domingo, 17 de octubre de 2010

Un día muy especial

Hoy venimos con un poema de regalo. Es un día muy especial.

Aunque vale una breve aclaración entre sonrisas:

Que el Día de la Madre caiga este año el mismo Día de la Lealtad que celebra el peronismo, no es un capricho de la Presidenta, claro está; pero tampoco es una mera casualidad del calendario.

Prefiero creer que es un gesto de inocente ternura de este destino colectivo que nos une a todos los argentinos. Ese destino que a veces maneja a su propio antojo nuestros hilos. Así es la historia de los hombres y sus misterios.

¿A quién se le ocurriría semejante armonía para un domingo como hoy?

¿O acaso hay un ser en la vida que sea más leal que una madre?

Sólo los pueblos saben construir lealtades de tamaña naturaleza.

Por eso, ahora que hay tanta traición rondando por los aires, hagamos que el mejor antídoto sea este amor hecho lealtad.

Madre coraje. Madre lucha. Madre sola. Madre acompañada. Madre de la Plaza. Madre trabajadora. Madre Tierra. Madre lealtad.

Lo cierto es que este domingo millones de hogares festejarán por partida doble.

O recordarán con nostalgia la presencia ausente. O celebrarán en el patio de la casa como se celebran las fiestas familiares y pueblerinas.

No importa que el egoísmo de algunos empequeñezca el día. No hay que contagiarse de tanto resentimiento que anda suelto por las calles y por los diarios y los noticieros especialistas en tirar pálidas tras pálidas.

Hoy es un domingo muy especial y es por eso que nos merecemos que en su honor, hagamos el milagro de que todo lo demás no cuente nada de nada hasta mañana.

El milagro sólo es posible porque nos volvemos a juntar como en aquellos tiempos donde este pueblo empezó a conocerse a sí mismo, a inventarse la palabra y su propia melodía, a verse en el otro y el otro verse en uno.

Porque eso fue al fin de cuentas el 17 de Octubre.

Entonces dejamos de ser, como decía Scalabrini Ortíz, el hombre que estaba solo y esperando para empezar a vernos como lo que somos, un pueblo, una nación, un sentimiento.

Pero dijimos que veníamos con las alas de un poema en este día.

Y cumplimos convocando a Mario Benedetti diciendo en ese bello poemita al que llamó “La madre ahora:
Doce años atrás / cuanto tuve que irme/ dejé a mi madre/ junto a la ventana/ mirando la avenida/ ahora la recobro/ sólo con un bastón de diferencia/ en doce años transcurrieron
ante su ventanal algunas cosas/ desfiles y redadas/ fugas estudiantiles/ muchedumbres/ /puños rabiosos/ y gases de lágrimas/ provocaciones/ tiros lejos/ festejos oficiales/ banderas clandestinas/ vivas recuperados/después de doce años/ mi madre sigue en su ventana/ mirando la avenida/
o acaso no la mira/ sólo repasa sus adentros/ no sé si de reojo o de hito en hito/ sin pestañear siquiera/ páginas sepias de obsesiones/ con un padrastro que le hacía
enderezar clavos y clavos/ o con mi abuela la francesa
que destilaba sortilegios/ o con su hermano el insociable/
que nunca quiso trabajar/ tanto rodeos me imagino/ cuando fue jefa en una tienda/ cuando hizo ropa para niños/
y unos conejos de colores/ que todo el mundo le elogiaba/mi hermano enfermo o yo con tifus/ mi padre bueno y derrotado
por tres o cuatro embustes/ pero sonriente y luminoso/ cuando la fuente era de ñoquis/ ella repasa sus adentros
ochenta y siete años de grises/sigue pensando distraída/
y algún acento de ternura/
se le ha escapado como un hilo/ que se le ha escapado como un hilo/ que no se encuentra con su aguja/ cómo quisiera comprenderla/ cuando la veo igual que antes/ desperdiciando la avenida/ pero a esta altura qué otra cosa/
puedo hacer yo que divertirla/ con cuentos ciertos o inventados/ comprarle una nueva tele/o alcanzarle su bastón”.

Leímos el poema y es hora irnos tal como vinimos: con el alma en puntas de pie.

Que cada uno celebre como pueda y desee este Día de la Madre y el Día de la Lealtad de un pueblo.

Dos celebraciones que justifican vivir con dignidad.

El Argentino, 17 de octubre de 2010

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