Hoy, martes 13, nos volvemos a encontrar, como siempre.
En la calle, en la oficina, en la fábrica o en las aulas. Todos intuimos que este país no es el mismo que el de la semana pasada. Algo muy importante ha sucedido en la madrugada del sábado 10 de octubre con la sanción definitiva de la nueva Ley de la democracia sobre Medios audiovisuales.
Desde hoy iremos desgranando, paso a paso, las diversas consecuencias que afectarán nuestro hábitat democrático y por tanto nuestras respectivas vidas; como ciudadanos de a pie y especialmente como pueblo.
La Ley es una realidad para festejarla o para chocar contra ella. Innegablemente, una realidad constante y sonante.
Una primera reacción apreciable en estas horas, es la reafirmación de la conducta de algunos opositores ante una historia que empieza escribirse con la desmonopolización de los grandes medios y la construcción de un espacio social y cultural, amplio y diverso, que concretará, más temprano que tarde, la era de la democratización plural de los medios de comunicación audiovisual.
Que los dueños y los gerentes de los monopolios cacareen con que van a ir a los estrados judiciales a denunciar y rechazar la nueva Ley para proteger sus presuntos y falaces “derechos adquiridos”, es de algún modo entendible.
No es justificable ni económica ni moralmente. Porque que quienes ostentaron la multiplicación desmedida de sus bienes, ahogaron a las pequeñas empresas de radio y televisión de los pueblos del interior, impusieron la agenda política a los distintos gobiernos desde la dictadura hasta acá, rebosaron sus cajas de caudales con las ganancias exorbitantes que lograron en las últimas cuatro décadas, no pueden presentarse como “carmelitas descalzas” a implorar la defensa de sus multimillonarios medios de comunicación.
Pero actúan como lo que son, propietarios avaros, mezquinos, obscenos, desmedidos.
Lo que resulta más escandaloso es que los principales dirigentes políticos y legisladores de los partidos de la oposición, como el jefe del bloque de diputados radicales, Oscar Aguad, salgan públicamente a decir lo mismo que los empresarios de Clarín, por ejemplo.
Este legislador dijo ayer, en perfecta sintonía con los directivos de los monopolios, que “si vamos a ser mayoría desde el 10 de diciembre, por lo menos en los temas institucionales tenemos que actuar con mucha seguridad y mucha urgencia” y agregó “si somos todos los que creemos, tenemos que ser 134 los diputados dispuestos a revisar la ley de medios, y derogar rápidamente el artículo 161 que es el que impulsa el desguace de los medios de comunicación en el plazo de un año”
¿Se da cuenta?
Hablan como abogados defensores de las empresas más que como legisladores del pueblo. Cuando este señor tuvo que debatir y defender sus posturas en el Parlamento, ordenó a su bloque levantarse y se fueron del recinto sin discutir. Y en el Senado no perdieron esas posturas en contra de la Ley por un voto, sino por goleada (44 a 24).
¡Un poco más de respeto a la democracia! Y si tanto les cuesta, disimulen al menos.
Cuando un político pierde en el campo de la democracia, se recupera de su ocasional derrota en el mismo campo de disputa. Claro, hablamos de políticos de buena estirpe.
Que vayan a la justicia, que pataleen después del 10 de diciembre, que se animen a derogar artículos. Seguirán enterrando en el lodo de la desvergüenza, el mínimo decoro republicano que aún les pueda quedar.
Abreviemos: la oposición no da pie con bola.
En la otra orilla, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner recuperó su lozanía, su base de sustentación política, su iniciativa gubernamental. Lo venía haciendo desde el 29 de junio.
Pero este último triunfo parlamentario lo consagra en un espacio político y social tan amplio que permite augurar un tiempo de nuevas victorias basadas en la unidad de un frente nacional y popular, capaz de emprender las otras transformaciones que aguardan sabiamente su turno.
Jorge Giles. El Argentino. 13.10.09
http://www.elargentino.com/nota-61564-Algo-importante-ha-sucedido.html
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