Los opositores empezaron sus respectivas campañas electorales. Expusieron un discurso que se muestra inalterable con el paso del tiempo. Se muestran tal cual son, con sus verdaderos rostros, pese a las máscaras que visten para la ocasión.
La palabra es así. Te eleva o te hunde. Te acaricia o castiga. Pero eso sí, como es generosa, más tarde o más temprano te devuelve con creces cada vocablo, cada oración, cada sentencia. ¿Sabe por qué? Por que no se habla en soledad, sino en sociedad.
Los opositores terminan siendo y haciendo todo lo malo que endilgaron a los candidatos oficialistas. Es lo que comúnmente se dice “el pez por la boca muere”.
Veamos algunos ejemplos transcurridos en las últimas horas.
Gabriela Michetti, la candidata porteña de la dupla De Narváez y Mauricio Macri, se despachó con que el Gobierno nacional tiene “secuestrados a los porteños y avasalló a las instituciones desde el Congreso de la Nación”. Todo un botón de muestra de lo que se denomina campaña sucia y que sigue así:
El referente duhaldista “Chicho” Basile, que lleva al genocida Luis Patti de candidato, calificó de “insano” a Néstor Kirchner.
Eduardo Mondino, candidato del gobernador cordobés Schiaretti, dijo que “hay que meterle una trompada a los Kirchner”.
Francisco De Narváez señaló que hay que mandar de vuelta a El Calafate al ex presidente Kirchner mientras su socio, Mauricio Macri, declaró que “era un mentiroso”.
¿Quiénes son los crispados entonces? ¿El gobierno o ellos?
Elisa Carrió presentó a sus candidatos del Acuerdo de derecha que conformó con los radicales, desandando “el asco” que declaró sentir por este tipo de alianzas hace un par de meses atrás. Fue un acto con toda la liturgia de un radicalismo que se cuelga desvergonzadamente de glorias pasadas que, además, nunca fueron tales.
El frío discurso del ex funcionario de la banca Morgan, Alfonso Prat Gay, sinceró que el próximo 28 de junio la meta es la derrota del actual modelo de inclusión social que conduce la Presidenta de la Nación. Anótelo para no olvidarse después.
Hay más, pero alcanza con estas citas para reafirmar algunos conceptos.
Los opositores deberían demostrar que si hoy están unidos electoralmente, no lo están sólo por conveniencia. Muestran capacidad de daño, pero no se muestran muy afectos para levantar ladrillos que ayuden a una construcción colectiva y solidaria.
Es el caso testigo de la dupla De Narváez – Felipe Solá.
Hasta no hace mucho tiempo atrás, ambos protagonizaron peleas encarnizadas por cuestiones de fondo. Hoy están juntos y la ciudadanía merece, por respeto, saber por qué hay que creer ahora en ellos. Saber por ejemplo, por qué De Narváez se presentó hace apenas dos años diciendo que era cabeza de “mi espacio Unión Popular es un frente independiente de centro derecha”, según dijo textualmente, y hoy es parte de un espacio partidario, no independiente, sino claramente duhaldista y menemista.
La oposición está en la cancha. El partido comenzó. Pero ya sabemos con claridad qué es lo que buscan. Ya no lo disimulan y es bueno que así sea. Buscan, ni más ni menos, que desandar todas las conquistas logradas en estos últimos años. Ayer lo dijeron con toda elocuencia. Quieren derrotar este modelo de redistribución del ingreso. Y para lograrlo van con los patrones rurales en sus listas, con millonarios y banqueros. Allí la vimos a Carrió y Stolbizer defendiendo sin ruborizarse a la dirigencia de la Mesa de enlace. Se mostraron profundamente reaccionarios en cada discurso. Vienen por la revancha. Por fin reconocieron que es el modelo lo que los perturba.
En la otra orilla del mapa político, Néstor Kirchner anduvo esta vez por la populosa y humilde Matanza, entre los abrazos de una multitud que se fue sumando en las calles al ritmo de su paso.
“Mejor que decir es hacer”, pensó, mientras transmitía con emoción, el saludo de su esposa, la Presidenta de todos los argentinos, que denunciaba por la noche a los “gobiernos tornillos”, esos que, como en los tiempos del menemismo y la alianza radical, ajustaron para abajo y aflojaron para arriba.
