La disputa entre los dos modelos de país no es un asunto de la teoría, sino de la vida. Está en la piel de los argentinos. En su historia corta y en su historia larga.
De eso habló ayer la Presidenta Cristina Fernández anunciando nuevos créditos para las Pymes y el crecimiento del gasto público, del superávit comercial y de la recaudación fiscal.
En otras palabras, el mundo se cayó, pero los argentinos seguimos de pie.
No son datos aislados; están enmarcados en un modelo de desarrollo e inclusión social que nos gobierna desde el año 2003. Y que provoca que los sectores que más se enriquecieron con el anterior modelo neoliberal, sean los agresivos opositores de hoy, mientras que los trabajadores, critican, reclaman, proponen, pero por sobre todo, defienden el gobierno que inició con ellos, el regreso de la dignidad negada desde la última dictadura en adelante.
Todos saben o intuyen que lo que se dirime en las elecciones de junio, tiene la pasión de las grandes gestas. En democracia es así, decide el pueblo.
La divisora de aguas atraviesa la América Latina de punta a punta. En cada país tiene sus propias características. Pero la lucha entre lo viejo y lo nuevo, lo justo y lo injusto, devuelve el parentesco fraternal a los nacidos en estas tierras del nuevo continente.
Las declaraciones del Presidente Lula, reafirmando su admiración, compromiso y solidaridad con el proyecto político argentino conducido por Cristina y Néstor Kirchner, confirman esta apreciación y son, a la vez, un cachetazo moral para los que fronteras adentro, llaman todos los días a degüello contra la esperanza de los más humildes.
“No queremos la miga de la mesa de los poderosos”, dijo con toda justeza el ministro Julio de Vido, hablando de estos mismos asuntos.
Los que sostienen el viejo modelo del ajuste, hoy son radiantes conferencistas. Campeones en el arte de pronosticar catástrofes, ganan todas las carreras montados en la bicicleta fija de sus divagues y elucubraciones.
Pero siguen sin exponer ante la sociedad ninguna propuesta consistente.
Sólo saben oponerse a un modelo que gobierna con la mira puesta en la defensa del empleo, la producción y el consumo interno.
En sus maniobras opositoras, despliegan mediaticamente todos los enroques posibles para justificar sus candidaturas, como lo hizo Gabriela Michetti renunciando a su compromiso con el electorado porteño que la eligió para gobernar.
Más allá de las circunstancias diferentes, irse antes del gobierno, ya no es una exclusividad delarruista.
Asquea observar a los principales referentes de esa oposición, lucrando con las víctimas de la delincuencia.
Contra las actitudes de aquellos que con una sonrisa cándida, agitan a menudo políticas de exclusión social, la democracia deberá seguir anteponiendo como consigna vital que la mejor política de seguridad son las políticas de prevención del delito y de inclusión social. Si así no fuera, se corre el riesgo de consolidar el país desigual y por tanto, la violencia marginal será parte del paisaje habitual de los argentinos.
Como lo dejaron en claro con otras palabras, Néstor Kirchner y Daniel Scioli anoche en la ciudad de Pilar, la dinámica de esta etapa política está signada por la continuidad y la profundidad del actual modelo gobernante o por su interrupción y vuelta atrás.
A todo o nada. Es parte ineludible del proceso histórico en nuestro país y en toda la región.
La historia enseña que los trabajadores y los sectores más humildes son sabios a la hora de valorar y defender las conquistas sociales. Pero hay otros sectores que, por el contrario, cuando mejor están económicamente, se olvidan de cómo lograron las mejoras de las que hoy disfrutan. Como si no viniéramos del 2001 y del 2002.
A esos sectores habrá que abrazar y recordarles la verdadera historia, para que el 28 de junio elijan por el futuro y no por el pasado que ya padecimos.
De eso habló ayer la Presidenta Cristina Fernández anunciando nuevos créditos para las Pymes y el crecimiento del gasto público, del superávit comercial y de la recaudación fiscal.
En otras palabras, el mundo se cayó, pero los argentinos seguimos de pie.
No son datos aislados; están enmarcados en un modelo de desarrollo e inclusión social que nos gobierna desde el año 2003. Y que provoca que los sectores que más se enriquecieron con el anterior modelo neoliberal, sean los agresivos opositores de hoy, mientras que los trabajadores, critican, reclaman, proponen, pero por sobre todo, defienden el gobierno que inició con ellos, el regreso de la dignidad negada desde la última dictadura en adelante.
