viernes, 8 de octubre de 2010

Mambrú se fue a la guerra

El diario La Nación publicó ayer la acostumbrada editorial de una de sus plumas mayores, Mariano Grondona, en la que tortuosamente avisaba que la Argentina estaba viviendo una “guerra civil” y advirtiendo finalmente que “aunque todavía sea incruenta, el empate entre dos fuerzas opuestas y equivalentes que hoy caracteriza a la Argentina (los Kirchner de un lado y los jueces y el Congreso del otro) la volverá en los hechos ingobernable hasta que el pueblo, de aquí a un año, pronuncie su palabra”.

Grondona se sinceró: están en “guerra” contra el gobierno nacional y el sólo reescribe la nueva versión del comunicado 150 a favor del dictador Juan Carlos Onganía.

Sus editoriales, al igual que las de Joaquín Morales Solá o Van der Kooy, parecen una adaptación de los textos en defensa de los genocidas del terrorismo de estado comandados por Videla, Massera y Agosti.

Cierre los ojos un momento e imagínese estas palabrotas llenas de odio en boca de un funcionario del gobierno nacional.

¡Santo dios, sería un escándalo!

No hay que temer nada. Esta vez nadie pisará el palito. Lo diremos una y mil veces, por si no se entiende.

Hay que dejarlos solos, ladrándoles a la luna como lobos que son, solos con sus odios, solos con sus egoísmos, solos con su intolerancia antidemocrática.

Ya no hay lugar para el engaño; tampoco para la inocencia.

La derecha está en operaciones contra la democracia y tira con lo que tiene a mano: con los jueces cautelares, con las editoriales políticas del Grupo Clarín y sus socios, con la invasión de mosquitos, con la conjuntivitis. Todo vale para ellos, a la hora de infundir un miedo capaz de paralizar al pueblo más valiente.

El colmo de la desvergüenza es la ofensa que profieren contra los maestros y las maestras que saldrán el próximo 27 de octubre a realizar el Censo Nacional.

Pobres maestros. Ellos sí que deberían tener miedo de no tener que ingresar al domicilio de Grondona o peor aún, de ese señor Magnetto, comandante en jefe de la oposición del Grupo A y sus adyacencias.

Cuando Néstor Kirchner dice que estamos atravesando un verdadero punto de inflexión, está diciendo que consolidamos y profundizamos las conquistas sociales alcanzadas desde el 2003 a la fecha o vuelven a reposicionarse los mismos que produjeron el desguace del Estado con Carlos Menem, el corralito y el corralón de Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo y Eduardo Duhalde.

De esto se trata.

Hasta el FMI, que cuando habla muestra las hilachas por todos sus costados, no puede ocultar una verdad grande como la vía láctea: el mundo saldrá de la crisis global causada por el neoliberalismo de los países centrales, de la mano de los pueblos y gobiernos de los países emergentes.

Léase el G-77, más China.

Léase el Grupo de 132 naciones de África, Asia, Oceanía y América Latina y el Caribe.

Léase el G77 de las Naciones Unidas que preside Cristina Fernández de Kirchner, es decir la Argentina.

El FMI aceptó resignadamente el pronóstico del crecimiento sostenido de países tan diversos en volumen como Argentina, China, Brasil, Uruguay, pero semejantes en sus modelos de desarrollo, para solicitarles a renglón seguido que acepten las políticas de ajuste que desde hace 40 años propone el organismo.

Las corporaciones económicas y la vieja derecha que la expresa ideológicamente, están más perdidas que turco en la neblina.

Es la primera vez en doscientos años que los poderes económicos más concentrados y especialmente aquellos grupos que impusieron la agenda mediática, están en franca decadencia y sin representaciones creíbles.

Claro, se resisten como gato entre las leñas. Por eso se aferran a las faldas de alguna de las señorías del poder judicial y presentan medidas cautelares para ganar más tiempo.

Pero saben que no pueden detener los vientos de cambios que soplan en América Latina.

Anótelo Mambrú: el único que está en guerra es usted.

El pueblo sólo anhela vivir en paz y en democracia.

Eso sí, el fin de los monopolios tiene fecha de vencimiento

3 comentarios:

Nando Bonatto dijo...

Asi es,como Ud dice y es triste que gente como Pino y Cia ,ciegos de soberbia no puedan entender algo tan simple

Greta dijo...

Excelente Jorge, como siempre.
Escuchar (o leer) a Grondona es sumergirse en una experiencia tóxica: marea, enferma, da náuseas...
No puede creerse tanto odio.
Un saludo amigo.

Anónimo dijo...

que aprendio Pino de sus charlas con Peron?????????????? esto ??????????'