La palabra es así. Te eleva o te hunde. Te acaricia o castiga. Pero eso sí, como es generosa, más tarde o más temprano te devuelve con creces cada vocablo, cada oración, cada sentencia. ¿Sabe por qué? Por que no se habla en soledad, sino en sociedad.
Los opositores terminan siendo y haciendo todo lo malo que endilgaron a los candidatos oficialistas. Es lo que comúnmente se dice “el pez por la boca muere”.
Veamos algunos ejemplos transcurridos en las últimas horas.
Gabriela Michetti, la candidata porteña de la dupla De Narváez y Mauricio Macri, se despachó con que el Gobierno nacional tiene “secuestrados a los porteños y avasalló a las instituciones desde el Congreso de la Nación”. Todo un botón de muestra de lo que se denomina campaña sucia y que sigue así:
El referente duhaldista “Chicho” Basile, que lleva al genocida Luis Patti de candidato, calificó de “insano” a Néstor Kirchner.
Eduardo Mondino, candidato del gobernador cordobés Schiaretti, dijo que “hay que meterle una trompada a los Kirchner”.
Francisco De Narváez señaló que hay que mandar de vuelta a El Calafate al ex presidente Kirchner mientras su socio, Mauricio Macri, declaró que “era un mentiroso”.
¿Quiénes son los crispados entonces? ¿El gobierno o ellos?
Elisa Carrió presentó a sus candidatos del Acuerdo de derecha que conformó con los radicales, desandando “el asco” que declaró sentir por este tipo de alianzas hace un par de meses atrás. Fue un acto con toda la liturgia de un radicalismo que se cuelga desvergonzadamente de glorias pasadas que, además, nunca fueron tales.
El frío discurso del ex funcionario de la banca Morgan, Alfonso Prat Gay, sinceró que el próximo 28 de junio la meta es la derrota del actual modelo de inclusión social que conduce la Presidenta de la Nación. Anótelo para no olvidarse después.
Hay más, pero alcanza con estas citas para reafirmar algunos conceptos.
Los opositores deberían demostrar que si hoy están unidos electoralmente, no lo están sólo por conveniencia. Muestran capacidad de daño, pero no se muestran muy afectos para levantar ladrillos que ayuden a una construcción colectiva y solidaria.
Es el caso testigo de la dupla De Narváez – Felipe Solá.
Hasta no hace mucho tiempo atrás, ambos protagonizaron peleas encarnizadas por cuestiones de fondo. Hoy están juntos y la ciudadanía merece, por respeto, saber por qué hay que creer ahora en ellos. Saber por ejemplo, por qué De Narváez se presentó hace apenas dos años diciendo que era cabeza de “mi espacio Unión Popular es un frente independiente de centro derecha”, según dijo textualmente, y hoy es parte de un espacio partidario, no independiente, sino claramente duhaldista y menemista.
La oposición está en la cancha. El partido comenzó. Pero ya sabemos con claridad qué es lo que buscan. Ya no lo disimulan y es bueno que así sea. Buscan, ni más ni menos, que desandar todas las conquistas logradas en estos últimos años. Ayer lo dijeron con toda elocuencia. Quieren derrotar este modelo de redistribución del ingreso. Y para lograrlo van con los patrones rurales en sus listas, con millonarios y banqueros. Allí la vimos a Carrió y Stolbizer defendiendo sin ruborizarse a la dirigencia de la Mesa de enlace. Se mostraron profundamente reaccionarios en cada discurso. Vienen por la revancha. Por fin reconocieron que es el modelo lo que los perturba.
En la otra orilla del mapa político, Néstor Kirchner anduvo esta vez por la populosa y humilde Matanza, entre los abrazos de una multitud que se fue sumando en las calles al ritmo de su paso.
“Mejor que decir es hacer”, pensó, mientras transmitía con emoción, el saludo de su esposa, la Presidenta de todos los argentinos, que denunciaba por la noche a los “gobiernos tornillos”, esos que, como en los tiempos del menemismo y la alianza radical, ajustaron para abajo y aflojaron para arriba.
(El Argentino. 13.05.09)
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