La interna del partido radical realizada el último domingo dejó un claro resultado, con un gran ganador y un gran perdedor.
Ricardo Alfonsín se impuso sin vueltas en las elecciones bonaerenses del partido centenario. Se lo merece.
Que un político honesto, un hombre afable, se imponga a los aparatos partidarios anquilosados y a los seguidores de un icono de la deslealtad y mascarón del monopolio mediático, es un motivo para celebrar en nombre de la democracia.
El gran perdedor es justamente ese icono, llamado Julio Cleto Cobos.
Sin desmerecer el valor intrínseco de la victoria del diputado Alfonsín, es preciso señalar que el domingo se demostró, una vez más, que los candidatos anotados en primera fila por el poder económico y mediático, para intentar desplazar al actual proyecto gobernante, demostraron tener las manos sucias y los pies de barro.
Por ahora, se quedaron sin candidato presidencial.
Cobos y sus aliados acaban de ser derrotados contundentemente en el principal distrito electoral del país. A remarla ahora.
El resultado de esa elección interna es saludable para oxigenar la democracia en su engranaje básico, los partidos políticos.
Pero además porque este desenlace derrumba la eventual manipulación de un partido representativo por parte del monopolio mediático; por el contrario, lo encauza en la vía de la reconstrucción desde sí mismo.
Al menos, lo deja en condiciones óptimas para poder hacerlo.
Ese será el desafío de los ganadores.
Adversarios, escollos y enemigos estarán a la orden del día para desviar ese camino.
Si la socia privilegiada de Alfonsín es Margarita Stolbizer, por ejemplo, habrá razones para estar esperanzados en esa recuperación. Si por el contrario es Elisa Carrió, el desencanto estará siempre al borde del espacio radical, agudizando sus enemistades internas, tirándole zancadillas al propio Alfonsín y lo que es peor, poniendo ese espacio político al servicio del monopolio.
La fragmentación opositora no termina de agotar su ciclo con este resultado. Empieza una nueva fase, que es distinto.
Las distintas representaciones están en plena etapa de dramática decantación. La prueba está en ese viejo radicalismo que con el invento "no positivo" de Cobos había presumido ser la variante ganadora para el 2011. Ahora deben barajar y comenzar todo de nuevo.
En buena hora que sea así, por la salud del propio radicalismo.
Otro tanto pasa con el “pejota” disidente, que no da pie con bola a la hora de unificar fuerzas y acordar personería electoral.
Todas las mediciones semanales que encargan algunas usinas de esa derecha conservadora no hacen más que deprimir sus propias expectativas.
De Narváez no puede trascender más allá de las líneas bonaerenses, cada vez más escuálidas. Aunque se ponga nervioso.
Eduardo Duhalde no mueve ni un milímetro el amperímetro y apenas da con el perfil para presidir una reunión ampliada en su casa quinta.
Reuteman hace rato anunció que definitivamente se quedó sin combustible y no desea competir electoralmente. Si luego se arrepiente, ese “pejota” se convertirá apenas en una grúa arrastrando la candidatura del ex corredor santafesino.
¿Leyó lo que pasó ayer en Alemania?
Léalo, pero no tenga miedo. Estamos en la Argentina.
El gobierno de Angela Merkel recortó sueldos, dispuso el despido de 10.000 empleados públicos, canceló todas las líneas de crédito para la producción y el empleo y anuló la Asignación Universal por Hijo.
Ahí está. Ese es un “país serio”, según el "grupo A". Y no como el nuestro que ayer celebró el Día del Periodista con una nueva Ley de Medios de la Democracia, secuestrada por la justicia procesista pero a punto de ser liberada, con vigencia absoluta de la libertad de expresión, sin persecuciones ni censura, con nuevas inversiones en la producción industrial como la anunciada por la Presidenta y con el imperio mediático por primera vez en la historia acorralado por quienes sólo buscan la verdad.
Este Día del Periodista, la palabra liberada la tuvo el pueblo.
Jorge Giles. EL Argentino, 8 de junio de 2010
http://www.elargentino.com/nota-93972-De-ganadores-y-perdedores.html
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