La Presidenta hizo oír su voz en medio del último ataque
opositor mediático, judicial, económico y partidario; y cada cosa volvió a su
lugar.
No dejó nada sin responder. Al pan, pan y al vino, vino.
Hay otra respuesta posible al odio de los opositores en una
poesía de Mario Benedetti, “Por qué cantamos”. Hoy queremos rescatarla en este
enero que prepara sus mejores galas para esperar a nuestra Fragata Libertad.
Ellos, los de Clarín, la Sociedad Rural y la justicia auto-acuartelada
nos prefieren tristes de toda tristeza, cabizbajos y melancólicos, derrotados
para siempre.
Sus fieles, los que estacionan en TN y en Clarín apuntando
compañeros, los que componen el coro desafinado de adulones del poder, los de la
derecha y los de la progresía juntos, los que perdieron el alma hace mucho
tiempo, los quebrados en su voluntad de cambio, nos prefieren solemnes,
edulcorados, sin tanto chori ni tinto, sin tantas canciones de amor, sin tanto
pueblo, sin demasiada memoria.
“Si cada hora vino con su muerte, si el tiempo era una cueva
de ladrones, los aires ya no son tan buenos aires, la vida nada más que un
blanco móvil y usted preguntará por qué cantamos...”
Esta rabia opositora no hace más que demostrar que la
memoria del pueblo ha ganado la partida y que la alegría va ganando una batalla
cultural que será muy larga.
No confundirse en la caracterización de esta etapa crucial
de la historia, implica saber que el cínico barullo que armaron por una
actividad de fin de año en la ex Esma y la cautelar a favor de Clarín y la
Rural, son medidas defensivas del poder monopólico y corporativo.
Mientras van retrocediendo en su capacidad de impunidad, se
muestran tal cual son y fueron siempre. Y ese también es un avance de la historia:
que muestren la hilacha miserable de su trama y que se aprecie así el poder
autoritario que disparan desde los
bolsones de resistencia que le quedan en el poder judicial.
Antes lo hacían en nombre de “la república”.
Ahora que se quedaron al desnudo y a la vista de todos, lo
hacen tan solo en nombre de sus privilegios.
“Si los nuestros quedaron sin abrazo, la patria casi muerta
de tristeza y el corazón del hombre se hizo añicos antes de que estallara la
vergüenza. Usted preguntará por qué cantamos...”
Por eso, como dice Cristina, seguiremos cantando allí donde
la vida se impuso a la muerte y al olvido.
“Cantamos porque el río está sonando y cuando el río suena,
suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene
nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo y porque algún futuro
y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos
quieren que cantemos”
El Argentino, lunes 7
de enero de 2013
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