Una nueva América está amaneciendo, y la Argentina protagoniza este cambio. Esta vez, con la presencia activa de nuestra Presidenta en la V Cumbre de Presidentes.
Si la generosidad y el patriotismo fuesen valores compartidos, todos debiéramos estar aplaudiendo, pensemos como pensemos políticamente.
A Néstor Kirchner le correspondió ser el artífice del rechazo rotundo a las aspiraciones imperiales del ALCA y a Cristina le corresponde ahora participar del último zurcido que posibilitará la vuelta definitiva de Cuba al continente.
Es también la posibilidad cierta de que, con Obama, sean los EE.UU los que regresen a una más alta y amistosa consideración de las naciones americanas.
De producto del cambio a sujeto del cambio, como definió Cristina el rol que puede cumplir el Presidente Obama durante su mandato.
Los nuevos paradigmas de los que tanto se viene hablando, nacen así. Con hechos concretos, como esta reunión que juntó en un solo abrazo a los países americanos en la defensa de la unidad continental, del Estado y de la justicia social; luego del entierro del neoliberalismo.
Es una pena para la democracia que estos avances extraordinarios que suceden en nuestro país y en la región toda, no sean valorados por quienes son opositores de cabotaje.
La reaparición pública de Eduardo Duhalde, el padrino del trio Macri, De Narváez y Solá, acompañado de la primera dama de los genocidas, Cecilia Pando, y de otros conocidos ex funcionarios del menemismo, es una muestra grotesca de una vuelta al pasado que no queremos.
Los bochornos de Julio Cobos, ocupando un lugar institucional al que bastardea y manosea sin vergüenza alguna, las declaraciones siempre injuriosas de Elisa Carrió, las disputas al interior de la Coalición Civica y del Pro-duhaldismo, hacen suponer que nos encaminamos a un cuadro electoral dramático donde las opciones se muestran a todo o nada. Al pan, pan y al vino, vino.
Braden o Perón. Liberación o Dependencia. Trabajo o desempleo. Inclusión social o exclusión. Redistribución del ingreso o el regreso al país de los muertos vivos.
Esa es la cornisa que transitamos. Y si bien se hizo mucho por desandar décadas de desencuentros y de injusticias, es mucho más lo que se deberá andar todavía. Será el pueblo, como en las grandes ocasiones de la historia, el que tenga la palabra final en las urnas de junio.
El longevo radicalismo partidario parece encaminarse hacía su reunificación, pero lleva en su vientre un cúmulo de conflictos sin resolver.
Lo mismo sucede con la vieja derecha conservadora que comanda Duhalde.
Duele y conmueve la injusta muerte que asesina a los ciudadanos honestos.
Pero nos preocupan las acciones de violencia, contra los funcionarios judiciales y comunales, montadas sobre un legítimo dolor. Ver tanto odio a través de esas imágenes y sonidos que llegaban desde Lanús, escuchar los sonoros rumores en los pasillos municipales y de la justicia, mostrando con nombres y rostros, con pelos y señales, la presencia de punteros que obedecen a los partidarios de la “mano dura” marketinera, observar con asombro la desprotección del fiscal y el funcionario que estuvieron apunto de ser linchados por esas hordas cuasi juveniles, espanta y esclarece al mismo tiempo.
Espanta, porque el camino de la venganza no es la solución sino el agravamiento de esta cruel situación. Y porque quienes participan de esas actitudes no son ni familiares ni amigos de la víctima, sino “personal de maniobra”, para decirlo suavemente.
Esclarece, porque las puebladas son siempre pacíficas y purificadoras, no ejercen la cobardía de los linchadores. Habrá que estar atentos a los teatros de operaciones que quieran montar los que se saben derrotados de antemano.
Hay un mundo viejo, una América desigual y un país injusto que debemos superar. Para lograrlo, la sociedad eligió hacerlo en paz y exigiendo más justicia.
Es hora que los violentos y los facciosos se retiren para siempre a sus cuarteles de invierno.
