martes, 17 de agosto de 2010

Esa obstinada terquedad

Así denominó la Presidenta la ejemplar conducta de los organismos de derechos humanos, familiares y sobrevivientes del genocidio durante estos años. Gracias a esa terquedad estamos protagonizando un despliegue universal de la defensa de la vida, la igualdad y la justicia como no se vio en estos doscientos años de historia nacional. Porque no se trata de hacer justicia exclusivamente con el pasado de horror que padecimos, pero alimentar al mismo tiempo otras injusticias con las nuevas generaciones. Ninguna sociedad podría disociar su pasado del presente sin pagar costos irremediables. ¿Pero qué dicen de nosotros al respecto, quienes vienen a visitarnos y a observar el proceso político que estamos viviendo? “Argentina está a la vanguardia en la defensa de los derechos humanos en América Latina y en el mundo entero” lo afirmó la Fiscal de Madrid, Dolores Delgado, que acompaña al Juez Baltasar Garzón en su visita a nuestro país. “Por primera vez en estos cinco siglos de discriminación racial, étnica y de género, con ciudadanos de primera y segunda categoría y la peor distribución del ingreso del mundo, empieza a ceder gracias a políticas sociales progresistas, como ocurre en la Argentina” lo afirmó la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, en la reciente Cumbre del Mercosur. Argentina es el país más igualitario de América Latina luego de la aplicación de la Asignación Universal por Hijo, el país de los salarios mínimos más altos de la región, el primer país que tiene una ley de matrimonio igualitario, el primero que aprueba una ley de medios de la democracia que ya es ejemplo en todo el continente. El país que junto a China, según Naciones Unidas, superó ampliamente los coletazos de la mayor crisis mundial en un siglo, gracias a las políticas activas del Estado nacional. He aquí la verdadera calidad institucional que se viene operando en lo más profundo de la república. Sería muy edificante que tomaran nota de estos datos, los liberales de buena fe. Ahora bien, es preciso que estos cambios se expresen en la conciencia social, que deberá ir de la mano de aquellas transformaciones. Decía Michel Foucault que el humanismo, en tanto categoría política, es querer cambiar la ideología sin tocar las instituciones y que el reformismo, es cambiar la institución sin tocar el sistema ideológico. Concluía el pensador francés que la acción transformadora se define, por el contrario, como una conmoción simultánea de la conciencia y de la institución. Es preciso desde ahora que la sociedad, o una mayoría de ella, levante como suyas las banderas políticas y sociales conquistadas en estos últimos siete años, despojándolas si así se prefiere, de toda connotación partidaria para transformarlas en valores culturales y derechos adquiridos. Sólo así será posible consolidar este proceso de cambios evitando que las mafias corporativas y monopólicas se vuelvan a adueñar de la democracia. Quizás la historia esté diciendo que por un buen tiempo habrá que marchar sólo con las fuerzas que hoy se expresan en este gobierno. Ante la ausencia de una oposición creíble, seria, responsable, creativa, propositiva, con valores democráticos, será preferible ejercer aquello de “mejor solos que mal acompañados”. Las fracturas y riñas opositoras indican que su dirigencia no está en condiciones de superar su estadio predemocrático. No pueden desacoplarse de un tiempo que ya fue ni escapar a la decadencia de sus propias ideas y conductas. Son el menemismo y la Alianza; estando juntos o divididos. Creen que la política es sinónimo de exclusiva competencia electoral. Sólo les importa ser “candidatos”, no les importa tener programas ni proyectos alternativos. Ya les dirán Magnetto y Biolcatti qué cosas hacer desde un hipotético gobierno, si es que logran derrotar este proyecto de cambio que lideran Cristina y Néstor Kirchner. Dios nos libre y nos guarde si ello logra suceder. La garantía que no suceda está sólo en nosotros, los ciudadanos de buena voluntad.

El Argentino 13 de agosto de 2010

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