La hora de la igualdad

Los días de agosto no corren, vuelan. *La presidenta Cristina Fernández de Kirchner regresó de la Cumbre del Mercosur y se abrazó con el pueblo riojano en el Homenaje al Obispo Angelelli, repartiendo computadores a pibes de las escuelas, como si fueran vasijas de agua fresca en el desierto. *El Secretario General de la UNASUR, Néstor Kirchner viaja desde allí, casi sin escalas, hasta Venezuela y Colombia para ayudar a amigar a los dos pueblos hermanos. *El ministro Tomada preside el Consejo del Salario junto a trabajadores y empresarios. No se reúnen para acordar un “ajuste salarial” (¿se acuerdan como era antes?) sino para determinar un piso unificado para todo el país. *El canciller Timerman traza un círculo de confianza y se abraza con los asambleístas de Gualeguaychú, liberando puentes, en la esperanza de volver al río que fuera el río de los pájaros. *Ricardo Echegaray anuncia que la AFIP bate récords en la recaudación total y que el impuesto a las ganancias, históricamente el más difícil de cobrar, creció un 41 % respecto al último año. “Es la consecuencia de una economía dinámica” afirmó. (¿Se acuerdan cuándo repetíamos indignados que los poderosos no pagaban impuestos?) Aún falta mucho, pero hay un camino. Y hay Estado. La Argentina real es un torbellino lleno de pasión y vida. Y por eso mismo, de contradicciones. Entre San Juan y La Rioja, la historia de los pueblos latinoamericanos anduvo presente en estos días de invierno. Pero muy lejos de allí, en la Sociedad Rural y el Congreso de la Nación, mostró sus dientes nuevamente la otra historia, la de los dueños del poder económico y sus lobbistas. De un lado, la búsqueda de una patria más justa e igualitaria. Del otro, la pugna por un país sin retenciones, es decir, sin Estado. El Chacho Peñaloza cabalga sobre los llanos riojanos. Los coroneles de Mitre, amenazan desde las sombras. Tranquilos. Nada hay que temer ahora que los cambios se producen al abrigo de los pueblos, con su participación y con tanta historia encima. Es interesante compartir y comparar una serie de imágenes que pintan de cuerpo entero lo que venimos diciendo en estos días de invierno. En una de ellas, vemos un retrato multicolor mostrándonos al presidente de Brasil, Lula da Silva, en un largo abrazo con nuestra presidenta y con Néstor Kirchner. Los tres ríen como buenos compañeros, como amigos de toda la vida. En otra, la ministra Alicia Kirchner se estrecha en un abrazo emocionado con el primer presidente indígena de América Latina, Evo Morales. Detengámonos en esta imagen. Al presidente boliviano se lo ve a punto de largar el llanto. La ministra casi, casi. Evo recibía el Premio Honoris Causa otorgado por la Universidad de San Juan y la de Cuyo y balbuceaba un “Gracias, siento un gran honor y emoción” La ministra le da la bienvenida y le dice “¡Claro que es así! porque en esta construcción de derechos humanos y sociales, Argentina no tiene más que aplaudir este reconocimiento que habla de la integración y de la conciencia regional” Evo agradeció y elogió enfáticamente el apoyo que le brindara su hermano, Néstor Kirchner desde el primer día de su mandato y agregó: “Mi amigo Néstor fue uno de los primeros presidentes en apoyar nuestro proceso de re-estatización de los hidrocarburos al ofrecer inversiones en Bolivia si fueran necesarias. Ahora Néstor, ocupando el Secretariado permanente de la UNASUR, más que Secretario, sería el Presidente de Sudamérica” Antes, el elogio a los gobernantes venía de los gerentes financieros del FMI. Ahora es Evo y es Lula y es el Pepe Mujica y es la secretaria de CEPAL, Alicia Bárcena que al exponer el documento del organismo de Naciones Unidas, “La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir”, dice sin evasivas ni eufemismos que el Mercosur, con Argentina y Brasil a la cabeza, son un ejemplo a imitar en todo el continente. “En la pobreza aprendí que la política es la ciencia de servir al pueblo”, finalizó Evo. Y el abrazo, entonces se hizo eterno.

El Argentino, 5 de agosto de 2010