domingo, 13 de septiembre de 2009

LA POLÍTICA Y LA CONDICIÓN HUMANA

PANORAMA POLÍTICO

La historia se da el gusto de pintar los cuadros que simbolizan el fin de un ciclo y el inicio de otro. Uno de ellos es el acto realizado en la ESMA para rendir homenaje a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a 30 años de la histórica visita al país de las sombras largas de la dictadura.
Quienes rompieron el cerco impuesto por el silencio del terrorismo de estado, regresaban para valorar la plena democracia conquistada por el pueblo.
No lo dijeron en un acto meramente protocolar, sino ante los ojos llorosos de la Presidenta de la Nación, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de jóvenes, de representantes de distintas organizaciones sociales, ex detenidos políticos y familiares. Juntos, componían un retrato de familia, con una pincelada que unía lo más doloroso del pasado con las expectativas crecientes de un nuevo país más libre, equitativo y democrático.
El que fuera un tenebroso salón donde se decidían los vuelos de la muerte, fue ahora el marco de un paisaje donde la condición humana, unida a la voluntad política del Gobierno nacional, restañaba en parte los más profundos dolores colectivos y personales del que tengamos memoria.
No fue casualidad que en ese acto la Presidenta anunciara el Proyecto de Ley que elimina la figura de calumnias e injurias en materia de libertad de expresión.
Si hubiese expresado taxativamente: “hoy finalizó la dictadura”, habría puesto en palabras la sensación térmica que en ese preciso momento medía la razón y las emociones que allí sobrevolaban.
Los últimos grilletes empiezan a ser rotos y la Argentina construye el bicentenario de su propia identidad, como puede. No le es fácil y nunca lo fue a lo largo de la historia.
En la semana que pasó se sintieron nuevamente los crujidos provocados por las medidas gubernamentales que impactan sobre el andamiaje de la vieja república.
La democracia puja y seguirá pujando hasta encontrar la exacta medida de su tiempo histórico, desde su lugar en el concierto de la América Latina.
El desarrollo de los movimientos efectuados desde el campo nacional, popular y progresista, con sus propios bemoles, provocó la airada reacción opositora.
La realización de las Audiencias Públicas para debatir, a favor o en contra, el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de la democracia, constituye un punto de avance e inflexión de todo el proceso político.
La decisión de decretar las retenciones cero al trigo y el maíz, tal como lo reclamaban las distintas entidades agropecuarias y la presencia de Cristina en el pueblo misionero castigado por la tragedia que desató el tornado, constituyen mojones que dan la exacta dimensión política y humana del proyecto político gobernante.
Una oposición que se desgarra las vestiduras en defensa del monopolio de Clarín, pero a la que no se le cae una lágrima por los pibes muertos en Misiones, está mostrando la condición de amianto con que están recubiertos.
El proyecto de Comunicación sigue avanzando, mientras la oposición de derecha resiste con todas las armas, lícitas y no lícitas, a su alcance. En el Congreso expusieron representantes de sindicatos, pueblos originarios, movimientos sociales, cooperativas, así como artistas, juristas, periodistas, empresarios, miembros de la radiofonía, la gráfica y la televisión. Vinieron a participar desde las distintas provincias que componen el país federal, en un marco de respeto y de tolerancia, pilares indispensables para el feliz balbuceo de la incipiente democracia participativa que se empieza a ejercitar.
No se merecen los ciudadanos que participaron, semejante maltrato y ninguneo de los medios y los políticos opositores que cansaron con su retahíla de “ley K” y otros adjetivos de baja estofa.
Los opositores podrán argumentar lo que les venga en ganas para explicar su voto en contra. Lo que no podrán justificar ante la historia, empezando por la propia, es que en la negación a un proyecto de la democracia, estarán reafirmando un “decreto ley” de la dictadura.
En ninguna cuestión que sea trascendental para la vida democrática y el pueblo, las posiciones son neutras. Como en los momentos de un parto histórico; o se puja por una nueva vida o se le pone tapias al desarrollo. No hay lugar para la abstención.
Habrá que repasar las reflexiones de personalidades no oficialistas que argumentaron a favor de aprobar el proyecto, haciendo reservas al mismo tiempo de sus objeciones al mismo. Coincidieron en la necesidad de aprobar ya una ley democrática y en la no aceptación de ninguna excusa, por justificada que parezca, para no hacerlo.
