Es la consigna que recorre la espina dorsal de los trabajadores en una nueva celebración del 1º de Mayo. Ellos, mejor que nadie, saben valorar cada tiempo histórico y cada oportunidad que la historia otorga para conquistar y consolidar un país inclusivo, con justicia social, con soberanía y con trabajo. Es una cuestión que identifica a una clase social, pero que cuando se expresa políticamente, es la esencia misma de la conciencia y la cuestión nacional.
En la orilla de enfrente, se rasgan las vestiduras aquellas voces, partidarias y mediáticas, que actúan como actores protagonistas o como extras, en el rol de bocinas del modelo neoliberal. Condenan que la disputa haya entrado en un terreno de “el caos o yo”. ¿Quién lo dijo en esos términos? Sólo ellos lo dijeron. Olvidaron decir que son ellos los portadores del caos que ya sufrió la Argentina y los que auguran hoy un final abrupto de este proyecto nacional para la noche del 28 de junio próximo. Si ellos ganan, obviamente.
Lo que no pueden negar es que en estas elecciones se trata de consolidar un modelo que responde a los intereses nacionales y populares o de restaurar un viejo orden de injusticias que los argentinos ya sufrieron.
Algunos datos bastarían para ilustrarnos mejor. Hasta el 2002, por cada diez argentinos, tres de ellos estaban sin trabajo y tres estaban “en negro” o sub-ocupados. Sólo en la ciudad de Buenos Aires, existían casi treinta bancos de empeño y trueque adonde concurrían las familias de clase media para entregar sus bienes y recuerdos familiares a cambio de obtener unos pesos para mitigar la crisis.
En tanto hoy, por cada diez argentinos, eventualmente hay uno sin trabajo. Y además, cerraron todos los bancos de empeño que proliferaron durante la larga noche neoliberal.
Esa es la única realidad. Por eso difaman. A falta de propuestas, acusan de crispación a un gobierno que en seis años jamás apeló a la fuerza para reprimir siquiera a los patrones rurales que durante todo un año cortaron rutas, desabastecieron a la población y generaron situaciones de violencia de la que todos somos testigos. Utilizan todos los medios masivos de comunicación para injuriar con absoluta libertad. Pero jamás fueron sancionados por ofender a las autoridades elegidas democráticamente por el pueblo.
Los trabajadores saben, viven, soportan todo esto. Y observan en los rostros de los opositores a los mismos rostros de ese pasado que está a la vuelta de la esquina.
Que la desocupación haya descendido del 20, 4 % en el 2003 cuando asumió Néstor Kirchner al 7, 8 % en el 2008 con Cristina Fernández, no es sólo un frío dato estadístico. Son millones de compatriotas que volvieron a tener trabajo y a estar adentro de una vida más digna. No es el final del camino. Es apenas el comienzo y el sentido que elige este modelo de desarrollo para afrontar un mundo en crisis y alcanzar niveles de mayor educación, salud, servicios sociales, una jubilación digna.
Es la esperanza, enfrentada nuevamente a los conservadores que disfrazan sus discursos en envases partidarios que van desde la alianza radical delarruista hasta la derecha apadrinada por Mauricio Macri y Eduardo Duhalde.
El radicalismo alvearista y el menemismo-duhaldista en acción.
Unos y otros niegan a los trabajadores y a los pequeños y medianos empresarios, como factor social de cambio.
Construyen una entelequia indescifrable con su apelación al consenso de los injustos. Así, Francisco De Narváez como Elisa Carrió. Así Felipe Solá como Margarita Stolbizer.
Es la vuelta del Estado o el regreso al modelo de los ajustadores contra la espalda del pueblo. Es seguir construyendo la unidad latinoamericana o las “relaciones carnales” con un mundo viejo que se desploma.
En el Día de los Trabajadores, nuestro homenaje eterno al Negrito Floreal Avellaneda, ese pibe, digno hijo de laburante, que con sus quince años de vida, soportó el más salvaje de los martirios de los genocidas que hoy están siendo juzgados.
Este proyecto en marcha, por derecho propio, le pertenece al pueblo, a Floreal y a los miles de obreros desaparecidos por la última dictadura.
