Hoy estará Néstor Kirchner en la ciudad de La Plata presentando oficialmente la lista electoral que encabeza junto a Daniel Scioli.
Si las tareas de gobierno se lo permiten, allí estará también, acompañándolos, Cristina Fernández de Kirchner.
No faltarán ni las Abuelas ni las Madres que acostumbran estar en momentos cruciales para la suerte del país de los argentinos.
Allí estarán los Intendentes y los Concejales que decidieron sumarse a esta patriada en defensa de un modelo de nación.
Estarán los militantes de antes y los de la nueva generación. Todos procurarán estar presentes.
Es la conducta genética del movimiento nacional y popular. Acudir al llamado, no borrarse, no especular, sino por el contrario, jugarse hasta el final, salvándose con todos y no en soledad.
Los que crecieron arriesgando solamente las acciones de sus empresas en la timba financiera; los que nacieron en el egoísmo de una cuna de oro; los herederos del despojo de la tierra nuestra; los que arriesgan el cuero y la piel solamente en una cama solar, esos, jamás podrán entender el valor de la gesta y la épica militante.
Seguirán creyendo que la historia llegó a su fin con Fukuyama.
Son los que alientan un republicanismo sin república, una nación sin pueblo, una sociedad sin patria. Conciben a las instituciones como un mobiliario barnizado con el sudor de la frente ajena. Son los desamparados de Menem y De la Rúa.
En cambio, para la orilla popular, las instituciones de la democracia son la fuente inagotable que permite tener más trabajo y producción, más educación, más soberanía.
Por eso los opositores no pueden entender el valor del testimonio, de aquellos que en su memoria llevan el desgarro de la compañera y del compañero desaparecidos, asesinados, torturados, presos, exiliados, perseguidos por dar, acertada o equivocadamente, testimonio de su compromiso con los más humildes.
Allí, en La Plata, andará Evita con su eterno ejemplo, luminosa por los siglos de los siglos, como la más bella síntesis que nos legó esta historia que aún está inconclusa. Hay que recuperar las calles nuevamente para reclamar que se vayan todos los intolerantes, los que vaciaron la política de contenido, de sustancia humana, de proyectos, de utopías. Hay que aferrarse fuerte al timón de mando para que nunca más se desvíe esta barca que nos pertenece a todos. Al laburante, al profesional, al cooperativista, al artista, al campesino, al empresario nacional, al que se siente pueblo en el lugar más lejano de la patria.
Allí estará esta tarde Néstor Kirchner anunciando a propios y extraños, que esta vez no podrán pasar fácilmente. Es mucho lo recorrido en estos seis últimos años, pero muchísimo más lo que falta para ser felices en un país que lo tiene todo para serlo.
En la voluntad, en las victorias, en las derrotas y en la memoria colectiva, reside la sabiduría que hace fuerte a un pueblo.
En la mística que atravesó Los Andes, con San Martín enfermo y con llagas que dolían a cada paso de mula. Al General le dolía mucho más la Patria que su propio cuerpo.
La mística que enarboló Manuel Belgrano creando escuelas y batiendo al colonialista como pudo y supo, a los ponchazos. La de Mariano Moreno encendiendo su lámpara para iluminarnos para siempre este camino. La de José Gervasio Artigas, otro padre de la Patria Grande de los argentinos. La de Don Hipólito Irigoyen abriendo las puertas del siglo XX al movimiento nacional para que pase Perón con sus descamisados y la justicia social, mutilada después por los dictadores y sus secuaces cívicos.
Todo está cargado en la memoria, como dice el Maestro León Gieco.
Con el último voto contado en la noche del 28 de junio, el mundo sabrá que esta nación quiere ser primavera y no quiere dar ni un paso atrás en su destino de libre, justa y soberana, democrática y solidaria.
En eso andará pensando esta tarde Néstor Kirchner, mucho más ahora que la oposición sinceró su afán golpista, una vez más.
Como si no aprendieran todavía que esta democracia que supimos conseguir, le pertenece al pueblo, al que tendrán que respetar de una vez y para siempre.
