Es el primer domingo de mayo. Aleluya. Porque es domingo y porque la marcha ascendente hacia la construcción de un destino nacional y popular sigue sin prisas ni pausas que lo detengan.
La irrupción masiva de miles de trabajadores convocados por la CGT que conduce Hugo Moyano, el orden y la paz con el que custodiaron sus columnas, el contenido del discurso central y los cánticos de apoyo a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, le darán de acá en mas una tonalidad particular a los días por venir.
La calle fue ganada por quienes saben por experiencia propia que no es poco lo que se conquistó y recuperó en los últimos seis años de gobierno. Y que recuerdan además, la prehistoria cruel de este proyecto que hoy gobierna.
Porque fueron los trabajadores las principales víctimas del modelo neoliberal que azotó el país en los noventa y hasta el 2001 y 2002. Saben de los descuentos a los jubilados y saben que cada punto de desempleo significaba miles de trabajadores con sus familias ingresando al horror del desamparo y la miseria.
A ese país no quieren volver. Nunca más. Por eso se manifestaron masivamente y lo harán cada vez que sientan el peligro de perder lo recorrido.
Aún así, no fue una actitud defensiva la que los llevó a movilizarse. Por el contrario, fue la clara manifestación de una voluntad colectiva por avanzar profundizando el actual modelo de inclusión social.
La historia enseña como rasgo distintivo de los más humildes, que cuando sufren las inclemencias de los ajustes, del hambre y la exclusión de los malos gobiernos, saben descubrir, tarde o temprano, las causas y los causantes de sus dolores. Pero así también y por sobre todo, saben valorar a los gobernantes que junto a ellos, reconquistan la justicia social para los sectores populares.
Hoy levantan la mirada para divisar el frente de su propia orilla y observan que Francisco De Narváez, el candidato millonario apadrinado por Eduardo Duhalde y Mauricio Macri, ese señor que actúa en un spot televisivo hablando de la inseguridad sin decir nada, es el mismo que fue citado por la Justicia para declarar por sus presuntas conexiones con los que manejan el tráfico de efedrina.
No importa tanto si es simpático, si habla correctamente, si muestra sin vergüenza alguna esa cosa que tiene tatuada en el cuello, si gasta toneladas de millones de pesos para su campaña. Lo que importa es saber que nunca expuso en su trabajo legislativo lo que ahora promete hacer para el mismo cargo que ya tiene desde hace unos años. Importa saber que fue socio político de Carlos Menem y que sus socios duhaldistas incorporaron a Luis Patti, preso por violador de derechos humanos y asesinato de dirigentes populares, como emblema de sus listas electorales. Importa saber que cuentan con la simpatía de Cecilia Pando, defensora de esos mismos presos. Y que ahora contarán posiblemente con el apoyo de Aldo Rico.
Los viejos fantasmas del pasado amenazan volver.
Y además importa que Mariano Grondona bosqueje en el aire con el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, las posibilidades y el deseo de estos sectores por pegar un golpe a las instituciones la noche del 28 de junio con Julio Cobos a la cabeza. Está grabado, cualquiera lo puede ver.
Importa que la otra alianza conformada por gran parte de los mismos actores que conformaron la que gobernó y escapó con Fernando De la Rúa, hoy también tratan de volver de igual modo que lo hicieron antes, sin proyectos propios más que los que les dictan desde los estudios de televisión.
La divisoria de aguas es tan clara que los actores se acomodan solos en el rol que les corresponde actuar.
Ya los trabajadores dieron el presente y las máscaras de los impostores se caen de vergüenza. El pueblo sabrá distinguir con sabiduría la farsa de unos pocos, de la vida de carne y hueso de millones de argentinos identificados con un modelo que les devolvió los domingos de sol, aún cuando el cielo esté nublado.
Y eso, en definitiva, es lo que verdaderamente importa defender.
La irrupción masiva de miles de trabajadores convocados por la CGT que conduce Hugo Moyano, el orden y la paz con el que custodiaron sus columnas, el contenido del discurso central y los cánticos de apoyo a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, le darán de acá en mas una tonalidad particular a los días por venir.
La calle fue ganada por quienes saben por experiencia propia que no es poco lo que se conquistó y recuperó en los últimos seis años de gobierno. Y que recuerdan además, la prehistoria cruel de este proyecto que hoy gobierna.
Porque fueron los trabajadores las principales víctimas del modelo neoliberal que azotó el país en los noventa y hasta el 2001 y 2002. Saben de los descuentos a los jubilados y saben que cada punto de desempleo significaba miles de trabajadores con sus familias ingresando al horror del desamparo y la miseria.
A ese país no quieren volver. Nunca más. Por eso se manifestaron masivamente y lo harán cada vez que sientan el peligro de perder lo recorrido.
Aún así, no fue una actitud defensiva la que los llevó a movilizarse. Por el contrario, fue la clara manifestación de una voluntad colectiva por avanzar profundizando el actual modelo de inclusión social.
La historia enseña como rasgo distintivo de los más humildes, que cuando sufren las inclemencias de los ajustes, del hambre y la exclusión de los malos gobiernos, saben descubrir, tarde o temprano, las causas y los causantes de sus dolores. Pero así también y por sobre todo, saben valorar a los gobernantes que junto a ellos, reconquistan la justicia social para los sectores populares.
Hoy levantan la mirada para divisar el frente de su propia orilla y observan que Francisco De Narváez, el candidato millonario apadrinado por Eduardo Duhalde y Mauricio Macri, ese señor que actúa en un spot televisivo hablando de la inseguridad sin decir nada, es el mismo que fue citado por la Justicia para declarar por sus presuntas conexiones con los que manejan el tráfico de efedrina.
No importa tanto si es simpático, si habla correctamente, si muestra sin vergüenza alguna esa cosa que tiene tatuada en el cuello, si gasta toneladas de millones de pesos para su campaña. Lo que importa es saber que nunca expuso en su trabajo legislativo lo que ahora promete hacer para el mismo cargo que ya tiene desde hace unos años. Importa saber que fue socio político de Carlos Menem y que sus socios duhaldistas incorporaron a Luis Patti, preso por violador de derechos humanos y asesinato de dirigentes populares, como emblema de sus listas electorales. Importa saber que cuentan con la simpatía de Cecilia Pando, defensora de esos mismos presos. Y que ahora contarán posiblemente con el apoyo de Aldo Rico.
Los viejos fantasmas del pasado amenazan volver.
Y además importa que Mariano Grondona bosqueje en el aire con el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, las posibilidades y el deseo de estos sectores por pegar un golpe a las instituciones la noche del 28 de junio con Julio Cobos a la cabeza. Está grabado, cualquiera lo puede ver.
Importa que la otra alianza conformada por gran parte de los mismos actores que conformaron la que gobernó y escapó con Fernando De la Rúa, hoy también tratan de volver de igual modo que lo hicieron antes, sin proyectos propios más que los que les dictan desde los estudios de televisión.
La divisoria de aguas es tan clara que los actores se acomodan solos en el rol que les corresponde actuar.
Ya los trabajadores dieron el presente y las máscaras de los impostores se caen de vergüenza. El pueblo sabrá distinguir con sabiduría la farsa de unos pocos, de la vida de carne y hueso de millones de argentinos identificados con un modelo que les devolvió los domingos de sol, aún cuando el cielo esté nublado.
Y eso, en definitiva, es lo que verdaderamente importa defender.
(El Argentino. 3.05.09)
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