Así hablaba el Obispo Angelelli, asesinado por los mismos que encadenaron a mujeres embarazadas antes de arrojarlas al mar y que hoy se autoencadenan con Cecilia Pando para burlarse de la Justicia que no dieron a sus víctimas. Del abrazo con los presidentes, Cristina Fernández de Kirchner estará hoy en el dolido encuentro con el pueblo riojano recordando a su Obispo. Todo es parte de una misma historia, la que escriben los pueblos al sur de América. La que supo testimoniar con su propia vida Angelelli. La Cumbre más importante en la historia del continente ha finalizado. No has arado en el mar, Simón Bolívar. El Mercosur obtuvo finalmente su pasaporte de identidad aprobando el Código Aduanero; de ahora en más, ante nosotros y el mundo, somos una sola Patria Grande. Esta América Latina tan desigual y tan rica, acaba de escribir en San Juan una de sus páginas de gloria, en la unidad fraterna de esos presidentes que, como dice Cristina se parecen tanto a sus respectivos pueblos. Ahora que volvemos a ser una sola patria continente, ahora que somos, ahora que andamos juntos, ahora que creamos nuestros propios relojes y nuestro propio tiempo, ahora estamos nuevamente liberados como querían los Padres de la Patria. Un poco más cerca del paraíso perdido hace tantos siglos. La América mestiza, india, gringa, negra, mulata, ya sabe lo que quiere y cómo lo quiere. No va a esperar ni permitir que otros lo hagan por ella. No quiere la guerra, sino ser un reservorio de paz para la humanidad. Tiene todo para ser feliz. Tiene sus ríos y montañas, sus mares, la tierra más nutritiva del planeta, su petróleo, su gas, sus peces, su ganado, sus glaciares, su Acuífero Guaraní. Y tiene sus pueblos, su cultura, su heroica historia de luchas sociales, sus sueños de igualdad. El Mercosur y la Unasur eran el telar que faltaba para poder construir este tejido que hoy se acaba de tejer colectivamente. El desafío tiene nuevamente la altura de Los Andes. En el nuevo cruce, no habrá que dejar caer a ninguno de los herederos de los libertadores si es que queremos, como pueblos, consolidar el camino. Esta vez, es para siempre. Que en el Bicentenario se haya logrado este avance de unidad soberana es todo un signo de la historia, un mandato, un llamado, una caricia de amor ante tanto odio de los poderosos que en todos los tiempos buscaron dividirnos para poder vencernos. La lección está aprendida. La Declaración final de los Presidentes es una obra literaria que tardó 200 años en escribirse. Va desde la defensa irrestricta de los Derechos Humanos, del agua, de los derechos sociales, de la seguridad alimentaria y nutricional hasta la reivindicación de los valores de los pueblos, reconociendo que el masticado de hoja de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo de Bolivia que debe ser respetada por la Comunidad Internacional. Esto es América Latina. Esto somos. Así como en La Rioja, hoy todos somos el Obispo Angelelli. Lo asesinaron los dictadores el 4 de Agosto de 1976. Su compromiso con el Evangelio de los pobres, su coraje ante los genocidas, su trajinar permanente por cerros y llanos acompañando con el alma y con el cuerpo cada daga doliente de su pueblo, le costó la vida. Sin embargo, lo preferimos vivo entre nosotros para que siga predicando a favor de la justicia y señalando desde su altura moral a los injustos, los corruptos, los explotadores y negadores de la condición humana. Durante su mandato presidencial, Néstor Kirchner efectuó el primer reconocimiento que le hacía un gobierno de la democracia a Angelelli, decretando el 4 de Agosto de 2006 como Día de Duelo Nacional. En un acto en la Casa Rosada, Kirchner expresó: “Me siento avergonzado porque también en este caso el Estado llega muy tarde; Padre Angelelli, aunque sea tarde, quiero decirte que esta casa de gobierno es tu casa”. La presencia de la Presidenta en los homenajes de hoy, reafirma la memoria y el mismo dolor por quien fuera un Cristo entre los más humildes.
El Argentino, 4 de agosto de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario