La formalidad bajo control de la democracia crujió dos veces en los últimos dos años.
La primera fue cuando la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner dispuso un mecanismo de redistribución de la riqueza a través de la fenecida Resolución 125.
La segunda, es la originada por el reciente envío al Parlamento del Proyecto de Comunicación Audiovisual que redistribuye y democratiza la imagen y la palabra.
Los huesos más duros de la dictadura y el neoliberalismo que arbitró durante décadas, empezaron a ser roídos por la voluntad del gobierno democrático.
Esta observación explica qué cosas son las que están en juego en la Argentina y cuál es el nudo cultural de sus conflictos.
No es esta una coyuntura marcada por las recurrentes crisis sociales y políticas causadas por eventuales derrumbes caóticos en los índices de la economía real. Por que aún en medio de la crisis capitalista mundial más profunda de la historia contemporánea, la economía argentina afronta con solvencia los desafíos de la hora.
La resistencia esta vez parte de las trincheras del viejo poder económico y mediático, dominante en la gobernabilidad republicana. Hasta ahora.
Cuando entran en contradicción las medidas de un Gobierno con los intereses económicos monopólicos, lo que se pone en disputa es la hegemonía de la democracia.
O la tiene la política o la detentan las corporaciones monopólicas.
La oposición de derecha ya se puso en línea con los dueños del poder, contaminando su rol democrático y despreciando su propia naturaleza política.
El proyecto de país desarrollado con la presidencia de Néstor Kirchner y profundizado por Cristina se inscribe, en un todo coherente, con un proceso en la región que avanza en este mismo sentido, recuperando la centralidad de la soberanía política y el rol del Estado regulador en defensa de los pueblos; ya no de los poderes establecidos.
Esta etapa se nutre con los cambios estructurales que expresan las medidas adoptadas por el Gobierno y se complementan con hechos que son inéditos para la experiencia colectiva.
El espacio abierto en la sociedad después de conocerse los resultados de los últimos comicios legislativos, permite vislumbrar que amplios sectores medios empiezan a experimentar la sensación de descubrir en el ambiente de su cotidianeidad ese olor a azufre y demonio que identifica a las diferentes versiones de la derecha.
“¿Es esto lo que viene después del kirchnerismo?” Se preguntaron muchos, sorprendidos y escandalizados por las actitudes y declaraciones de los patrones rurales el día que rindieron homenaje a Martinez de Hoz en la Sociedad Rural y se proclamaron tributarios del voto opositor.
No les fue en zaga la decisión autoritaria del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, sosteniendo hasta el último aliento al ex comisario Jorge Fino Palacios por sus “meritorios antecedentes”.
Esta primera circunstancia facilitó observar un paisaje opositor que constituye un cuadro elocuente, y lamentable por cierto, de las fuerzas que se proponen ser alternativas de gobierno en el país.
Si a estos desajustes en el núcleo de poder económico donde asienta sus reales la oposición, se suman todos y cada uno de los culebrones de los propios políticos opositores, se hace evidente que la derecha, en cualquiera de sus expresiones, no está en condiciones de constituirse en un bloque capaz de presentarse como una alternativa superadora del actual modelo gobernante.
La reciente excursión de Carlos Reutemann por los albañales del idioma, se debe entender necesariamente en este contexto de desconcierto y desnudez explícita de los proclamados “presidenciables” por el monopolio mediático.
Las rencillas reiteradas hasta el cansancio en los distintos bloques opositores, su conducta ociosa y negativa contra todo lo que pueda venir del oficialismo y la deslegitimación que ahora hacen del Parlamento, los muestran irremediablemente como un peligro inminente para la democracia.
Si desconocen la validez del Poder Legislativo, elegidos por la ciudadanía, no por extraterrestres, para discutir y sancionar la ley de Comunicación ¿por qué no sospechar que con el mismo argumento desconozcan luego al Poder Ejecutivo?
Habrá que enseñarles que las instituciones democráticos disponen del tiempo, legal y legítimo, que le dan las urnas de origen y no los intereses corporativos.
De todos modos, el dato más interesante es el que construye una sociedad que despierta de los comicios del 28 de junio, con muestras de hastío y rechazo por estos actores de la oposición partidaria y mediática.
