno del Teatro Argentino de La Plata, el pasado 21 de octubre, fue una clara muestra que se puede. Y se debe.
Allí, compartiendo el encuentro con la Presidenta de la Nación, estaban las expresiones representativas más profundas del frente nacional y popular que hay que reconstruir en esta etapa. No estaban como espectadores pasivos, sino como hacedores activos de la principal Ley de la democracia. La que posibilitará recuperar todas las voces del pueblo.
Para gobernar el país en el marco impuesto por los poderes monopólicos del sistema imperante desde hace décadas, alcanza con un partido de gobierno.
Pero para transformar la realidad, basados en la defensa irrestricta de los intereses populares, enfrentando a los intereses más concentrados e injustos y redistribuyendo en consecuencia la riqueza, es imprescindible la construcción democrática de un amplio frente social, con una diversidad de organizaciones libres del pueblo y sectores políticos partidarios, que sean la vanguardia y la retaguardia del proceso en marcha.
En la experiencia acumulada con la elaboración de la ley hay una pista para seguir, un espejo, un camino que demuestra que es necesaria y posible la unidad de un amplio abanico de fuerzas capaces de acompañar con decisión y sin dobleces las medidas transformadoras del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Desde esta base social unificada se podrá abordar, seguramente con más facilidad, el tejido de consensos en el Parlamento nacional.
Asimismo, en el terreno político es preciso ampliar y consolidar la construcción frentista que sostenga y profundice el modelo de país con desarrollo e inclusión social, encarnado por el proyecto que lidera Néstor Kirchner.
Será necesario acudir una y otra vez a ese retazo de la realidad que protagonizó esta construcción colectiva y advertir que están dadas las condiciones para articular todas estas voluntades a la hora de lograr los consensos necesarios. Sobre ese conglomerado habrá que ir enhebrando y tejiendo las políticas sociales y legislativas que permitan seguir edificando un país justo e inclusivo para cien años más.
Es una misión histórica que debería comprometer a todos los sectores. Consensuando y construyendo juntos.
Dos rasgos fundamentales para el desafío político de las nuevas construcciones: la entusiasta participación juvenil en todo el proceso que culminó en la sanción de la ley y la reaparición de importantes franjas de clase media que escaparon del cautiverio de los medios monopólicos. En ambas franjas sociales está el terreno fértil para que, en un proceso de unidad con los trabajadores, el país alumbre un bicentenario patrio como manda la historia de este pueblo.
Es preciso releer el profundo mensaje pronunciado en ese mismo escenario por Néstor Busso, representante de las organizaciones que integran la Coalición por una radiodifusión democrática dando cuenta de estos asuntos.
Como dijo Cristina esa noche, habrá que rever la feria de vanidades y egoísmos personales de muchos dirigentes de buena fe, pero ganados por la desconfianza crónica y la competencia estéril inculcada por el neoliberalismo de los años noventa.
Decía Arturo Jauretche que “los precursores de toda revolución, pese a sus divergencias con el sistema que combaten, son hijos de su época. Y ocurre que cuando el hecho revolucionario se produce, a la par de los frutos esperados, aparecen otros menores y sorprendentes. Su actitud en ese momento es a prueba de fuego. Ella nos dice si el luchador estaba en lo profundo de los acontecimientos que reclamaba o solo en lo superficial, pues debe resignarse al drama del silencio, tironeado entre lo que ve que anda mal y el mal que hará al proceso que contribuyó a crear si lo combate, pues pronto es arrastrado a la posición de sus adversarios irreductibles. Error este irreparable, porque una cosa son las críticas a las imperfecciones del proceso y otra, el plan revanchista de los vencidos por la historia”
Todas las transformaciones que vendrán, en el campo de las reformas políticas, de la economía, de la política internacional, de la salud, de la defensa, se potenciarán en la porfiada lucha por la redistribución del ingreso. Allí sigue estando el espinazo del país desigual que impuso primero la dictadura y luego, las políticas neoliberales en tiempos de democracia.
