Las noticias de la semana son significativas, las mire por donde las mire.
El triunfo oficial en Diputados, la democratización del fútbol argentino, los acuerdos con Venezuela, la terquedad opositora en hacerle zancadillas a la gobernabilidad democrática, constituyen un combo complejo, que cerrará a toda orquesta con el anuncio presidencial de un Plan social que permitirá la creación de decenas de miles de nuevos puestos de trabajo para los argentinos.
Algo nuevo está pasando en la Argentina.
El sistema democrático entró en una etapa donde las variables experimentadas en el pasado reciente y por consiguiente previsibles para el después de una elección de medio término, esta vez no se replicaron tal como las hemos conocido.
Con la densidad de una certeza inexorable, se decía que un tropiezo electoral del oficialismo de turno, cualquiera sea su color partidario, significaba irremediablemente la perdida de voluntad gobernante y el asomo irruptivo y dominante de la oposición.
La percepción de una situación signada por la emigración en masa de oficialistas descontentos, el cambio brusco hacia la derecha en la orientación de las políticas oficiales, el abandono del sostén parlamentario, una lluvia de ideas novedosas de los opositores, eran parte del escenario previsto en sesudos análisis editoriales.
Pero nada de esto viene sucediendo en la actual coyuntura.
Y no sólo por que en la suma del total nacional ganó el Frente para la Victoria.
Sino por que la oposición fragmentada, no acierta en hallar un punto superador a sus desavenencias. No les importa siquiera disimular sus contradicciones internas.
Hay que leer a Carrió, luego a Cobos, después a Stolbizer, pasar por Gerardo Morales y preguntarse finalmente ¿Y? ¿Dónde está el Acuerdo y la Coalición? ¿Dónde el programa de gobierno y la nueva lluvia de ideas? ¿Dónde el proyecto superador con capacidad de gobernar el país?
Resulta escandaloso, escucharlos confesar que a la hora de votar en el Parlamento contra los proyectos enviados por el Ejecutivo, estarán unidos. Pero eso sí, admiten impúdicamente que sus graves diferencias, se originan “sólo por el posicionamiento electoral de cara al 2011”.
Lo dicen ellos. ¿Se los imagina en el Gobierno nuevamente?
Mucho mejor que llamarse “Acuerdo”, haría más honor a sus conductas calzar el mote de “Desacuerdo cívico-social”.
La derecha más añeja, expresada en el conglomerado que integran Mauricio Macri y Francisco De Narváez, con la complicidad política de Eduardo Duhalde y Carlos Menem, se debate por determinar si su suerte futura correrá por el carril más pituco y recoleto de las clases sociales donde se sustenta o si finalmente optarán por una alianza antiprogresista nucleada alrededor de la derecha peronista.
El ejercicio de lectura para el pan-radicalismo, también sirve para entender los sinuosos caminos de la derecha.
Ahí están a la orden del día, los choques frontales y sutiles, según cuadre la ocasión, entre los dirigentes de este espacio.
De Narváez contra Duhalde y Felipe Solá, Duhalde elogiando a Reuteman y ninguneando a Macri, el sindicalismo de Luís Barrionuevo y Momo Venegas, tratando de constituirse en arrieros de tropas con una impronta decididamente duhaldista, son todas maniobras que evidencian un estado de conflicto irresuelto que más tarde o más temprano deberá resolverse.
En la vereda opuesta, la fuerza que acumula a favor de la transformación progresista de la sociedad, con posibilidades concretas y verificables de profundizar este proceso de cambios en la Argentina, sigue siendo el Frente para la Victoria, liderado por Néstor Kirchner.
Crecerá al amparo de su disputa sin ambigüedades con las corporaciones del poder mediático y de la patronal rural que, ante la ausencia de una oposición partidaria coherente, se constituyeron en la expresión, tan vieja como renovada, del “partido del ajuste neoliberal” de los años noventa.
En este marco, el progresismo opositor al Gobierno, deberá optar, definitivamente, entre el abrazo de los humildes y la rechifla de los patrones sojeros, o el aplauso de los poderosos y el digno desprecio de los que menos tienen.
Esta vez, no hay tercera vía.
Jorge Giles. El Argentino. 14.08.09
http://www.elargentino.com/nota-53794-Un-fin-de-semana-a-toda-orquesta.html
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