(El Argentino. 14. 05.09)
Si las tareas de gobierno se lo permiten, allí estará también, acompañándolos, Cristina Fernández de Kirchner.
No faltarán ni las Abuelas ni las Madres que acostumbran estar en momentos cruciales para la suerte del país de los argentinos.
Allí estarán los Intendentes y los Concejales que decidieron sumarse a esta patriada en defensa de un modelo de nación.
Estarán los militantes de antes y los de la nueva generación. Todos procurarán estar presentes.
Es la conducta genética del movimiento nacional y popular. Acudir al llamado, no borrarse, no especular, sino por el contrario, jugarse hasta el final, salvándose con todos y no en soledad.
Los que crecieron arriesgando solamente las acciones de sus empresas en la timba financiera; los que nacieron en el egoísmo de una cuna de oro; los herederos del despojo de la tierra nuestra; los que arriesgan el cuero y la piel solamente en una cama solar, esos, jamás podrán entender el valor de la gesta y la épica militante.
Seguirán creyendo que la historia llegó a su fin con Fukuyama.
Son los que alientan un republicanismo sin república, una nación sin pueblo, una sociedad sin patria. Conciben a las instituciones como un mobiliario barnizado con el sudor de la frente ajena. Son los desamparados de Menem y De la Rúa.
En cambio, para la orilla popular, las instituciones de la democracia son la fuente inagotable que permite tener más trabajo y producción, más educación, más soberanía.
Por eso los opositores no pueden entender el valor del testimonio, de aquellos que en su memoria llevan el desgarro de la compañera y del compañero desaparecidos, asesinados, torturados, presos, exiliados, perseguidos por dar, acertada o equivocadamente, testimonio de su compromiso con los más humildes.
Allí, en La Plata, andará Evita con su eterno ejemplo, luminosa por los siglos de los siglos, como la más bella síntesis que nos legó esta historia que aún está inconclusa. Hay que recuperar las calles nuevamente para reclamar que se vayan todos los intolerantes, los que vaciaron la política de contenido, de sustancia humana, de proyectos, de utopías. Hay que aferrarse fuerte al timón de mando para que nunca más se desvíe esta barca que nos pertenece a todos. Al laburante, al profesional, al cooperativista, al artista, al campesino, al empresario nacional, al que se siente pueblo en el lugar más lejano de la patria.
Allí estará esta tarde Néstor Kirchner anunciando a propios y extraños, que esta vez no podrán pasar fácilmente. Es mucho lo recorrido en estos seis últimos años, pero muchísimo más lo que falta para ser felices en un país que lo tiene todo para serlo.
En la voluntad, en las victorias, en las derrotas y en la memoria colectiva, reside la sabiduría que hace fuerte a un pueblo.
En la mística que atravesó Los Andes, con San Martín enfermo y con llagas que dolían a cada paso de mula. Al General le dolía mucho más la Patria que su propio cuerpo.
La mística que enarboló Manuel Belgrano creando escuelas y batiendo al colonialista como pudo y supo, a los ponchazos. La de Mariano Moreno encendiendo su lámpara para iluminarnos para siempre este camino. La de José Gervasio Artigas, otro padre de la Patria Grande de los argentinos. La de Don Hipólito Irigoyen abriendo las puertas del siglo XX al movimiento nacional para que pase Perón con sus descamisados y la justicia social, mutilada después por los dictadores y sus secuaces cívicos.
Todo está cargado en la memoria, como dice el Maestro León Gieco.
Con el último voto contado en la noche del 28 de junio, el mundo sabrá que esta nación quiere ser primavera y no quiere dar ni un paso atrás en su destino de libre, justa y soberana, democrática y solidaria.
En eso andará pensando esta tarde Néstor Kirchner, mucho más ahora que la oposición sinceró su afán golpista, una vez más.
Como si no aprendieran todavía que esta democracia que supimos conseguir, le pertenece al pueblo, al que tendrán que respetar de una vez y para siempre.
(El Argentino. 14. 05.09)
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