lunes, 21 de febrero de 2011

Las batallas del modelo argentino



Hoy no vamos a detenernos en detallar el laberinto sin fin que es la oposición al gobierno.
Siempre crispados, enfrentando lo bueno y esperanzador de este tiempo que hoy viven los argentinos.
Juntos, son el partido de la zancadilla.
Es más edificante saber que el crecimiento del 9,1 % en la actividad económica registrado durante el 2010 y la continua baja en los niveles de desocupación, que se ubica en el 7,3 % y con más de 5 millones de empleos recuperados desde el año 2003, son las columnas centrales del modelo económico vigente en la Argentina.
Es decir, son batallas estratégicas ganadas por el pueblo argentino y su gobierno.
No son una mera brisa de verano.
Son datos que demuestran que, si no ocurriera una catástrofe política, la Argentina marcha segura hacia un porvenir de pleno empleo y prosperidad social, en un marco de total soberanía nacional, como muy pocas veces registró la historia.
Usted, como nosotros, se preguntará entonces ¿porqué la oposición no acompaña este crecimiento virtuoso que pertenece a todos los ciudadanos de buena fe?
En el devenir histórico, está la respuesta.
Cuando la patria se hacía guerreando, con conductas ejemplarmente heroicas, otros argentinos, pero de distinta estirpe, ya inauguraban el esclavismo y el cipayismo en estas tierras.
Los padres de la patria ganaban batallas, liberándonos de los colonialistas y sin embargo, las minorías del privilegio, esas que dormían placenteramente al calor del puerto porteño, los acosaban con sus críticas y falacias.
Hace casi 200 años el General Manuel Belgrano vencía a las tropas realistas en la Batalla de Salta.
Ese 20 de febrero de 1813, fue la primera vez que el Ejército patrio enarboló orgulloso “la enseña que Belgrano nos legó”.
Sin embargo, los unitarios de entonces, se burlaban y mofaban públicamente de aquel Libertador.
No contentos con dejarlo sin víveres y casi sin poder de fuego para su campaña libertadora en el norte, escribían y decían lo que ni los enemigos se atrevían a decir por respeto al héroe, al que reconocían como tal, en el campo de batalla.
Sólo el temple y las profundas convicciones de nuestros próceres explica que Belgrano, ofendido pero entero, escribiera en una carta:
“Siempre me divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos. También son esos los que critican las determinaciones de los jefes. Por fortuna dan conmigo que me río de ellos y hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria”.
Como se verá, la conducta opositora viene de lejos.
La conducta de los patriotas, también.


El Argentino, lunes 21 de febrero de 2011

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