jueves, 17 de febrero de 2011

El cipayo no es un bicho




Por si les faltara una mancha más, ahora resulta que los opositores al gobierno, los políticos dirigidos por Clarín y La Nación, se declaran desvergonzadamente cipayos.
Como si nos le alcanzara tanto odio reaccionario contra la Presidenta, como si no les bastara ser absolutamente contreras, como si no les avergonzara que no se les cayera ni una idea constructiva, resulta ahora que son lisa y llanamente cipayos.
No vamos a negar que ya lo sospechábamos.
Pero jamás los vimos tan descarada y enardecidamente ponerse del lado de una potencia extranjera, para castigar al gobierno de su propio país.
Cosa vederes, don Arturo Jauretche.
El padre del Pensamiento Nacional nos enseñó que en la vida hay que partir del principio de empezar a ver las cosas desde la perspectiva de nuestra realidad.
“Lo nacional es lo universal visto por nosotros”, decía Jauretche.
Y salía el sol.
Sabemos que toda política partidaria es la expresión de intereses sociales determinados y que no habría que mezclar los caminos de la Patria con los senderos bifurcados de la política.
Primero la Patria.
Pero seremos otro país, más integrado, más maduro, el día que podamos compartir en tiempo y espacio real, la definición que hacen algunos compañeros de ser “oficialistas del modelo, pero no del gobierno”.
Creemos que es acertada como propósito; pero después de leer las declaraciones cipayas de los opositores frente al episodio del avión de los EE.UU. que intentó entrar material no declarado a territorio nacional, concluimos en que el único sostén político e institucional del modelo de desarrollo con inclusión, es el gobierno y el pueblo que lo acompaña. No hay opciones a la vista.
Ser oficialista del modelo es necesariamente ser oficialista del modelo que desarrolla el Gobierno de Cristina; así lo interpreta un pueblo que lo defiende, simple y maravillosamente, porque desde el 2003 vive cada día que pasa, un poco más feliz.
Atendiendo la experiencia histórica, sería hasta peligroso el ejercicio de disociar “la defensa del modelo” con “la defensa del gobierno”.
Se corresponden indisolublemente uno con el otro. Al menos es así en esta etapa.
El día que los dirigentes y los partidos políticos y fuerzas sociales piensen en argentino, actúen en argentino, trabajen en argentino y para los argentinos, podremos decir que este es un país donde hay distintas banderías partidarias, pero eso sí, el modelo nacional y popular es de todos y para todos.
Lamentablemente, el cipayo, como la cigarra, no es un bicho.
Es aquel compatriota opositor que se identifica más con los gobiernos de afuera que con el gobierno democrático de su propio país.

El Argentino, jueves 17 de febrero de 2011

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