El proyecto
de país inclusivo no descansa. La presidenta, tampoco.
Recibió a
la Fragata Libertad y de allí partió a la Casa Rosada a presidir el múltiple
acto de ayer.
Anunció nuevas
inversiones en la construcción de los ferrocarriles urbanos utilizados por millones
de pasajeros y brindó los últimos datos que demuestran el constante crecimiento
de nuestra economía.
De paso, le
pidió a Macri que se preserven los viejos y bellos vagones de la Línea A del
subte, que no suba más las tarifas y que antes de hablar en público, estudie su
historia familiar vinculada a la deuda externa.
Es evidente
que el proceso de cambio que vive América Latina ha entrado en una etapa de
movilización activa.
Así ocurre
en Argentina, en Ecuador, en Venezuela, en Bolivia, en Brasil y en todos los
pueblos que vienen transformando las viejas estructuras del privilegio para
consolidar un nuevo proyecto inclusivo en nuestras naciones.
Lejos de
dormirse en los laureles, los gobiernos de la región ganan las calles convocando
multitudes.
En la
diversidad cultural de la Patria Grande bulle la historia decidida a no dejar pasar
esta oportunidad que construyeron con voluntad y sacrificio nuestros pueblos.
Ese es el rasgo más importante de nuestra común identidad.
Allá está
la Venezuela de la revolución bolivariana del Presidente Chávez reafirmando su rumbo.
Y aquí está
la Argentina del proyecto nacional, popular y democrático de la Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner que hace un mes reunió medio millón de personas
en la Plaza de Mayo para nutrir una democracia decidida a dejar atrás la etapa
de gobiernos tutelados por los monopolios y que ahora cumple con el compromiso
de traer a la patria a nuestra Fragata Libertad sin hocicar ante los fondos
buitres ni ante los caranchos locales, como expresó Cristina en Mar del Plata.
Los
adversarios y opositores, en tanto, son la contraparte de esa identidad.
Mientras
los gobiernos cumplen estrictamente con las leyes como es su deber republicano
y se muestran tolerantes, pacientes y
generosos con una oposición siempre furiosa, ésta ha optado por atarse
definitivamente al carro decadente de los viejos poderes.
Las bochornosas
declaraciones de Binner y de Macri condenando el acto patrio con el que se recibió
a la Fragata el 9 de enero son una prueba.
No fueron
al acto; fueron mucho más lejos: Macri reclamando que paguemos a los fondos
buitres y Binner confesando que su ejemplo de república es Ghana, el país
africano que retuvo nuestro Fragata.
Binner afirmó,
además, que Chávez “no puede asumir si no jura” aunque lo diga la Corte
venezolana.
Dios nos
libre y nos guarde de estos personajes del pasado.
El Argentino viernes 11 de enero de 2013
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