domingo, 31 de octubre de 2010

Kirchner, el Hombre del Bicentenario


Néstor Kirchner acaba de ganar su última batalla.
La batalla que él sabía era la más difícil, la que construye sentido común, la que hace historia, la que tenía más enemigos: la batalla cultural.
Lo hizo a su manera. Con el sacrificio de su propia vida, con épica militante, con multitudes en la Plaza despidiendo al guerrero, con miles de jóvenes cerrando ese circulo en espiral que fuera abierto por aquella gloriosa juventud de los setenta a la que Néstor Kirchner perteneció.
En estos días de duelo e infinito dolor, algo que nos trasciende se terminó de solidificar en la sociedad: una idea de país en serio, una mirada solidaria y colectiva, un proyecto inclusivo, un modelo soberano.
La misma tarde de su muerte, para nuestra columna de “El Argentino”, escribimos una nota titulada “Néstor Kirchner, un imprescindible” que en uno de sus pasajes decía: “Desde la razón y el dolor, con la muerte de Néstor nació el Kirchnerismo, como etapa superior del Peronismo, como punto de unión del campo popular, como síntesis de lo que está llamado a unirse para sostener y profundizar una idea de nación, más justa, inclusiva, democrática y soberana.
El Kirchnerismo como homenaje a quien no vino a la Rosada para durar, sino para cambiar la historia. Y la cambió”
Luego de su publicación, este modesto aporte para un debate más profundo, empezó a hermanarse con otros análisis periodísticos y políticos semejantes y quizás más agudos.
Con pensamiento propio, son muchos los que están madurando algo muy parecido.
Pero no hay certezas de esta presunción.
Porque es posible que esta honrosa página que escribe Kirchner con su muerte, sea una nueva versión del mismo peronismo que él abrazó en la plenitud de su vida.
No habrá que apurarse. La construcción de una nueva identidad popular la construyen los pueblos por derecho propio.
No valen de nada las distintas lecturas que podemos hacer de un fenómeno social como el que la Argentina está viviendo, sino valoramos como debemos hacerlo, este criterio de verdad que le pertenece al pueblo.
El tiempo lo dirá.
En cambio sí aparecen con diáfana claridad algunas certezas que emergen en el escenario y que conmueven la piel política y cultural de los argentinos; a saber:
*La irrupción del pueblo en las calles y en las plazas, con sus consignas y sus canciones, con sus carteles hechos a mano, con sus palabras de aliento a la Presidenta, con su agradecimiento emotivo al líder desaparecido, con su juramento de amor ante el féretro, son la respuesta política masiva, contundente, precisa y más elocuente, a la sarta de miserabilidades que escribió la oposición política y mediática en los últimos días.
La primera certeza a remarcar, entonces, la podríamos resumir diciendo que con la desaparición física de Néstor Kirchner se fortaleció y nutrió, paradójicamente o no, el proyecto nacional y popular que él rescató desde el ejercicio del poder político durante su mandato presidencial y hasta su fallecimiento.
El proyecto de país que gobierna la Argentina sale fortalecido de este trance amargo y va rumbo a su profundización. Ese es el mandato gritado por el pueblo en estos días.
*La otra certeza paradojal es que, al igual que lo anterior, este clamor popular provoca una debilidad infinita de cualquier proyecto opositor. Como si al partir físicamente Kirchner, los que se murieran políticamente fueran los opositores y los grandes medios. No solamente porque les desaparece el polo reverso de sus desvelos. Sino porque es significativo y empieza a ser significante, que al llamado a la capitulación que hicieran el Grupo Clarín y sus respectivos suplementos mediáticos y legislativos del “Grupo A”, la respuesta la brindó el pueblo en esa multitudinaria conferencia de prensa que fue el largo cortejo del adiós a Kirchner.
Los opositores edulcoraron esa presión para cambiar el rumbo (¡y “esos malditos modales kirchneristas”!) con las muestras de “pésames de ocasión”.
“Lágrimas de cocodrilo” dijo José Pablo Feinnman.
“Hipocresía protocolar”, la llamó nuestro colega Ragendorfer.
Desde la orilla institucional del oficialismo, nadie refutó el convite de rendición.
No hizo falta. El pueblo fue el que respondió:
Ahora, más y mejor modelo de país inclusivo, soberano, justo, democrático, progresista, latinoamericanista.
Ahora, más redistribución del ingreso y más voces que expresen el proyecto de país. Ahora, más participación popular y que por sobre todo, se manifestará en un mar inmenso de la nueva generación de jóvenes que, con su militancia, entrarán de lleno al preludio de la etapa de consolidación cultural del proyecto.
Una manera de decir: ahora Cristina, con todo y con todos.
Con Néstor Kirchner se va el último gran muchacho peronista de una generación diezmada. Pero le pasa la posta a Cristina y con ella, renuevan el protagonismo los trabajadores y los jóvenes.
Seguramente Máximo, su hijo y compañero, deberá trasponer el umbral de cualquier pudor para transparentar hacia fuera la responsabilidad política que venía cumpliendo en vida de su padre.
De todos modos, el héroe colectivo que fue el Eternauta Kirchner, plebiscitó estos días a favor de profundizar el modelo y seguir desnudando al verdadero enemigo de los intereses colectivos, tal como se hiciera desde el 2003.
La democracia es el primer piso consolidado de fines del siglo XX.
El modelo de país que construyó Néstor Kirchner y continúa Cristina, está llamado a ser el segundo piso de nuestra identidad como sociedad.
Para garantizarlo, Cristina debería ser la Presidenta de los argentinos por un mandato más. Y en lo inmediato, el Movimiento Nacional y Popular deberá contar con su liderazgo para empezar a llenar la casa vacía que nos deja Néstor con su ausencia.
Es hora de abrir todas las puertas a los que se quieran sumar a la última epopeya nacional vigente.
Sólo entrará el pueblo y sus dirigentes más consecuentes.
Los que ya desertaron, no entenderán jamás las batallas por librar.
No importa. No es para cualquiera la Vuelta de Obligado.


Miradas al Sur, 31 de ocubre de 2010

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