La nueva Ley de Comunicación sigue su marcha triunfal.
La decisión de la Presidenta de la Nación, eliminando la participación de las empresas telefónicas, remueve la trinchera de resistencia más estridente que enarbolaba la oposición.
Ya no hay excusas ni argumentos válidos para no votar una Ley cuyo período de gestación tiene los años de la democracia.
Los únicos beneficiados por la nueva legislación serán los pueblos originarios, las pequeñas y medianas empresas nacionales, los sindicatos de trabajadores, la cultura, la educación, en suma, el pueblo argentino.
El cuco de un nuevo monopolio se borró de un plumazo presidencial.
Sigue en pie, aunque haya perdido el dominio sobre el fútbol y la verdad absoluta, el monopolio que sí existe, el que se puede leer y escuchar en estos días, con vergüenza ajena.
Luego de las palabras de Cristina en la Casa Rosada, los interpretes del resentimiento y el egoísmo, balbuceaban una respuesta que los sacara del ahogo.
Que era una "artimaña oficial para conseguir el quórum y que el Gobierno se vio obligado a tomar la medida por no contar con los votos necesarios para aprobar el proyecto", fueron algunas de las disparatadas interpretaciones escuchadas.
Si así fuese, el Gobierno estaría demostrando su amplitud de criterios, su generosidad política, su voluntad de apertura e inclusión para lograr, precisamente el consenso de todos los bloques legislativos.
En la vida de un Parlamento, se sabe, el consenso se traduce precisamente en lograr el quórum y el voto de las mayorías parlamentarias.
El Gobierno no optó de manera autista y soberbia, por la tentación de imponer su número y su proyecto contra viento y marea.
Demostró ser capaz de tener y emplear la ductilidad que necesitan las grandes políticas de Estado, esas políticas que trazan el perfil de una democracia y la cualidad de sus gobernantes.
Sólo los estadistas se hacen cargo de los proyectos que no nacen de su propio despacho sino del seno de la sociedad. ¿No es acaso lo que está haciendo Cristina al respecto?
Decía Nicolino Loche, nuestro eterno Campeón mundial, que nada frustraba más a sus rivales que una cintura suya, en el momento exacto.
"Les duele más que una trompada", afirmaba el mendocino, siempre leal a su público.
Teniendo en claro el plan general para librar la disputa, el resultado que se desea alcanzar será más factible si, al necesario endurecimiento para poder avanzar, se le agrega una pizca de la plasticidad de aquel gran campeón.
La otra noticia importante es, sin dudas, la estrepitosa derrota electoral del candidato de Julio Cobos en la provincia de Corrientes. El actual gobernador correntino fue derrotado por el radicalismo de Ricardo Colombi y en la ciudad capital por nuestro campeón olímpico Carlos Espíndola, candidato del kirchnerismo local.
El excelente resultado alcanzado por el senador Fabián Ríos, más el triunfo kirchnerista en una ciudad que concentra prácticamente la mitad de la población provincial, va en el mismo sentido de la recuperación de la iniciativa política del Gobierno nacional.
Complementando este cuadro, apuntemos que la indecente actitud de Julio Cobos de permanecer usufructuando el sueldo de Vicepresidente para atacar a la Presidenta a la que tendría que defender, siguió mereciendo repudios a lo largo del día; esta vez, incluso, de correligionarios suyos, como Margarita Stolbizer y Gerardo Morales.
Cuando la traición es tan grosera y obscena, se retiran los amigos y sólo quedan los cómplices.
Lejos de esta indecencia, en Avia Terai, "monte grande" en lengua toba, allá en el corazón del quebracho chaqueño, Cristina, el gobernador Capitanich y las Madres de Plaza de Mayo lideradas por Hebe de Bonafini, inauguraron el hospital del pueblo, las primeras calles asfaltadas y el plan de viviendas sociales que promueve la mencionada Asociación.
Esa Argentina, tan profunda como olvidada, se ha puesto de pie nuevamente.
Y se hace oír, en uso del derecho que le adeuda la historia.
Jorge Giles. El Argentino. 15.09.09
http://www.elargentino.com/nota-58041-El-dia-que-Nicolino-va-al-Parlamento.html
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