lunes, 28 de febrero de 2011

Cuando Kirchner renació en la Patria Grande


La Patria Grande es una construcción hecha con los sueños de nuestros Libertadores.Un proyecto que nació, peleó y fue derrotado en el siglo XIX, que revivió parcialmente en el siglo XX y que hoy alcanza su desarrollo más pleno y duradero.En este mundo en plena convulsión, que la región más rica en recursos naturales y humanos del planeta, la América del Sur, desande sus antiguas divisiones para encarar nuevamente su destino de unidad latinoamericana es, además de un lindo sueño, una construcción política y económica de cara a los años por venir.El nombre propio de este feliz presente lo dan los presidentes de la región que, por primera vez en la historia de estos doscientos años, superan sus diferencias ideológicas con un proyecto continental que los contiene a todos.Kirchner, Lula, Evo, Chávez, Lugo, Mujica, Correa, Piñera, Cristina, Dilma, son los dignos herederos de aquellos Padres primeros.Bolívar, San Martín, Artigas, Perón y otros más.Éste es el contexto de lo acontecido en la semana.Desde la Casa inaugurada en Buenos Aires hasta la culminación de Yaciretá.Y en cada paso renace Néstor Kirchner, en la memoria viva de su pueblo.Ocurre a menudo que para ver el futuro, hay que voltear la mirada hacia atrás.Más lejos o más cerca, las huellas advierten que se ha quebrado el paradigma de la antigua democracia que nos hizo creer alguna vez que bastaba con ponerse el traje de la gobernabilidad y azuzar de vez en cuando con el fantasma de la inflación, para dejar que todo siga igual.Era una democracia descentrada.Para las mayorías populares, las penas del desamparo.Para las minorías del privilegio, ganancias por mercado y por Estado.El nuevo paradigma de la democracia, en cambio, está indicando que la movilidad social ascendente ya es parte vital del paisaje de los argentinos. Y que la centralidad está en su propio pueblo y en los pueblos hermanos de la Unasur.Con sus más y con sus menos, el aumento del empleo registrado, la producción y el consumo, y su contracara, la baja de la desocupación, son elementos constitutivos de un cambio en las relaciones de fuerza de la sociedad.Ya no alcanzan para negarlo las amenazas y desesperanzas de las tapas de Clarín y La Nación, ni la monocorde voz del movilero que transmite en vivo y en directo el crimen de ayer y el adelanto en exclusiva del crimen previsto para el día de mañana, ni los pronósticos agoreros de los políticos de la desesperanza.Porque todo lo que hacen no pasa nunca de ser un destello fugaz y expresión de políticas defensivas, jamás de ofertas alternativas y superadoras.La oposición debería ocupar en el cuadrilátero de la política, el papel del challenger en el box. Debería salir a ganar la iniciativa, mientras el campeón defiende la corona.En la Argentina ocurre todo lo contrario.Es más, los mayores agravios opositores suceden en los momentos que se siente más acorralados y afectados por la profundización del modelo de desarrollo con inclusión social.“Pelean sucio”, dirían en el barrio.El Gobierno, en tanto, no asienta su estrategia en pretender batir a los opositores, sino en favorecer a la tribuna, otorgando derechos conculcados, reparando agravios, viejos como la injusticia, conquistando libertades, construyendo ciudadanía.Claro, si en el camino de avance, el opositor se interpone en vez de boxear hacia el mismo lado de la desigualdad social, provocará el abucheo de la popular.Quizás esta comparación entre deporte y política esté influenciada por el anuncio espectacular de esta semana sobre “Deporte para todos”.La detención de José Pedraza y la reacción corporativa expresada con el paro sindical que en su apoyo ejecutaron sus colegas, es la imagen estropeada de un viejo país desigual, injusto, corrupto, clientelista, que no acierta en su estrategia defensiva, precisamente, porque lo que se movió en caída libre es la estructura herrumbrada de esa vieja democracia, despedida el 25 de Mayo de 2003 por Kirchner.Está expirando, en verdad, una forma de hacer política, en el ámbito que sea. Pero la oposición no lo entiende, como si careciera de la capacidad de transformar sus propias coordenadas para el pensamiento y la acción.Gira en su noria todo el tiempo y cree que está avanzando.¡Después se asombran de las encuestas que ubican allá en lo alto la imagen y la intención de voto a favor de la Presidenta de la Nación!Obvio. Es una consecuencia del camino recorrido por el pueblo y su gobierno y no tan sólo en el plano económico, sino sobre todo, en el de las conquistas ciudadanas.Las recientes denuncias públicas sobre la esclavitud en el trabajo rural, también constituyen una consecuencia de la profundización del modelo gobernante, que cierra heridas en la sociedad y al mismo tiempo, abre puertas y ventanas de la realidad por dolorosa que fuese, sacude las alfombras de los poderosos e impunes y como corresponde en un estado de derecho, los denuncia ante la Justicia.Y ante el pueblo.Si coincidimos en que estamos protagonizando un cambio que avanza desde las capas más profundas del pueblo, ¿cómo se sostiene y se garantiza ese cambio?Creemos que la participación popular, en general, y de la juventud, en particular, están llamadas a seguir siendo el punto de apoyo y la palanca de cambio de los tiempos por venir.Es un rasgo distintivo de esta revolución ciudadana.No son las corporaciones las que explican y sostienen el proceso de cambio.Cuando los sectores más dinámicos de la sociedad participan decididamente y se apropian culturalmente del cambio, ellos son la garantía inapelable para que lo que tenga que ocurrir, ocurra inexorablemente.Cristina habló de estas cuestiones en los últimos días.Su apelación al rol de la juventud y las mujeres, así como la convocatoria a no dejarla sola en su propia fortaleza, está mostrando una mística militante, antes que un rasgo de su gestión presidencial.El cambio existe y seguirá existiendo, si participamos todos.Ésa es, creemos, la sustancia del mensaje a compartir.


Miradas al Sur, domingo 27 de febrero de 2011

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