domingo, 20 de enero de 2013

La Argentina ya eligió su lugar en el mundo




La presidenta y su comitiva culminan exitosamente en estas horas con el último punto de la hoja de ruta que los llevó a Emiratos Árabes Unidos, Indonesia y la República Socialista de Vietnam.
Vuelven con las alforjas llenas de convenios de intercambio y cooperación económica y comercial; con acuerdos de inversión por miles de millones de dólares y con encuentros presidenciales, ministeriales y empresariales comprometidos.     
Cuando Cristina emprende estas giras se tiene la percepción que es la Argentina la que sale con ella a ampliar sus fronteras en el mundo. A diferencia de aquellas otras que los funcionarios realizaban antes del derrumbe del 2001 y 2002. 
Comparemos esta gira presidencial con el pasa sombrero de Rajoy ante Ángela Merkel y el FMI  y el hurto a los bolsillos de los pasajeros del subte de su correligionario local, Mauricio Macri.   
Son expresiones de dos modelos y actitudes tan antagónicas que ayudan a dimensionar el volumen y la calidad de la presencia argentina allí donde el mundo está apostando al trabajo, a la producción y al consumo masivo como fuentes de reactivación de la economía global.
Unos salen a mendigar más leña para el fuego que incinera a sus pueblos.     
La Argentina, en cambio, sale a ofrecer sus productos, a venderlos e intercambiarlos y a consolidar las relaciones de respeto mutuo y soberano con los países que hoy constituyen la locomotora de la economía mundial.
Este sur del mundo, tan lejano y tan cercano, no atraviesa por la misma crisis que azota a Europa, sino que está en franco desarrollo y crecimiento, si se analiza el largo plazo. Es así como se deben analizar las cosas y no en el vaivén de las bolsas diarias y el “riesgo país” que imponen las “consultoras de riesgo” que, sabemos, no son más que la fachada del capitalismo parasitario y financiero que empujó al viejo mundo a esta situación caótica que atraviesan.   
Como en todo desarrollo, desigual y combinado, los aciertos del proyecto de país que lidera Cristina desnudan la mediocridad del abanico opositor.
Cristina está en el siglo XXI  mientras que los sujetos políticos que encarnan ese arco viven, piensan y hablan como si estuvieran aún en el siglo pasado. Han renunciado a hacer política desde que estalló el sistema político en el 2001 y siguen abrazados a los leños del naufragio del país que fue. Por eso la crisis que sufren es terminal.
Como en una noria de ficción dan vueltas y vueltas sobre ejes falsos que nada tienen que ver con la realidad de la gente. Si el capitalismo europeo no tiene salida apostando a los mismos remedios financieros que los llevó a este trance, los opositores locales corren igual suerte si siguen creyendo que el jabón no es jabón, sino queso.
Los días de enero fueron testigos de los peores dislates cometidos por el estado mayor de esa oposición, o sea, por el Grupo Clarín.
“Se fueron de mambo” dicen en el barrio.
Ya no multiplican un mismo crimen durante cinco días seguidos. No les alcanza. Entonces instalan un crimen de hace cinco años como si fuese hoy, faltando no sólo a las más mínimas normas éticas del periodismo, sino lo que es peor, al elemental deber humano de respetar el dolor ajeno. Lo mismo sucedió con una fotografía en el Chaco, tomada y publicada hace tres años y mágicamente, repetida hoy.
Son capaces de todo. En un año donde las urnas decidirán democráticamente la marcha de los argentinos, habrá que estar atentos con lo que hagan y dejen de hacer. 
La desesperación es mala consejera, siempre. La oposición, colonizada por el poder económico mediático, seguirá el mismo derrotero.
Es necesario analizar en profundidad esta coyuntura donde el mundo y una época están cambiando.
Cuando el neoliberalismo secuestró la política y el concepto de Geopolítica tan valorado en otros años, sólo se habló de manera playa de “las relaciones internacionales” y de “la inserción en el mundo”. Y el mundo eran ellos, los que ejecutaban el sometimiento impuesto desde el Consenso de Washington.
Así, la tierra volvió a ser plana y los del norte mandaban a los del sur y los del sur no podían comunicarse entre ellos sin pedir permiso al norte.
Al colapso del equilibrio bipolar le sucedió el mundo unipolar; y a la crisis unipolar que perdura, le sucede esta búsqueda multipolar que estamos transitando.
La Geopolítica volvió porque el cambio sucedió, la tierra volvió a ser redonda y los países del sur se empiezan a encontrar entre ellos.  
Este es un signo vital del cambio de época que habrá que entender en toda su dimensión para advertir hacia dónde va el mundo en el siglo XXI.
Cuando Cristina dice en Indonesia que la crisis global continuará y que algunos líderes de los llamados países centrales no entienden esta encrucijada de la historia, está señalando dos aspectos constitutivos de una crisis estructural: su permanencia en el tiempo y el vasto alcance de la incertidumbre en esos países.
La crisis estructural se identifica por su síntoma más elocuente: la bifurcación del sistema-mundo, afirma Immanuel Wallerstein. Toda la estructura social, económica, política, cultural entra en crisis. Y es esa situación la que impacta sobre las instituciones y los Estados y también en el microcosmos de las personas.
No es que la democracia sea sinónimo de conflictividad, como a veces se escucha decir. Es la crisis estructural de la sociedad la que genera, cuando llega a su punto de bifurcación, dos opciones para definir el mundo que vendrá. 
Esas opciones responden a su vez a bloques de poder que disputan la dirección de los vientos: o nos alineamos con un mundo que está naciendo desde el sur del planeta, desde América Latina y el Caribe, China, India, Indonesia y los países africanos o   volvemos al viejo esquema colonial del centro y la periferia, del norte que manda y crece y el sur que obedece y empobrece.
O tenemos Estado para el conjunto de la sociedad o Estado para las minorías del privilegio.
El momento es apasionante.
Tranquilos. La Argentina ya eligió su lugar en el mundo.    

Miradas al Sur, domingo 20 de enero de 2013


foto:  La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner exhibe una de las cerezas exportadas desde la Patagonia a Abu Dhabi y que se sirvieron como uno de los postres en el almuerzo que el Presidente de los Emiratos, Khalifa Bin Zayed Al Nahyan, ofreció en honor de la mandataria Argentina



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