martes, 31 de agosto de 2010

Por algo será


La dictadura cívico-militar se valió de la prensa cómplice para imponer la versión oficial del terrorismo de estado.
¿Se habrá olvidado Solanas? ¿No lo sabía Margarita Stolbizer?
¿No aprendieron con Benedetti que una cosa es morirse de dolor y otra distinta, morirse de vergüenza?
Eran Clarín y La Nación los que imponían la agenda diaria a repetir por la radio y la televisión, a lo largo y ancho del país.
Los muertos eran contados de a centenares, en fraguados enfrentamientos, siempre del mismo lado.
En ese marco de terror es cuando impusieron la muletilla: “Por algo será”.
Era una forma de complicidad colectiva con los genocidas; inconciente la mayor de las veces. Aunque esa inconciencia no exculpara a nadie.
Mucho menos ahora.
En la cola del colectivo, en las peluquerías, en el almacén del barrio, en los kioscos de diarios, la gente leía los titulares del horror en danza y la muletilla aparecía como un salvoconducto: “por algo será”.
Si la vecina comentaba en la carnicería “¿Vieron lo que pasó con la parejita de al lado?” “No, no vi nada, al menos yo” respondía otro vecino como para sacarse rápidamente de encima cualquier posibilidad de convertirse en un testigo en peligro. Y entonces la vecina contaba que oyó gritos y golpes y chirridos de gomas de autos y sirenas y al asomarse a la ventana que da a la calle vio cuando arrastraban a los dos jóvenes vendados hacia un Falcon verde.
“¿Y con la beba qué hicieron?” preguntaba entre curiosa y alarmada otra vecina que había permanecido callada. “Ay señora, si usted hubiese visto, pobrecita, iba llorando en brazos de un grandote que no ocultaba su arma”
El final de la conversa era siempre el mismo…“por algo será”
Agosto de 2010. La democracia representativa, a través de la Presidenta, emprende como nadie lo hizo antes, la más decidida política antimonopólica tendiente a democratizar los servicios audiovisuales.
Si triunfa la justicia, de acá en más todos tendremos voz y voto, derecho a informarnos libremente, sin cautiverio ni monopolios.
Nunca más la dictadura.
El muro de silencio cae estrepitosamente y en su caída se aferra a propios y ajenos buscando hacerlos partícipes de su batalla final por la impunidad.
Y es aquí donde el espanto y la indignación no nos alcanzan para entender la complicidad de algunos prominentes opositores en estos días que corren.
Esas frases de Gerardo Morales, Duhalde, Silvana Giudice, Federico Pinedo, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Pino Solanas, Roy Cortinas, Stolbizer y otros representantes del Grupo A: “Esto es un mamarracho”; “Hay cosas más importantes para tratar en el Congreso”; “Este es un intento del kirchnerismo por construir un nuevo monopolio que es más peligroso que Clarín porque es público”, son la nueva versión de aquel tenebroso “por algo será”.
En la disyuntiva entre la profundización de la democracia y la defensa de las corporaciones optan, con descaro o disimulo, por las corporaciones.
La derecha opositora y el Clarín se protegen en defensa propia.
Los que estamos comprometidos con los intereses del pueblo y la nación, preferimos equivocarnos con los torturados, antes que acertar con los torturadores.
Pero esa progresía que fue perseguida por los mismos que torturaron a Lidia Papaleo, es decir por Videla, Massera, Camps ¿qué explicarán a sus compañeros y a sus hijos de aquí en más? ¿Qué se asocian a Magnetto por una cuestión de táctica pura? ¿Qué son chavistas en Venezuela y en la Argentina, liberales?
Claro, siempre y cuando Venezuela siga estando en ese lugar del mundo a diez mil kilómetros de distancia.
“Por algo será”, lo dicen de otro modo, pero lo dicen.
Si esos dirigentes no recomponen sus quebraduras, serán sus militantes los que romperán el candado y las tranqueras de sus espacios políticos para salvarse de tamaña desvergüenza.
Haber sido víctimas no justifica ser victimarios ni ponerse del lado del verdugo.
Todo lo demás, es discutible.
Pero entre la vida y la muerte, siempre hay que optar por la vida.



El Argentino 30 de agosto de 2010

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