Comenzaré
diciendo que hubo una vez en la Argentina una generación que fue diezmada por
amar a la patria y a su pueblo. Esos pibes y pibas de entonces, allá lejos y
hace tiempo, admiraban la lucha del heroico pueblo vietnamita; tanto que uno de
ellos, llamado Rodolfo Walsh, se enojaba
de buen modo por que se conocía más de la guerra de Vietnam que del Chacho
Peñaloza y de cuando las montoneras gauchas ataron sus caballos a la Pirámide
de Mayo.
Comenzaré
diciendo que en 1975 Vietnam ganó finalmente la guerra a los EE.UU., la mayor
potencia militar y económica del mundo. A fuerza de pasión, de inteligencia, de
patriotismo y de coraje, esa guerrilla al
mando de Ho Chi Minh y el general Van Giap derrotó primero al colonialismo
francés y luego al imperialismo yanqui.
Comenzaré
diciendo que una militante de aquella generación diezmada en la Argentina es
hoy la presidenta del país, como antes lo fue su compañero, Néstor Kirchner.
Esa mujer está volviendo de Vietnam. Luego de rendir homenaje frente al
busto de Ho Chi Minh, la presidenta dijo: “Una siente que la historia la roza
como una leve brisa”. De esas emociones que tocan el centro del corazón, está
volviendo Cristina.
Vuelve de
los túneles vietnamitas al fragor cotidiano de lidiar aquí con los que ni
siquiera saben administrar un subterráneo urbano.
Comenzaré
diciendo que a la hora del balance de la gira, la presidenta mostrará los acuerdos
de inversión productiva y comercial que estableció con los poderosos inversores
reunidos con ella y su comitiva en los Emiratos Árabes Unidos; presentará los
convenios de intercambio económico con el mayor país del sudeste asiático que
es Indonesia, con sus más de 240 millones de habitantes; y finalmente expondrá
su paso por Vietnam.
Comenzaré
diciendo que la mayoría de los argentinos siente orgullo de su presidenta.
Por que
milita la política de cooperación con los países que hoy lideran la economía global,
como China, Indonesia, India y la América Latina, con la misma pasión con que milita
la memoria de los pueblos que buscan vivir en paz, con inclusión social y
justicia, con soberanía y con la esperanza puesta en que otro mundo es posible.
Comenzaré
diciendo que en Vietnam, Cristina unió la figura heroica de Ho Chi Minh con la
de nuestros libertadores. Y uno cae en la cuenta que ya completamos el círculo
primero que inició Néstor Kirchner el 25 de Mayo de 2003. Y que Walsh sonreirá
desde algún lugar del cosmos viendo que los argentinos, a través de su
presidenta, reivindican la historia de Vietnam y aprenden a unir al Tío Ho con
el Chacho Peñaloza, con San Martín y Belgrano.
Comenzaré
diciendo, que ahora viene lo mejor.
El Argentino, lunes 21 de enero de 2013
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