Falta mucho por andar. Pero como dice el refrán, amanece, que no es poco.
Si la generosidad y el patriotismo fuesen valores compartidos, todos debiéramos estar aplaudiendo, pensemos como pensemos políticamente.
A Néstor Kirchner le correspondió ser el artífice del rechazo rotundo a las aspiraciones imperiales del ALCA y a Cristina le corresponde ahora participar del último zurcido que posibilitará la vuelta definitiva de Cuba al continente.
Es también la posibilidad cierta de que, con Obama, sean los EE.UU los que regresen a una más alta y amistosa consideración de las naciones americanas.
De producto del cambio a sujeto del cambio, como definió Cristina el rol que puede cumplir el Presidente Obama durante su mandato.
Los nuevos paradigmas de los que tanto se viene hablando, nacen así. Con hechos concretos, como esta reunión que juntó en un solo abrazo a los países americanos en la defensa de la unidad continental, del Estado y de la justicia social; luego del entierro del neoliberalismo.
Es una pena para la democracia que estos avances extraordinarios que suceden en nuestro país y en la región toda, no sean valorados por quienes son opositores de cabotaje.
La reaparición pública de Eduardo Duhalde, el padrino del trio Macri, De Narváez y Solá, acompañado de la primera dama de los genocidas, Cecilia Pando, y de otros conocidos ex funcionarios del menemismo, es una muestra grotesca de una vuelta al pasado que no queremos.
Los bochornos de Julio Cobos, ocupando un lugar institucional al que bastardea y manosea sin vergüenza alguna, las declaraciones siempre injuriosas de Elisa Carrió, las disputas al interior de la Coalición Civica y del Pro-duhaldismo, hacen suponer que nos encaminamos a un cuadro electoral dramático donde las opciones se muestran a todo o nada. Al pan, pan y al vino, vino.
Braden o Perón. Liberación o Dependencia. Trabajo o desempleo. Inclusión social o exclusión. Redistribución del ingreso o el regreso al país de los muertos vivos.
Esa es la cornisa que transitamos. Y si bien se hizo mucho por desandar décadas de desencuentros y de injusticias, es mucho más lo que se deberá andar todavía. Será el pueblo, como en las grandes ocasiones de la historia, el que tenga la palabra final en las urnas de junio.
El longevo radicalismo partidario parece encaminarse hacía su reunificación, pero lleva en su vientre un cúmulo de conflictos sin resolver.
Lo mismo sucede con la vieja derecha conservadora que comanda Duhalde.
Duele y conmueve la injusta muerte que asesina a los ciudadanos honestos.
Pero nos preocupan las acciones de violencia, contra los funcionarios judiciales y comunales, montadas sobre un legítimo dolor. Ver tanto odio a través de esas imágenes y sonidos que llegaban desde Lanús, escuchar los sonoros rumores en los pasillos municipales y de la justicia, mostrando con nombres y rostros, con pelos y señales, la presencia de punteros que obedecen a los partidarios de la “mano dura” marketinera, observar con asombro la desprotección del fiscal y el funcionario que estuvieron apunto de ser linchados por esas hordas cuasi juveniles, espanta y esclarece al mismo tiempo.
Espanta, porque el camino de la venganza no es la solución sino el agravamiento de esta cruel situación. Y porque quienes participan de esas actitudes no son ni familiares ni amigos de la víctima, sino “personal de maniobra”, para decirlo suavemente.
Esclarece, porque las puebladas son siempre pacíficas y purificadoras, no ejercen la cobardía de los linchadores. Habrá que estar atentos a los teatros de operaciones que quieran montar los que se saben derrotados de antemano.
Hay un mundo viejo, una América desigual y un país injusto que debemos superar. Para lograrlo, la sociedad eligió hacerlo en paz y exigiendo más justicia.
Es hora que los violentos y los facciosos se retiren para siempre a sus cuarteles de invierno.
Falta mucho por andar. Pero como dice el refrán, amanece, que no es poco.
(El Argentino. 19.04.09)
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