domingo, 31 de mayo de 2009

¿QUÉ PARTE DEL "NUNCA MÁS" NO ENTENDIERON?

Grupos minoritarios identificados con la oposición y la patronal rural, atacaron físicamente al Gobernador Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires y nuevamente, al Diputado Agustín Rossi en Santa Fe.
Así no va. Si no tienen propuestas ni coraje cívico para debatir democráticamente, no los reemplacen con huevazos ni agresiones físicas. Eso se llama fascismo, acá y en cualquier país del mundo.
Hay que pararlos ahora antes que sigan escalando en su beligerancia antidemocrática. Los huevos, las piedras, las rastras no entran por la boca de las urnas.
Tendrán que convencerse que el pueblo argentino recuperó la democracia de la garra de los dictadores hace 26 años y lo hizo para siempre.
¿Qué cosa no entendieron del “Nunca más”?, como reza un cartel de la juventud.
Persisten en una intolerancia rayana con el crimen.
Para colmo, ensayan por estos días una nueva versión de la “teoría de los demonios”.
Critican tibiamente a los ruralistas agresores, pero condenan con toda dureza a las víctimas de aquellas agresiones.
Flor de vivos los opositores, en especial los que estaban acostumbrados a usar al Estado a su antojo total, desde Martínez de Hoz en más.
Para ellos tiene más culpa el funcionario agredido que los cobardes agresores.
Cuando secuestraban niños, trabajadores, estudiantes, en tiempos de la dictadura, seguramente repetirían esa retahíla inhumana del “por algo será”.
No son hechos aislados. Habría que remontarse a la silbatina violenta contra el Presidente Ricardo Alfonsín en la Sociedad Rural, las declaradas armas escondidas que llevaban a los piquetes rurales en las rutas, según Alfredo De Angeli, el desabastecimiento y el desgaste al gobierno democrático confesado por Eduardo Buzzi, el dialogo protogolpista de Hugo Biolcatti, presidente de la Rural, con Mariano Grondona, los ataques reiterados a los Diputados nacionales Cantero en Córdoba, Aignasse en Tucumán, Agustín y Alejandro Rossi en Santa Fe, Patricia Vaca Narvaja, los insultos reiterados ante las visitas de la Presidenta a distintos lugares del interior del país.
Hay más, pero estos ejemplos valen como botón de muestra del caldo de cultivo que los incuba.
Es tiempo de democracia. Es tiempo de confrontación de ideas. Es tiempo de decirle la verdad a un pueblo que sólo busca construir su propio modelo de país.
¿Quiénes son los violentos en esta historia? ¿Los que gobiernan todos los días y muestran lo que hacen sin agraviar a nadie? ¿O violentos son los que ofenden la investidura oficial que, guste o no guste, es una institución de la República y por tanto pertenece a todos los argentinos?
Hay un programa tradicional de almuerzos televisivos que causa indignación por el nivel de agresividad con que tratan a cualquier invitado del oficialismo. Son monárquicos absolutistas en su manejo despótico y racial de la palabra.
¿No saben guardar respeto por las buenas costumbres ni a la hora de compartir una mesa con invitados?
Menos mal que el sistema democrático goza de buena salud al punto de ser capaz de tolerar y encauzar estos desmadres violentos. Es una buena noticia para la democracia.
Nadie podrá decir que este gobierno responde con el “ojo por ojo, diente por diente”.
Al contrario, el modelo nacional y popular que gobierna, acusó la afrenta invitándolos a reencauzar el diálogo democrático. Pero eso sí, hay que aislar a los violentos, a los soberbios, a los reaccionarios, a los que apelan a los piedrazos porque ya no tienen cuarteles para golpear las puertas.

El Plan de Viviendas del Banco Hipotecario anunciado por la Presidenta es un éxito social para compartirlo generosamente por toda la ciudadanía. Es para estar esperanzados con ese solo dato y con el que indica que el consumo interno creció más de un 20 % respecto al año anterior. ¿Por qué la agresión entonces?


¿Quizás por que ahora las encuestas coinciden en que la lista encabezada por Néstor Kirchner ganará por una marcada diferencia en la provincia de Buenos Aires y que en la ciudad de los porteños, Carlos Heller avanza vertiginosamente en las preferencias electorales?
Todos deberíamos aprender a valorar y cuidar la democracia que supimos conquistar a costa de tantos dolores. Más allá, incluso, de las próximas elecciones.
Sólo aprendiendo a convivir y compartir civilizadamente, desterraremos el odio que aún perdura en algunas minorías.






(Jorge Giles- El Argentino. 31.05.09)

2 comentarios:

Ester Lina dijo...

Es cierto. Y las entidades no se hacen cargo. Más justifican y echan culpas, que repudian la violencia.
Los medios lo simplifican, como el rechazo a los candidatos. Acaso... ¿Todos los rechazan? ¿Cuántos acompañan las decisiones de Gobierno? Esas cuestiones las resuelve la vida en democracia. Pero los que escrachan, y también los que ejercen violencia verbal, no cuidan la democracia, ni la institucionalidad, ni las campañas de los otros. Un ejemplo, es que los ruralistas no confían ni en sus propios candidatos, que están inscriptos en numerosas boletas.
Me encantó lerr este blog... está buenísimo... yo hablé de lo mismo en el mío, pero acá se expresa mejor...
Saludos

Horacio Ricardo Palma dijo...

Giles se olvidó de Delía y de los patoteros de Moreno, con Acero Cali a las patadas...je Giles no es ningún fin para justificarse.
Cómo se entiende el asesinato de Juan Barrios o de Cristina Viola en la "recuperación de la democracia"?...
Abrazo