Ya repondremos el alma para estar en condiciones de compartir la última declaración testimonial contra los genocidas. Revivir el infierno es duro y se hace necesario reposar el dolor. Además, las callecitas de Buenos Aires y sus dramas cotidianos llaman a una urgente reflexión. Empecemos pues. Un jefe de gobierno podrá vestirse de bombero, pero no es bombero. Podrá disfrazarse de rescatista, pero no lo es. Vestirse de policía, pero no es policía. Recibirse de ingeniero y no saber nada de obras. Allí está la grotesca fotografía de los máximos funcionarios del Pro con chalecos que no les pertenecen. No dan risa, sino pena y vergüenza ajena. En la desazón y la duda, caben todas las preguntas. ¿Y si no son políticos aunque vivan de la política? ¿Y si no son democráticos aunque se golpeen el pecho después de la cena con Magnetto? Nos duelen las muertes ocasionadas por el derrumbe doloso de Villa Urquiza. Hay que buscar a los culpables y hacer caer sobre ellos todo el peso de la justicia. El legislador Juan Cabandié pidió la inmediata renuncia de los funcionarios responsables de esta nueva tragedia, como Oscar Ríos, vocal de Boca, que estaba votando contra Riquelme a la misma hora que encontraban a uno de los muertos en el derrumbe. No alcanzará siquiera con la renuncia de Mauricio Macri si la ciudadanía no construye una nueva cultura política que impida semejante desprecio a la vida en cualquier gobierno, sea local, sea nacional. De esto habló la Presidenta anoche en el Teatro Cervantes. Los opositores llegan a cualquier instancia de gobierno y fracasan, mostrando la hilacha a poco de andar. Los argentinos no podemos equivocarnos más. Lo dijo Néstor Kirchner ayer en Merlo: “Hay que pedirle el currículum, al menos, a los que se apuran a postularse como candidatos en las próximas elecciones. Si uno se pone a releer los antecedentes de los dirigentes de la oposición y de los economistas que los asesoran se dará cuenta rápidamente que son los mismos que fundieron el país cuando les tocó gobernar. No son distintos. Son los mismos” Tienen la caradurez de reclamar el 82 % para los jubilados aquellos que les rebajaron el 13 % cuando gobernaron. La etapa de “ensayo- error” se terminó en la Argentina. Probamos todas las recetas habidas y por haber. Así no hay cuerpo ni país que aguante. Nos devaluaron, nos privatizaron, nos defaultearon, nos defraudaron, nos mintieron, nos echaron del trabajo, nos reprimieron, nos empobrecieron, nos hambrearon, mandaron a lavar los platos a los científicos, nos exiliaron a otros países a buscar trabajo. ¿Por qué vamos a dudar entonces? Todo mal gobierno provoca derrumbes edilicios y provoca derrumbes sociales como los que sufrimos hasta el 2003. Pero también es al revés: todo buen gobierno construye responsablemente. ¿O acaso es casualidad que no haya habido desgracias como las de Villa Urquiza en las miles de obras públicas que desde ese año se vienen realizando en todo el país por decisión de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández? ¿O acaso es casualidad que los mayores ataques de la oposición mediática fueran al ministro de Planificación Julio De Vido? ¿O acaso es casualidad que los fallidos ataques fueran por cualquier verdura pero nunca por una desgracia como ésta que nos duele tanto? Definitivamente, los opositores no saben nada ni de buen gobierno ni de buena política para defender a los ciudadanos. Más que políticos, son de profesión “candidatos”. No les importa el bien común sino mojar el pancito en el plato del señor Magnetto y el señor Biolcatti. Y para sentarse en la mesa de los poderosos, hacen bien los deberes...siempre en favor de los poderosos. Un bochorno total. Se juntan y se desjuntan, todos contra todos. Carrió contra Stolbizer, Duhalde contra De Narváez, Macri contra Carrió…y la rueda sigue girando. “¿Se los imagina gobernando nuevamente?” preguntó ayer Néstor Kirchner. Nos imaginamos respondiendo que “sí”. Y un escalofrío nos corre por la espalda.
El Argentino 12 de agosto de 2010
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