Las agresiones contra el Gobernador Scioli y el diputado Rossi, son la expresión más retrógrada de un sector social minoritario, violento y autoritario. Así es el fascismo. A las ideas contrarias, responden sólo con violencia. ¿O no actuaron así a lo largo del conflicto de las patronales rurales contra el Gobierno?
Esos violentos perdieron la brújula cuando perdieron el control arbitrario del Estado en favor de sus intereses económicos. Agreden, precisamente, porque se muestran impotentes ante un modelo de desarrollo inclusivo que tiene como eje la redistribución equitativa del ingreso. No lo pueden tolerar, quienes siempre se creyeron los dueños exclusivos de un modelo de país para unos pocos.
Deberían aprender a convivir en democracia.
Las fuerzas políticas de derecha que los representan, la Coalición civica radical de Carrió y Stolbizer más el Pro de Michetti y De Narváez, atizan en cada discurso de campaña un anacrónico gorilismo que termina por ser un verdadero caldo de cultivo de conductas reaccionarias que tanto daño hicieron en este país.
En lugar de condenar sin ambigüedades estos ataques, hoy declaman una nueva versión de la “teoría de los dos demonios”.
Critican tibiamente la agresión de los ruralistas, pero condenan duramente a quienes resultan ser las victimas de la agresión. Es una vieja manera de justificar la violencia con la letanía cruel del “por algo será”, repetida durante la dictadura.
Conforman así, un coro de exegetas del viejo modelo de acumulación primaria, sin valor industrial agregado, sin trabajadores, sin producción nacional, sin mercado interno, que para hacerse notar, siguen convocando a los peores fantasmas del pasado.
No es ocioso recordar que el Gobierno jamás utilizó la represión estatal para impedir los innumerables cortes de rutas.
Habrá que estar muy atentos para evitar por todos los medios cualquier provocación.
Cierta derecha es experta en provocar violencia cuando quiere reconfigurar el cuadro de situación política. Así en el campo como en la ciudad.
Es posible que la intolerancia de estos sectores minoritarios se mantenga en tanto los indicadores nacionales sigan mostrando el crecimiento de la intención de voto para el oficialismo. “No hay que pisar el palito”, debería ser la consigna de los sectores democráticos.
La trepada de Carlos Heller en las encuestas, estaría indicando que los porteños entienden que en su ciudad, también compiten dos modelos de país. El que representa el macrismo y Prat Gay por un lado y el que encabezan Heller y Tito Nenna por otro.
La tarea entonces, es defender entre todos el derecho del pueblo a elegir su destino, en paz y en democracia.
Esos violentos perdieron la brújula cuando perdieron el control arbitrario del Estado en favor de sus intereses económicos. Agreden, precisamente, porque se muestran impotentes ante un modelo de desarrollo inclusivo que tiene como eje la redistribución equitativa del ingreso. No lo pueden tolerar, quienes siempre se creyeron los dueños exclusivos de un modelo de país para unos pocos.
Deberían aprender a convivir en democracia.
Las fuerzas políticas de derecha que los representan, la Coalición civica radical de Carrió y Stolbizer más el Pro de Michetti y De Narváez, atizan en cada discurso de campaña un anacrónico gorilismo que termina por ser un verdadero caldo de cultivo de conductas reaccionarias que tanto daño hicieron en este país.
En lugar de condenar sin ambigüedades estos ataques, hoy declaman una nueva versión de la “teoría de los dos demonios”.
Critican tibiamente la agresión de los ruralistas, pero condenan duramente a quienes resultan ser las victimas de la agresión. Es una vieja manera de justificar la violencia con la letanía cruel del “por algo será”, repetida durante la dictadura.
Conforman así, un coro de exegetas del viejo modelo de acumulación primaria, sin valor industrial agregado, sin trabajadores, sin producción nacional, sin mercado interno, que para hacerse notar, siguen convocando a los peores fantasmas del pasado.
No es ocioso recordar que el Gobierno jamás utilizó la represión estatal para impedir los innumerables cortes de rutas.
Habrá que estar muy atentos para evitar por todos los medios cualquier provocación.
Cierta derecha es experta en provocar violencia cuando quiere reconfigurar el cuadro de situación política. Así en el campo como en la ciudad.
Es posible que la intolerancia de estos sectores minoritarios se mantenga en tanto los indicadores nacionales sigan mostrando el crecimiento de la intención de voto para el oficialismo. “No hay que pisar el palito”, debería ser la consigna de los sectores democráticos.
La trepada de Carlos Heller en las encuestas, estaría indicando que los porteños entienden que en su ciudad, también compiten dos modelos de país. El que representa el macrismo y Prat Gay por un lado y el que encabezan Heller y Tito Nenna por otro.
La tarea entonces, es defender entre todos el derecho del pueblo a elegir su destino, en paz y en democracia.
(Jorge Giles- Miradas al Sur, 31.05.09)
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