La oposición pretende convencernos que la política es plana. Como la tierra antes de Colón. El poder de un multimedia privado es igual al poder del Estado y al del club del barrio, en esta caprichosa mirada de la antigüedad feudal.
La historia de los pueblos rompe la ley de gravedad que le es impuesta desde el poder económico, imponiendo su propia cultura, sus ideas del mundo. Se vale del Estado para ello. Y es este el fondo de la cuestión. Cruje el escenario por que se puso en disputa por primera vez la potestad de producción de pensamiento propio. El escenario que eligieron para desplegar sus argumentos fueron los estudios televisivos, en un total desprecio irrespetuoso contra la casa de la democracia, el Parlamento de la Nación.
Un elenco fijo de legisladores opositores desfiló por radios y canales replicando la línea que baja del monopolio Clarín y sus repetidoras y suplementos.
Indigna el nivel de agresión de los medios que acuden a la injuria y la ofensa permanente, de manera verbal y escrita para atacar al Gobierno nacional y particularmente al ex Presidente Néstor Kirchner. Los comunicadores ya no actúan como tales sino como auténticos lobbistas, defensores fanatizados de los mismos.
El desembarco explícito de la oposición en el despacho senatorial del vicepresidente constituye, se lo mire por donde se lo mire, un nuevo capítulo del golpe institucional de baja intensidad que viene ejecutando Julio Cobos desde su voto no positivo a favor de los patrones rurales de la mesa de enlace, en julio del 2008.
Puede oponerse a cualquier medida del Gobierno, pero no mientras esté formando parte de él. Es de una miserabilidad sin antecedentes seguir cobrando un sueldo y valerse del mobiliario del cargo, para atacarlo. La ética más elemental indica que debió renunciar la misma noche que decidió sacar patente de opositor. No es un legislador rebelde para con su bloque. Fue designado para representar al Ejecutivo en el Senado.
Cobos termina siendo la versión moderna y corregida de Jorge Paladino, aquel que fuera nombrado delegado de Perón ante los golpistas y que el mismo Perón terminó echando después por convertirse en delegado de los militares ante Perón.
Preocupa advertir que su actitud no obedece a ninguna picardía o engaño pasajero, sino que es parte de un entramado desestabilizador más amplio. La convocatoria que hiciera a la derecha opositora en su despacho muestra la decisión de descorrer el telón, tomar por asalto el espacio institucional, atrincherarse y apropiarse de esos recursos y mostrar al mundo que allí está una base de la oposición para las maniobras que resulten útiles y necesarias en el afán de debilitar y derrotar más pronto que tarde al Gobierno democrático. Si avanzan en su cometido, estarían provocando en demasía a un pueblo que solo busca realizar su destino en paz.
Nada más, pero tampoco nada menos.
El capítulo local de la nueva doctrina justificadora de los golpes antidemocráticos, llegó con la pluma de Morales Solá. En su editorial de La Nación, afirmó que “Venezuela, la Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua tienen gobiernos democráticos por elección, pero están perdiendo esa condición en el ejercicio del poder”.
¿No es el mismo discurso de los golpistas en Honduras? ¿No es la misma tesis que sostiene la internacional derechista que se reunirá en Buenos Aires a partir del próximo lunes, con Vargas Llosa, José María Aznar y Mariano Grondona?
Un rejunte neoliberal anacrónico pero con un poder económico que lo convierte en peligroso.
Es hora de decisiones trascendentes. Lo saben todos los que de un lado y otro protagonizan los días que corren.
Los que habiendo sido parte de este proceso terminaron eyectados por sus propios límites y hoy desfilan por las pasarelas mediáticas alimentando al viejo poder económico que alguna vez dijeron combatir. Los que no pueden desacoplarse de su concepción exógena de la política y admiran en los líderes latinoamericanos lo mismo que aquí critican a Cristina.
La historia es la que pone sus tiempos. Y es evidente que ha decidido recuperar para el Estado la capacidad soberana de construir sus propias ideas y pensamientos.
La correlación de fuerzas sociales se acerca a su momento de inflexión.
Que cada cual ocupe su lugar. Esto recién está por empezar.




(Jorge Giles. Miradas al Sur. 13.09.09)

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