Desde ayer, todos los argentinos estamos conectados por Internet.
Argentina conectada y la TV digital abierta son un salto a la luna, ida y vuelta.
¡Es para festejar!
La presidenta se despachó con la frase de nuestro título de hoy en su Twitter personal y se dispararon todos los pájaros de la imaginación.
En un país donde los lugares comunes, agresivos y crispados de la oposición, ametrallan a menudo contra los espíritus pueblerinos, salir de esa encerrona a través del ingenio y la creatividad desde la máxima investidura de la nación, es una invitación a volar cada vez más alto y más libre.
¡Tomá mate y avivate! Decían en mi pueblo.
Me acordé de un amigo preso durante la dictadura que en las mazmorras de la cárcel de Rawson, un buen día sorprendió a sus compañeros de infortunio con una receta de locos. Literalmente hablando.
Se trataba de esconder el chorizo que una vez por mes entregaba la cocina tumbera acompañando una polenta dura como la piedra. Dejarlo secar durante varias semanas a buen resguardo de moscas, alimañas y especialmente de la requisa del penal. Una vez convertido en algo parecido a un salamín se lo embadurnaba con dulce de leche y… ¡buen apetito, Compañeros!
¡Comete un chorizo con dulce de leche!
Todos rieron socarronamente con el improvisado gourmet. Pero lo cierto es que en una próxima tanda de choris, entre disimulos, cada uno de los presos se guardó el chorizo tumbero en su celda. Lamentablemente no les dieron tiempo para el disfrute porque cayó la requisa a los pocos días y chau chorizo. Se pagó muy cara la inventiva, más propia de Doña Petrona que de presos políticos en desgracia.
Interrogados, nadie quería confesar la receta para no pasar por loco. La cosa se puso muy dura porque los penitenciarios querían investigar si estaban preparando algún arma secreta y poderosa. Nada que ver.
Chocolate, pan y mate, ¡tomá mate y avivate!
Cantan los pibes en la escuela.
Si esa misma canción la cantaban a coro los empresarios que se juntaron este fin de semana en el “Coloquio de Ideas” y en el encuentro de la derecha organizado por Mauricio Macri y el español José María Aznar, hubiesen sido más ingeniosos y simpáticos.
Porque la verdad es que según los testigos, a nadie se les cayó justamente eso: una idea. Repitieron las mismas fórmulas neoliberales de los noventa. Más ajuste, más mercado, menos gasto social, menos Estado.
Con un agravante: están absolutamente disociados psíquicamente. Para decirlo de una manera respetuosa. Leer testimonios de que auguran un final de año exitoso y un 2011 cargado de buenas noticias, de más inversiones y más ganancias pero a renglón seguido juegan apuestas para saber quién va a ser el candidato empleado por ellos para “derrotar a los Kirchner” habla muy mal de la salud mental de algunos de los presentes.
Los políticos opositores que por allí pasaron dieron más pena.
Ernesto Sanz pronosticando que “la caída de Néstor y Cristina Kirchner trae aparejada la caída de Moyano” es de un patetismo ya desenfrenado. De Narváez y Binner compitiendo por el discurso más conservador y reaccionario. Duhalde no quiso participar porque no le dieron el atril que exigía pero llegó a declarar que la Argentina debe mirar a Europa y no al África. No se ría. Lo dijo seriamente. ¿No verá los noticieros que traen las imágenes de Francia, España, Grecia, Alemania, conmocionadas por huelgas y movilizaciones que se resisten al ajuste? ¿O en realidad es eso lo que quiere Duhalde?
Ricardo Alfonsín y Julio Cobos están en plena lucha interna. El motivo ahora es el frustrado y falso proyecto del 82 % para los jubilados. Dan risa los analistas del monopolio mediático aduciendo esa interna “al genio de Kirchner”.
Y hablando de Kirchner, nos vamos con esta definición suya de ayer en el interior bonaerense: “No tenemos una sola gota de odio, de bronca, sólo queremos que Argentina crezca, que los estudiantes puedan construir su futuro, que los trabajadores tengan trabajo y que a los productores les vaya bien porque a los argentinos nos va a ir bien”.
El Argentino, 19 de octubre de 2010
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