Todos saben o intuyen que lo que se dirime en las elecciones de junio, tiene la pasión de las grandes gestas. En democracia es así, decide el pueblo.
La divisora de aguas atraviesa la América Latina de punta a punta. En cada país tiene sus propias características. Pero la lucha entre lo viejo y lo nuevo, lo justo y lo injusto, devuelve el parentesco fraternal a los nacidos en estas tierras del nuevo continente.
Las declaraciones del Presidente Lula, reafirmando su admiración, compromiso y solidaridad con el proyecto político argentino conducido por Cristina y Néstor Kirchner, confirman esta apreciación y son, a la vez, un cachetazo moral para los que fronteras adentro, llaman todos los días a degüello contra la esperanza de los más humildes.
“No queremos la miga de la mesa de los poderosos”, dijo con toda justeza el ministro Julio de Vido, hablando de estos mismos asuntos.
Los que sostienen el viejo modelo del ajuste, hoy son radiantes conferencistas. Campeones en el arte de pronosticar catástrofes, ganan todas las carreras montados en la bicicleta fija de sus divagues y elucubraciones.
Pero siguen sin exponer ante la sociedad ninguna propuesta consistente.
Sólo saben oponerse a un modelo que gobierna con la mira puesta en la defensa del empleo, la producción y el consumo interno.
En sus maniobras opositoras, despliegan mediaticamente todos los enroques posibles para justificar sus candidaturas, como lo hizo Gabriela Michetti renunciando a su compromiso con el electorado porteño que la eligió para gobernar.
Más allá de las circunstancias diferentes, irse antes del gobierno, ya no es una exclusividad delarruista.
Asquea observar a los principales referentes de esa oposición, lucrando con las víctimas de la delincuencia.
Contra las actitudes de aquellos que con una sonrisa cándida, agitan a menudo políticas de exclusión social, la democracia deberá seguir anteponiendo como consigna vital que la mejor política de seguridad son las políticas de prevención del delito y de inclusión social. Si así no fuera, se corre el riesgo de consolidar el país desigual y por tanto, la violencia marginal será parte del paisaje habitual de los argentinos.
Como lo dejaron en claro con otras palabras, Néstor Kirchner y Daniel Scioli anoche en la ciudad de Pilar, la dinámica de esta etapa política está signada por la continuidad y la profundidad del actual modelo gobernante o por su interrupción y vuelta atrás.
A todo o nada. Es parte ineludible del proceso histórico en nuestro país y en toda la región.
La historia enseña que los trabajadores y los sectores más humildes son sabios a la hora de valorar y defender las conquistas sociales. Pero hay otros sectores que, por el contrario, cuando mejor están económicamente, se olvidan de cómo lograron las mejoras de las que hoy disfrutan. Como si no viniéramos del 2001 y del 2002.
A esos sectores habrá que abrazar y recordarles la verdadera historia, para que el 28 de junio elijan por el futuro y no por el pasado que ya padecimos.
(El Argentino. 21.04.09)
2 comentarios:
Es tal como vos lo decís. Es algo más que política. Este modelo es la forma de vida con la cual nos identificamos los argentinos.
Yo sé bien que no voy a votar un modelo excluyente, sostén de los privilegios de la oligarquía y la gran burguesía financiera íntimamente relacionadas a las grandes multinacionales. No quiero el modelo agroexportador, anclando a nuestro país como factoría de los países centrales.
Y además, leo la historia, y ya sé lo que nos pasó, cuando fuimos desprevenidos, cuando anclamos en un modelo neoliberal que produjo desocupación, muerte, salarios bajos, pérdida de depósitos, desprendimiento de las empresas nacionales...
Yo no quiero eso. Quiero un modelo argentino, nuestro, independiente...
Saludos
Lamentablemente estamos muy lejos de tener representantes que realmente se preocupen por sus ciudadanos con necesidades urgentes. Este gobierno, como el anterior para mí son la otra cara de la misma moneda. Aman el poder para ellos. Tal vez lleven puestas otras máscaras, pero la idea es la misma, no les interesa las urgencias que hoy padecemos la mayoría de los argentinos, sin embargo ellos viven una vida de ricos excéntricos, de ambiciosos egoistas.
Son los mismos de siempre.
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