En este marco social y continental habrá que entender la voluntad política del Gobierno, sosteniendo y profundizando el ciclo abierto en el 2003 y renovado en el 2007 con la asunción presidencial de Cristina.
Es este un gobierno que expresa un proyecto político y un modelo de país inconcluso. No zigzaguea en función de las coyunturas y mucho menos, hace escapar por derecha lo que no puede obtener por el costado progresista de su proyecto.
Por el contrario, todo lleva a suponer que este Gobierno terminará su mandato cumpliendo con la palabra empeñada y no con el discurso de la resignación, tan “natural” en los gobiernos que lo antecedieron.
Es en la genética de sus adversarios, desde donde se aprecian mejor los ladrillos con que se construye el proyecto de nación que hoy gobierna.
Nunca como ahora se vio ni se escuchó la retahíla de mensajes cargados de tanto odio y resentimiento social como en estos últimos dos años.
Y los que disparan no son los sectores más humildes de la sociedad, sino su polo contrario.
Meterse con los ingresos millonarios de los ricos propietarios y arrendatarios del “campo” y empujar una nueva ley de medios que sustituya la legislación de la dictadura de Videla y Martínez de Hoz, parece ser una osadía tan temeraria como atreverse a patear un nido de serpientes.
Lo demuestran los titulares, los silencios, las falsas noticias y la obscena liviandad de las mejores plumas de los medios opositores que, llenos de odio, cada vez se parecen más a escribas de simples panfletos ideologistas.
Son “trotskistas” al revés.
Lo vuelven a demostrar con los comandos civiles del ruralismo controlando con total impunidad el transito de los vehículos de transportes de carga y con las pantallas televisivas de la corporación mediática, presentándolos como victimas en lugar de lo que son, victimarios de la paz social y el alimento de los argentinos.
El protagonismo de Cristina en la Cumbre de la UNASUR, calificada de brillante por Lula, fue en la misma dirección política del resto de los presidentes sudamericanos, a excepción del de Colombia, reafirmando el lugar en el mundo que eligió el Gobierno para sus relaciones de unidad e integración con los países del continente.
Más allá de la declaración final, fueron los discursos de los mandatarios comprometidos con una América Latina soberana, en paz, con democracias cada vez más inclusivas socialmente, lo que erizó la piel de los lobos que ansían extender la experiencia golpista de Honduras al resto del continente.
Alguna vez Salvador Allende, predijo que “América Latina tiene la oportunidad de estar presente en el momento que el mundo cruje. Cruje en lo económico, en lo moral, en lo político. De ahí entonces que las reservas de este continente tendrán que pesarse cuando los pueblos lleguen al gobierno. Cuando hayan arrasado con las viejas oligarquías cómplices del imperialismo. Y cuando, indiscutiblemente, haya una voz de América Latina, de pueblo continente, como lo soñaron los próceres de nuestra independencia”.
La Cumbre de la UNASUR es un testimonio de la vigencia de ese faro luminoso que fue y sigue siendo el ex Presidente chileno.
Sucedieron dos hechos destinados a construir la historia grande del continente: se preservó la unidad latinoamericana y se sentó en el banquillo de los interpelados a las políticas imperiales de los EE.UU., cuando muchos esperaban que cometieran el error de sentar allí a un presidente latinoamericano.
Se interpeló al carcelero, no al prisionero. Por más colaboracionista que este fuese.
Toda una muestra de madurez e inteligencia mayor.
La rúbrica de la Cumbre no está tanto en el documento final sino en la unanimidad de principios de los presidentes y en la decisión de activar, por primera vez, un instrumento plenamente soberano como el Consejo de Defensa de la UNASUR.
El monopolio mediático sabe que es así y están preocupados. Por eso mienten tan descaradamente sobre el presunto “fracaso” de la reunión.
Los sectores que en la sociedad apuestan a un verdadero cambio progresista, sin mordazas ni extorsiones fachistoides, abrazados e identificados con la memoria dolorosa de este pueblo, ya disponen de los elementos de análisis para entender en profundidad el proyecto de país que se debate en la Argentina democrática y saber en consecuencia, de qué lado habrá que estar para seguir avanzando.
Jorge Giles. Miradas al Sur. 30 de agosto de 2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario