Mientras la Presidenta hablaba desde Londres al país, en homenaje a todos los caídos en Malvinas, reafirmando el reclamo inclaudicable por nuestros derechos soberanos, Buenos Aires era una ciudad dolida que despedía al primer Presidente elegido por el voto popular, luego de la última dictadura.
“Son las señales de la historia”, dijo Cristina.
No somos de los que creen que la muerte repara.
Es posible, sí, que cuando se despide a un político de la talla de Raúl Alfonsín, se resalten aquellas cualidades y conductas que lo enaltecieron. Y se enuncien, para no repetirlos, otros actos que no merecieron el apoyo ciudadano, como las leyes de obediencia debida y punto final, por ejemplo.
Tres momentos claves para conocer a Alfonsín, fueron su irrupción en el púlpito de la iglesia donde comulgaron los dictadores, en los jardines de la Casa Blanca frente al entonces presidente de los EE.UU., Ronald Reagan y su discurso abucheado en la Sociedad Rural.
No dudó ante las palabras ofensivas del cura capellán, ni ante Reagan ni ante los patrones rurales.
En los tres casos, dio un paso al frente y cara a cara desnudó el fascismo de los poderosos que agredían y humillaban a la joven democracia argentina.
Hoy fueron muchos los que reivindicaron como un civismo en estado puro, dicha conducta y así lo compartimos. No se dijo que, por estos actos, Alfonsín fue confrontativo, irreverente o destemplado.
Para ser sinceros, muchos de los que reivindican esta nobleza militante del ex Presidente, no hace tanto tiempo fueron capaces de hacer sonar las cacerolas en los barrios porteños cuando la actual gestión presidencial siguió un itinerario de redistribución de las riquezas y equidad social.
No es justo, honrar la memoria de Alfonsín y a la vez, apoyar a quienes lo ofendieron en la Sociedad Rural.
Quizás en el enhebrado entre ambos tiempos históricos, esté la entrada a una nueva nación, a un pueblo integrado en una cultura democrática, capaz de señalar con severidad a quienes traicionan el voto popular y de rescatar para la historia a quienes son intransigentes en la defensa de la palabra y el compromiso con los intereses populares.
Es hora que esta sociedad se mire al espejo, con sus grandezas y sus miserias. Pero tenemos que saber explicarnos, porqué aplaudimos una conducta digna una primera vez y nos crispamos ofendidos, en otra segunda oportunidad.
A miles de kilómetros de nuestras orillas, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostenía con firmeza el pensamiento nacional en una Cumbre mundial signada por la mayor crisis que haya sufrido el capitalismo.
Así como la defensa de los derechos humanos ya no está asociada a la paz de ningún cementerio injusto, la Presidenta rindió homenaje a los caídos en Malvinas, reafirmando que sigue siendo una política de Estado para la Argentina.
Malvinas no es nuestro pasado, es nuestro legítimo horizonte.
La emoción de Edgardo Esteban y otros ex Combatientes, brindaron un marco humano inolvidable, por las circunstancias tan especiales del acto en la Embajada argentina.
El neoliberalismo se resiste a retirarse del centro de la escena. Algunos discursos escuchados en la Cumbre, son indicativos de la continuidad dogmática en la defensa de “los principios del mercado”.
Pero ese dogma siguió perdiendo pergaminos. La vaca sagrada del “secreto bancario”, esa que permitió la proliferación de los paraísos fiscales y las fortunas mal habidas, empezó su retiro definitivo y ya no podrá encubrir graciosamente a los mafiosos de guante blanco.
Cuando se intentó colar una cláusula que pretendía “un mercado laboral flexible”, el Presidente Lula y nuestra Presidenta hicieron uso de la palabra para oponerse, afirmando que el mundo saldrá fortalecido con más y mejor empleo y no con la reedición de las políticas flexibilizadoras de un modelo económico que tanto daño provocó a los trabajadores en América Latina. Y así fue aceptado por la Cumbre.
No es un dato menor.
Londres fue la Buenos Aires del 2001, ganada por manifestaciones, ataques a bancos, financieras, empresas multinacionales y un repudio colectivo a ese mundo injusto que no termina de caer.
Pero al llegar la noche, desde un recóndito púb londinense, seguramente Los Beatles volvieron a sonar para confirmar que el mundo sigue siendo de los jóvenes.
(El Argentino. 03.04.09)
1 comentario:
Muy bueno tu blog.
En realidad me entero de los datos de la presidenta en Europa por el Página y por blogs como el tuyo, porque los grandes pulpos mediáticos hacen escasa referencias al tema. Se dedican a Alfonsín, lo usan para darnos clases a los peronistas sobre republicanismo, y acabado este tema, vuelven al dengue. Lo bueno es que parece que no hay delitos en esta semana... han bajado los índices a cero...
NOs están haciendo lo mismo que a Alfonsín! En Canal 7 mostraron la cadena nacional de abril del 85, donde Alfonsín llamaba a la plaza de mayo "por la democracia y contra la dictadura". Nuestro planteo hoy es "por la democracia contra el neoliberalismo" que es otra forma de dictadura.
Te das cuenta? Estamos parados en el mismo polvorín! Ya no es cuestión de si Alfonsín bueno o malo. La cuestión es hallar puntos comunes con la gente, y aún con la oposición para formar una comunidad de ideas afines. Para que podamos seguir el legado del viejo: ir por las ideas, y no por las personas...
Te mando un abrazo.
Ha sido un placer leerte.
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