domingo, 13 de junio de 2010

¡A gritar gol que se acaba el mundo!

Empezó el Mundial.
Seremos otras personas durante unas cuantas semanas.
Ya ganamos a Nigeria. ¿Ganamos el próximo partido? ¿O empatamos? ¿Seguimos o no seguimos?
Qué nervios. Me corrijo. No somos otros. Somos nosotros mismos a la máxima potencia. No me vengan con llamados a la prudencia, ni la sanata de que “todo no pasa por el fútbol”, ni que “la vida sigue el día después del Mundial”.
Todo ese palabrerío es lo más parecido a las definiciones de la progresía durante el neoliberalismo, como esa de que “se terminaron las izquierdas y las derechas” y se terminaron las antinomias y la lógica binaria de “amigo-enemigo”.
¡Vamos!
O ganamos o perdemos. No hay términos medios. Ni en el fútbol ni en la vida.
Libres o muertos, jamás esclavos. El peronismo será revolucionario o no será.
Patria sí, Colonia no. Liberación o Dependencia. Así se escribió la historia.
Y eso no pasa de moda.
Juega la Selección del Diego y es a todo o nada.
Como la suerte del país.
¿O alguien cree que hay posibilidad de armonía entre los que siguen privilegiando sus ganancias sin límites y los que luchan por un país de iguales?
¡Vamos!
Toma la pelota Carlitos Tévez y va derecho al golazo de la Asignación Universal por Hijo, por una cuestión de pertenencia.
No meterá el gol para que griten los de la Rural o las viudas del Fondo Monetario Internacional.
El Apache, si la clava, la clavará en el ángulo de las injusticias, para que rían de veras las vecinas de la Villa y los pibes se olviden por un rato que hace frío en las escuelas de Macri. No es un gol para cualquiera.
Todo es así en estos días.
Las buenas ondas llevan las de ganar y para asegurarse la victoria, refuerzan la delantera.
En el despacho senatorial de Adolfo Rodríguez Saa se apretujaron días atrás los muchachos de la otra selección. El combinado de los años noventa.
Faltaba el capitán, Carlos Saúl Menem y el equipo estaba completo.
En esa mezcolanza, con De Narváez, Puerta, Solá, Das Neves, Duhalde, la derecha del peronismo jugaba el partido apresurado por el monopolio mediático.
Deben salir a la cancha antes que termine el partido del Bicentenario.
Magnetto no juega ante las tribunas. Son los políticos amigos los que deben salir a jugar. Esa es la urgencia que los aflige en estas horas.
Se olvidaron del marketing “del cambio”, de “lo nuevo”, de “yo tengo un plan”.
Minga. No había nada atrás del decorado. Puro bla-bla.
¿Qué harán con Macri, caído en desgracia como está? ¿Lo llevarán a upa o lo dejarán a un costado del camino, como canta Fito?
Del otro lado, está el pueblo.
La democracia ya está en edad de merecer otras propuestas de amor. Después de los Festejos de la Revolución de Mayo, después de la gloria de tanta multitud reunida, es preciso avanzar con el mandato que proclamó la línea de ataque fulminante de la mejor Selección criolla: Moreno, Belgrano, Castelli.
En el medio, Artigas, Monteagudo, French y Berutti. Y en la defensa, Martín Miguel de Güemes, Juana Azurduy, Tupac Katari y en el arco mayor, José de San Martín.
“Así cualquiera”, dirán.
Pero los partidos hay que jugarlos.
Cuando llegue el invierno, el aire sabrá a primavera y naranjo en flor antes que a frío. Avanzará la verdad sobre Marcela y Felipe. Avanzará la justicia sobre el crimen de Papel Prensa. Avanzará la liberación judicial de la Ley de Medios. Avanzará la televisión digital para todos. En especial para los más humildes. Avanzará la Ciencia y la Tecnología, en este 2010 que es su año. Avanzará el Juicio por el genocidio en Margarita Belén y en Automotores Orletti.
Alguien dirá, no sin razón, que falta mucho por andar. Y es cierto. Pero el rumbo es este. No hay que ceder, ahora que se viene Corea y hay que clasificar de una buena vez. Y llegar a octavos y después a cuartos de final.
Como verán, esta columna se declara apenas una modesta vocecita del rugido de gol nacional y popular.
Vamos Argentina. Vamos América Latina.
El Mundial ya comenzó y hay que salir a ganar.


Jorge Giles. El Argentino, 13 de junio de 2010

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