miércoles, 28 de octubre de 2009
LA OPOSICIÓN BAILA CON SU PROPIA SOMBRA
Cuando el reloj marque las cinco de la tarde y el laburante vuelva de su trabajo, otro seguirá con sus tareas, alguien irá a la facultad a estudiar o a dar clase, una pareja de novios dirá su último adiós en una esquina cualquiera, otra se amará furiosamente, un pibe jugará en la plaza del barrio a la salida de la escuela y en la Casa Rosada, la Presidenta anunciará al país el envío al Parlamento del proyecto de Ley de Reforma Política a que se había comprometido el 9 de Julio en Tucumán.
Así transcurre la vida en el país que somos.
Pero la derecha opositora, que fue invitada cordialmente, no estará junto a Cristina, según adelantaron.
Ubicarse en ese lugar donde la política niega la palabra al otro y ningunea la convivencia civilizada, la democracia, el dialogo, siempre será un tributo a la derecha más violenta. No importa el carné que exhiban los ausentes.
Como si no bastaron para algunos medios y dirigentes políticos, las ausencias forzadas de la dictadura. No aprendieron siquiera a respetar a los gobiernos que surgieron del mandato de las urnas. No de las armas.
Mírelos, escúchelos y anote todo en su memoria. Son los que lagrimean de emoción admirando el ejemplo cívico de otras latitudes y otras democracias. Pero que aquí no son capaces de acompañar institucionalmente a un gobierno democrático que al fin y al cabo, presentará en sociedad una síntesis de los aportes que ellos mismo brindaron durante estos meses y que pondrá en la cuestión, seguramente, su propia mirada del asunto y convocará a aprobarla o rechazarla cuando llegue al Parlamento, que para eso sirve, entre otras cosas, la democracia que supimos conseguir.
Pero los opositores son así. No hay democracia que les venga bien.
Verlos juntos en una conferencia, convoca inevitablemente la cita borgiana del "no los une el amor sino el espanto". Portan en el gesto adusto y crispado el rostro que corresponde a un buen opositor o que se precie de tal.
Temen acercarse al gobierno, pero no dudan a la hora de defender con fanatismo a los monopolios de la desinformación.
Cuando quedan sin política y sin argumentos para defender posiciones, acuden a los estrados judiciales y denuncian un complot.
Así cualquiera hace política.
Si el gobierno los llama a participar para concretar la reforma de los partidos, contestarán más temprano que tarde, que es una trampa del oficialismo.
Si no los llama, dirán de él que es un gobierno autoritario.
Si el gobierno los convoca a debatir la libertad de la palabra y de los medios, dirán que es una forma de disimular la "ley mordaza".
Si se les propone debatir la extensión universal de la asignación por hijos a todos los trabajadores del país, protestarán por que no están incluidos los nietos de Amalita ni los niños de Finlandia.
Si el gobierno se esfuerza para que entre el abecedario completo en cualquier proyecto que presente, ellos insistirán con nombrar sólo una letra, la K.
Allá lejos y hace tiempo, fuimos parte de un país donde todos hablaban, hablábamos, de la necesidad imperiosa de una reforma política. No siempre se sabía bien de qué se trataba. Pero sí sabíamos que así no podíamos seguir. Que había que transparentar la cuestión relativa al financiamiento partidario. Que las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias eran necesarias. Que se imponía ya la democratización de la representación política, la transparencia y la equidad electoral. Que mientras no haya una ley que reforme la política, la democracia se degrada, se vacía, se corrompe. Que el gobierno debía convocar al dialogo a todo el arco político para discutir estos asuntos trascendentes para la salud de la república. Que el Santa Fe de Binner era un ejemplo.
Sucederá esta tarde finalmente.
El Gobierno anuncia la Reforma Política tan largamente deseada y bailará al sonar de las campanas cuando den las cinco, las seis o las siete. Aunque la oposición prefiera bailar, una vez más, con su propia sombra.
Jorge Giles. El Argentino. 28.10.09
http://www.elargentino.com/nota-63675-La-oposicion-baila-con-su-propia-sombra.html
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1 comentario:
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
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