La imagen del ex Presidente Néstor Kirchner despidiendo conmovido al ex Presidente Raúl Alfonsín, resume y expresa un sentimiento colectivo.
El dolor y la tristeza cubrieron el Parlamento. En esa larga procesión, pareció vibrar un juramento de identificación con algunos de los principios que sostuvo Alfonsín. Destacaban, entre sollozos, esa forma pasional que tenía de construir la política como valor supremo de la democracia.
Habrá que recordar que fue después de su paso por la presidencia, que la práctica política se asoció a la farándula mediática del sin fin de personajes que la bastardearon. Fueron muchos los que creyeron que con dos consignas de ocasión, que impacten sobre el inconciente colectivo, tenían asegurada su suerte. Alfonsín fue la antítesis de esa forma de hacer política, como bien dijo ayer Néstor Kirchner, en su último adiós.
Alfonsín representaba a la política hasta cuando se equivocaba. Renegaba de los ricos y famosos devenidos en nuevos líderes carismáticos. Desconfiaba de los que hacen culto de la antipolítica, cuando en verdad sólo buscan cosechar votos para sus ambiciones personales.
Mientras la Presidenta Cristina Fernández está representando al país en la Cumbre mundial que se realiza en Inglaterra, aquí todo sabe a tristeza en esta multitudinaria despedida.
Los testimonios de la calle son elocuentes y unánimes. Superan las banderías partidarias, asociando el nombre de Alfonsín con la defensa de la democracia.
Esta es la forma más sublime que tiene una inmensa mayoría de la sociedad de expresar que la democracia ya no es tan sólo un sistema de gobierno, sino que la democracia es una cultura política arraigada para siempre en el país de los argentinos.
Lo deberían registrar aquellos sectores que hoy siguen elucubrando, desde las sombras, operaciones de desencanto y desesperación. Los que destilan odios y desencuentros desde una derecha cerril que vive enojada con el mundo, que agrede permanentemente, que busca transformar la próxima disputa electoral por el modelo de país, en una riña de gallos.
Por primera vez en la historia contemporánea, el mundo que ellos concibieron se ha corrido de su eje de gravitación. El mundo financiero del neoliberalismo, ese que los formó y a quien ellos ayudaron a engordar con fondos de burbujas de inversión, con deudas externas, con corrupción a escala mundial, con paraísos fiscales, con aniquilamiento de nuestros recursos naturales, ese mundo está en bancarrota. Y no lo pueden aceptar. Beben su propio veneno, ese que durante décadas obligaron a beber a las izquierdas y a los movimientos democráticos y populares acusándolos de no entender las reglas del mercado y el fin de la historia. Hoy es la derecha la que no entiende al mundo; ni al mundo que estalló en mil pedazos ni al que viene después de la caída brutal de Wall Street. Se quedaron en la prehistoria.
Esas conductas agresivas están demostrando también, que ya no tienen libreto y lo que es peor para ellos, sin pensadores de talla que puedan ser capaces de confeccionarles una nueva carta de navegación para afrontar una época de cambios profundos.
Ojala que esta manifestación de dolor y reencuentro, los ayude a convivir pluralmente en una democracia que ya tiene identidad propia.
Las vueltas de la vida y de la historia quisieron juntar en un mismo tiempo tres circunstancias fundamentales. El recuerdo de Malvinas, la muerte de Alfonsín y la presencia oficial de Argentina en Londres.
Malvinas es hoy más que nunca una herida que reclama soberanía, pero también, verdad, memoria y justicia por los soldados que dejaron su vida en nuestras irredentas Islas, y por los ex Combatientes que volvieron con el alma y el cuerpo lastimados por aquellos que en el continente de la Patria, fueron represores de su propio pueblo.
La Presidenta llegó a la Cumbre con la declaración solidaria de todos los países de América Latina, de África y la Liga Árabe, para que este nuevo mundo que debe amanecer, no permita el anacronismo injusto de enclaves coloniales como el que mantienen los ingleses en nuestras Malvinas.
Lejos de la Patria en este Día tan especial, la Presidenta quizás tenga la oportunidad de asistir al último oropel que va quedando, de un neoliberalismo que se niega a reconocer sus fracasos. Y decir con toda la voz, que con la recuperación de un Estado inclusivo, desde el sur del mundo se construirá un mundo mejor y más justo.
(El Argentino. 02.03.09)
1 comentario:
Es del diario El Argentino esto?
Igual, gracias por publicarlo acá. Muy bueno.
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