En la orilla de enfrente, se rasgan las vestiduras aquellas voces, partidarias y mediáticas, que actúan como actores protagonistas o como extras, en el rol de bocinas del modelo neoliberal. Condenan que la disputa haya entrado en un terreno de “el caos o yo”. ¿Quién lo dijo en esos términos? Sólo ellos lo dijeron. Olvidaron decir que son ellos los portadores del caos que ya sufrió la Argentina y los que auguran hoy un final abrupto de este proyecto nacional para la noche del 28 de junio próximo. Si ellos ganan, obviamente.
Lo que no pueden negar es que en estas elecciones se trata de consolidar un modelo que responde a los intereses nacionales y populares o de restaurar un viejo orden de injusticias que los argentinos ya sufrieron.
Algunos datos bastarían para ilustrarnos mejor. Hasta el 2002, por cada diez argentinos, tres de ellos estaban sin trabajo y tres estaban “en negro” o sub-ocupados. Sólo en la ciudad de Buenos Aires, existían casi treinta bancos de empeño y trueque adonde concurrían las familias de clase media para entregar sus bienes y recuerdos familiares a cambio de obtener unos pesos para mitigar la crisis.
En tanto hoy, por cada diez argentinos, eventualmente hay uno sin trabajo. Y además, cerraron todos los bancos de empeño que proliferaron durante la larga noche neoliberal.
Esa es la única realidad. Por eso difaman. A falta de propuestas, acusan de crispación a un gobierno que en seis años jamás apeló a la fuerza para reprimir siquiera a los patrones rurales que durante todo un año cortaron rutas, desabastecieron a la población y generaron situaciones de violencia de la que todos somos testigos. Utilizan todos los medios masivos de comunicación para injuriar con absoluta libertad. Pero jamás fueron sancionados por ofender a las autoridades elegidas democráticamente por el pueblo.
Los trabajadores saben, viven, soportan todo esto. Y observan en los rostros de los opositores a los mismos rostros de ese pasado que está a la vuelta de la esquina.
Que la desocupación haya descendido del 20, 4 % en el 2003 cuando asumió Néstor Kirchner al 7, 8 % en el 2008 con Cristina Fernández, no es sólo un frío dato estadístico. Son millones de compatriotas que volvieron a tener trabajo y a estar adentro de una vida más digna. No es el final del camino. Es apenas el comienzo y el sentido que elige este modelo de desarrollo para afrontar un mundo en crisis y alcanzar niveles de mayor educación, salud, servicios sociales, una jubilación digna.
Es la esperanza, enfrentada nuevamente a los conservadores que disfrazan sus discursos en envases partidarios que van desde la alianza radical delarruista hasta la derecha apadrinada por Mauricio Macri y Eduardo Duhalde.
El radicalismo alvearista y el menemismo-duhaldista en acción.
Unos y otros niegan a los trabajadores y a los pequeños y medianos empresarios, como factor social de cambio.
Construyen una entelequia indescifrable con su apelación al consenso de los injustos. Así, Francisco De Narváez como Elisa Carrió. Así Felipe Solá como Margarita Stolbizer.
Es la vuelta del Estado o el regreso al modelo de los ajustadores contra la espalda del pueblo. Es seguir construyendo la unidad latinoamericana o las “relaciones carnales” con un mundo viejo que se desploma.
En el Día de los Trabajadores, nuestro homenaje eterno al Negrito Floreal Avellaneda, ese pibe, digno hijo de laburante, que con sus quince años de vida, soportó el más salvaje de los martirios de los genocidas que hoy están siendo juzgados.
Este proyecto en marcha, por derecho propio, le pertenece al pueblo, a Floreal y a los miles de obreros desaparecidos por la última dictadura.
(El Argentino. 30.04.09)
2 comentarios:
LEALTAD Y MILITANCIA COMPAÑERO!
UN ABRAZO MILITANTE
CHORIPUNK! la banda mas heavy, nacional y popular integrada por kirchner, moreno, delia y scioli presenta su primer tema y videoclip en:
http://elviejovizcacha.blogspot.com/
se agradece divulgacion.
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