Hoy comienzan las clases en todo el país.
El paisaje en las calles y en las plazas, en el transporte y en los barrios, será otro desde hoy. Mucha suerte, entonces, a los pibes y a los maestros. Mucha suerte para todos nosotros, los ciudadanos de a pie que seguimos soñando y peleando por construir una Argentina que se parezca a una escuela justa, digna, inclusiva, bella, con maestros y profesores remunerados como se merecen.
Hoy es bueno recordar el valor que a la escuela pública le dieron los Padres de la Patria.
José de San Martín y Manuel Belgrano alumbraron desde muy temprano el amor y el compromiso con las bibliotecas públicas y con las escuelas.
Hagamos una ronda en el patio escolar o en la mesa familiar para escucharlos.
Decía San Martín: “Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia…Los días de estreno de los establecimientos de ilustración son tan luctuosos para los tiranos como plausibles para los amantes de la libertad”.
El General Belgrano, recompensado por la Asamblea del Año XIII con 40 mil pesos oro, donó íntegramente esa suma para la construcción de cuatro escuelas, en Tarija, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán.
Los unitarios de Rivadavia se encargarían de “extraviar” ese dinero.
Don Manuel Belgrano, decía: “El maestro es un Padre de la Patria y merece en las celebraciones el sitial más destacado en el Cabildo local”
Tal era el valor que confería a los maestros el Creador de nuestra Bandera, el General, el político, el revolucionario Belgrano.
Cuando firmó aquella donación, pidió que se cumpliera un Reglamento de escuelas escrito por él y que en su artículo 18º decía:
“El Maestro procurará con su conducta en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos, amor al orden, respeto a la Religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud, y a las ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y luxo en el comer y vestir, y demás necesidades de la vida, y un espíritu Nacional, que les haga preferir el bien público al privado y estimar en mas la calidad de Americanos que de Extranjero”
A los funcionarios de Mauricio Macri que desprecian a la escuela pública y al que entre ellos se animó a confesar su deseo de verla muerta, habrá que hacerles escribir un millón de veces sobre un cuaderno, esa última frase del patriota:“…un espíritu Nacional, que les haga preferir el bien público al privado y estimar en más la calidad de Americanos que de Extranjero”
Para que aprendan, al menos, a respetar la verdadera historia.
El Argentino, lunes 28 de febrero de 2011
El paisaje en las calles y en las plazas, en el transporte y en los barrios, será otro desde hoy. Mucha suerte, entonces, a los pibes y a los maestros. Mucha suerte para todos nosotros, los ciudadanos de a pie que seguimos soñando y peleando por construir una Argentina que se parezca a una escuela justa, digna, inclusiva, bella, con maestros y profesores remunerados como se merecen.
Hoy es bueno recordar el valor que a la escuela pública le dieron los Padres de la Patria.
José de San Martín y Manuel Belgrano alumbraron desde muy temprano el amor y el compromiso con las bibliotecas públicas y con las escuelas.
Hagamos una ronda en el patio escolar o en la mesa familiar para escucharlos.
Decía San Martín: “Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia…Los días de estreno de los establecimientos de ilustración son tan luctuosos para los tiranos como plausibles para los amantes de la libertad”.
El General Belgrano, recompensado por la Asamblea del Año XIII con 40 mil pesos oro, donó íntegramente esa suma para la construcción de cuatro escuelas, en Tarija, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán.
Los unitarios de Rivadavia se encargarían de “extraviar” ese dinero.
Don Manuel Belgrano, decía: “El maestro es un Padre de la Patria y merece en las celebraciones el sitial más destacado en el Cabildo local”
Tal era el valor que confería a los maestros el Creador de nuestra Bandera, el General, el político, el revolucionario Belgrano.
Cuando firmó aquella donación, pidió que se cumpliera un Reglamento de escuelas escrito por él y que en su artículo 18º decía:
“El Maestro procurará con su conducta en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos, amor al orden, respeto a la Religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la virtud, y a las ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y luxo en el comer y vestir, y demás necesidades de la vida, y un espíritu Nacional, que les haga preferir el bien público al privado y estimar en mas la calidad de Americanos que de Extranjero”
A los funcionarios de Mauricio Macri que desprecian a la escuela pública y al que entre ellos se animó a confesar su deseo de verla muerta, habrá que hacerles escribir un millón de veces sobre un cuaderno, esa última frase del patriota:“…un espíritu Nacional, que les haga preferir el bien público al privado y estimar en más la calidad de Americanos que de Extranjero”
Para que aprendan, al menos, a respetar la verdadera historia.
El Argentino, lunes 28 de febrero de 2011
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