Lo que
parecía imposible, sucedió.
La historia
dirá que un pueblo se reencontró ayer definitivamente con sus compatriotas de
uniforme.
Está
pasando aquí, en la Argentina, al sur de la América Latina más profunda.
Lo hicieron
posible 200 mil argentinos en el acto, 500 mil desde la costa y varios millones
desde sus casas dando la bienvenida a la Fragata Libertad,
A la patria
se la quiere o no.
Se la
siente o no.
A veces se
la sufre, se la extraña y se la sueña. A veces se la llora.
Y otras
veces, como ahora, se la celebra con todas las banderas desplegadas.
“La patria
es un peligro que florece” supo decir Leopoldo Marechal.
Hoy es una
risa de pibes en el patio de la escuela, un abrazo que crece a la hora de
encontrarnos en familia, una emoción compartida, una canción popular que vuela bajo
el cielo marplatense saludando a la Fragata y recordando a Néstor Kirchner
cuando con Chávez y Lula dijeron No al ALCA en este mismo lugar.
La patria
no es una mercancía que se vende o se alquila, ni tiene carné partidario.
Pero los
que estuvieron ayer se hicieron cargo de la patria, que es otra cosa.
La
explicación la deben dar los ausentes, no los que pusieron el cuerpo.
La patria
no se merece el desprecio de los fondos buitres ni de sus portavoces locales.
Hay que
decirlo sin caer en el juego de la provocación antinacional que está en
operaciones: ayer fuimos testigos de qué cosa es la patria y qué cosa es la
antipatria.
Y qué cosa
es el amor y qué cosa es el odio.
La
oposición, de la mano del Grupo Clarín, perdió ayer la oportunidad histórica de
reencontrarse con la política, con la gente, con la patria y sus emblemas más
significativos como la Fragata Libertad.
Venían de
proponer pagar a los fondos buitres; después no aceptaron la invitación
presidencial de concurrir a la bienvenida y por último, protestaron por TN
contra el acto patrio de ayer en Mar del Plata.
No todo da
igual en la vida. Por eso no es comprensible ninguna actitud antipatriótica.
Que estuvieran
presentes las Madres, las Abuelas de Plaza de Mayo y los Hijos de aquellos que
fueron desaparecidos por los que mancillaron el honor del uniforme militar,
como Astíz, no deja lugar a excusa alguna que pretenda explicar la ausencia
opositora ni la vergonzosa transmisión que hicieran los medios del Grupo de
Magnetto.
Ya está.
Nada ni
nadie podrán empañar la dignidad y la soberanía defendida con uñas y dientes
por un pueblo y su Presidenta.
Ayer se
derrotó a los fondos buitres, a la resignación y al pasado más triste de los
argentinos, de un solo plumazo nacional, popular y democrático.
Por eso hoy
más que nunca, como dijo Cristina: Patria sí, colonia, no.
El Argentino, jueves 10 de enero de 2013
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