Nadie puede dudar, sin ruborizarse, de la voluntad política gobernante para intentarlo. La experiencia de la “125” deberá servir para nutrir los próximos pasos. Saber donde estuvo el error y dónde la defección, para volver a juntar fuerzas que sean exitosas a la hora de las próximas batallas por la igualdad social.
En días más tomará forma el proyecto que el oficialismo propondrá debatir y consensuar sobre el ingreso a la niñez del universo de hogares más humildes. En la escala de valores a definir estarán jerarquizadas dos metas irrenunciables: el modelo de país en desarrollo y la atención urgente a los pibes desamparados de esta cobertura social por parte del Estado.
La diputada Juliana Di Tullio, presidenta de la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, de la Cámara baja, integra junto a otros colegas suyos el equipo abocado a consensuar el proyecto que será girado a las comisiones para su posterior tratamiento en el recinto. Explica didácticamente la universalidad de la medida en razón de un dato que cree inobjetable: no habrá ningún pibe que quede al margen de este derecho otorgado por el Estado. A los que ya están comprendidos por alguna asignación familiar se le sumarán los millones de chicos que empezarán a recibir este ingreso como parte constitutiva de su resguardo y no como una mera asistencia de ocasión, a la discreción de funcionario alguno. Pero reafirma el concepto y la necesidad de incorporar esta política de Estado al universo de medidas económicas, sociales, culturales, laborales, de salud y educación, para entender que en ese todo armónico está el combate a la pobreza. Pensar lo contrario es transformar en paliativo una medida estructural.
De nuevo aparece en boca de la legisladora aquello de que la pobreza se combate con la redistribución de la riqueza en todos los órdenes y no con medidas desconectadas que a veces suenan como panaceas fundamentalistas por parte de quienes aman más sus propios egos, antes que a los chicos a los que dicen defender.
Quizás la primera raya que habrá que trazar en el debate, sea la que diferencie a quienes usan a los pobres para hacer oposición política contra el gobierno y por lo tanto nunca les parecerá suficiente nada que no satisfaga el absoluto de sus propuestas y a quienes con sus legítimas diferencias y matices se propongan a trabajar honradamente para los pibes y no para el minuto de fama de la televisión.
“Siento un profundo desprecio por quienes deshonran la condición humana utilizando el dolor de los más pobres para trepar mediáticamente”, afirma indignada Di Tullio.
Al que le quepa el sayo que se lo ponga.
La desnudez del poder monopólico resulta un verdadero desparpajo.
Hace tiempo que habían perdido la compostura y el buen gusto por la palabra, pero la farsa que mostraron durante la semana que dejamos atrás está tan lejos de cualquier elegancia estilística y discursiva que derrapa inevitablemente en una serie de exabruptos y desmesuras. Se hace aún más patética la oposición ahora que la democracia les cantó “piedra libre” a los espías amparados por el gobierno porteño.
Al no conmover el amperímetro de la sociedad terminan en la agria imagen de Elisa Carrió, Macri, Morales y los principales columnistas alertando sobre un fuego que sólo está en su afiebrada imaginación. Y por que no, en el plan de operaciones de los opositores más voraces e impacientes.
Es absurdo victimizarse en un escenario político donde los crujidos que se escuchan son consecuencia directa o indirecta de la crisis internacional, de los reacomodamientos propios de un país gobernado por la política y no por las corporaciones, de los conflictos sectoriales naturales en cualquier sociedad democrática.
No hay una sola prueba que evidencie persecución oficial de los opositores, cercenamiento de la libertad de expresión, campaña de amedrentamiento contra sector alguno. ¿De qué cosa hablan los medios opositores cuando propalan la cantinela de la crispación?
La única crispación evidente es la que expresan ellos mismos.
La sutileza fue la primera víctima del desconcierto en que cayeron con el avance de la ley de medios. La destrozaron. Han tirado al basural de su propia historia editorial aquella prosa mitrista tan cara a sus orígenes, convirtiendo sus páginas, radios y pantallas en meros panfletos partidarios de mala compostura.
Ojala la democratización de la palabra traiga un poco de belleza, ante la odiosa fealdad de algunos medios.
La belleza participativa calma los espíritus inflamados.



Jorge Giles. Miradas al Sur. 25.10.09

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