Las
elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias ya están a la vista
de todos.
Están
habilitados para votar 30.530.323 electores; casi un millón setecientos mil más
que en la última elección del 2011.
De ellos,
serán 600.000 los jóvenes de 16 y 17 años en condiciones de votar, si así
deciden hacerlo.
Será su
primera vez.
Ese 2 % del
padrón electoral está expresando, vote o no vote o vote por fulano, por mengano
o por zutano, que hay un país con más derechos y más inclusión social.
De eso se
trató el proyecto que los diputados convirtieran en ley la noche del 31 de
octubre pasado.
Deberíamos
recordar cómo se produjo esa instancia final del proceso legislativo.
Repasemos
entonces.
La Cámara
de Diputados tiene 257 miembros. A la hora de votar y después de un largo y
arduo concierto de guitarreros de la oposición, quedaron sentados en sus bancas
sólo 134 diputados, los suficientes para lograr el quórum de la sesión. De
ellos 131 votaron a favor de la ley que modificó el Código Electoral
permitiendo el voto joven, 2 votaron en contra y uno se abstuvo.
Todos esos
votos a favor pertenecían a la bancada kirchnerista.
Los 123
ausentes eran diputados de la oposición.
¿Dónde
quedó el discurso opositor de la participación, del dialogo, del “vamos a
portarnos mal” y bla-bla-bla?”
Quedó
afuera del recinto. Obvio.
Eran los
días que esos opositores impulsaban abrir una cuenta para juntar los dólares
que exigían los fondos buitres que tenían secuestrada nuestra Fragata Libertad
en el puerto de Ghana, África.
Antes de
levantar su humanidad e irse sin votar, la diputada Carrió brindó una clase de
civismo con estas palabras: “Este no es un aire democrático, ¿para qué
meterlos? Este aire da asco…Los vamos a introducir al mercado del voto y todos
sabemos en lo que se ha transformado. ¿Qué van a ofrecer fuera y dentro de la
escuela secundaria a cambio del voto? ¿Dinero? ¿Acaso droga?”.
A su vez, la
diputada “peronista opositora” Natalia Gambaro del bloque presidido por Francisco
De Narváez, se preguntó sin ruborizarse: “¿Qué pasa si un joven quiere ir a
votar y su padre no lo lleva en el coche?”.
¡Ah bueno!
He allí el
respeto y la valoración opositora sobre nuestros jóvenes.
Ese día el
diputado Jorge Rivas expresó: “Los jóvenes cargan con una fuerte
estigmatización social, y si son pobres, peor. Pero comparten y piensan un
modelo de Nación, de Estado, de economía y muestran un fuerte interés por
cambiar las cosas más inmediatas que los afectan. Por eso me parece positivo
que en esta oportunidad, en vez de hostigarlos, les demos el derecho a
expresarse electoralmente”.
Los
opositores se fueron.
La emoción y
la dignidad se quedaron.
El Argentino, martes 30 de julio de 2013
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