El
ciudadano cordobés Julio Giménez se emociona cuando recuerda a su padre, Alberto
Giménez, un dirigente sindical combativo asesinado por bandas paramilitares en
la Córdoba violenta, antesala de la dictadura cívico-militar.
Buscó
durante todos estos años pistas para esclarecer el crimen de lesa humanidad que
lo dejó huérfano. Hasta se hizo policía para investigar mejor.
Pero un día
sucedió lo imprevisto: otro policía lo amenazó de muerte si es que seguía investigando
en la institución policial.
“Seguí con
esta actitud y vas a tener el mismo fin de tu papá”.
El que lo amenazó
se llama Ramón Frías y hoy es el jefe de policía de la provincia por decisión
del gobernador De la Sota.
Giménez
hizo las denuncias correspondientes y pidió hablar con De la Sota para buscar
protección ante la presencia amenazante de policías siguiéndolo.
El gobernador
no lo atiende.
Y la
justicia, bien gracias.
Entonces pidió
una audiencia con el Ministerio de Justicia y la Secretaría de Derechos
Humanos.
Ayer estuvo
con el ministro Julio Alak y el Secretario Martín Fresneda que le brindaron, en
representación de la Presidenta de la Nación, el pleno apoyo para su noble
causa.
Y para su
vida.
De la Sota,
mientras tanto, está de caza mayor: volteando antenas de la TV Digital Pública
para que los cordobeses no miren ni escuchen lo que viene pasando en el país y las
amenazas a Giménez y a los pibes militantes en la propia provincia.
Cuánta
razón tiene Fresneda al expresar: “este año los argentinos conmemoramos 30 años
de democracia; sin embargo, siguen existiendo dificultades para que la Justicia
y las fuerzas de seguridad provinciales avancen con las investigaciones
pertinentes, situación agravada por la falta de respuesta del Gobierno de
Córdoba”.
Es que
estas amenazas no son un caso aislado sino que, por el contrario, se suman a
otros hechos provocados por la policía de Córdoba en las antípodas de la
política de Memoria, Verdad y Justicia del gobierno nacional.
Las plumas
de los pavos reales de Clarín y La Nación cubren bien al gobernador y a su
socio Mauricio Macri, dándoles letra de paso a una buena parte de la oposición
para que salgan a justificar y por tanto a estimular, los agravios violentos
cometidos contra funcionarios kirchneristas.
Las
columnas mitristas de ayer y su editorial contra la Defensora del Público,
Cynthia Ottaviano, son una violenta provocación.
Con esa
cubierta, Macri y el PRO cargaron su furia contra otro artista popular, León
Gieco.
Y con esa crispación
almorzaron con Barrionuevo, bailaron en reunión de gabinete y parecieron así más
populares… ¿vistes?
Llega el
carnaval. Y una cumbia no se le niega a nadie.
El Argentino, jueves 7 de febrero de 2013
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