Todo ocurre en simultáneo.
La realidad no acostumbra a brindar tregua cuando la historia sopla fuerte.
La Presidenta viajó a Chile consolidando la unidad regional y el apoyo a nuestra soberanía en las Islas Malvinas.
La Cancillería anunció rigurosas medidas en custodia de nuestra soberanía nacional en el Atlántico Sur. Se accionará penalmente contra las empresas que, con complicidad de Gran Bretaña, violan nuestros recursos petroleros en Malvinas.
Chubut y Santa Cruz le retiraron a Repsol-YPF la concesión de áreas petroleras.
Diputados dio media sanción a la Reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, lo que permitirá promover la inversión genuina en el país.
Mauricio Macri encabeza junto al ex presidente español José María Aznar un encuentro internacional de la derecha conservadora.
El FMI cerró sus puertas en la Argentina.
Clarín y La Nación disparan munición gruesa contra el gobierno nacional dejando en el aire un olor a fascismo y antisemitismo.
Resuenan todavía los ecos del fallo de la Corte Suprema en defensa de la vida de las mujeres violadas.
La lista alcanza para darnos cuenta que la democracia argentina está perforando las cuencas más profundas del sentido de sabernos patria, sabernos nación y sabernos pueblo con mayor inclusión y justicia social.
De estas profundidades saldrán reservas políticas, morales y culturales para varias generaciones futuras, no sólo para las presentes.
Si unimos imaginariamente una por una las cuentas del collar de noticias iniciales será fácil advertir, si es que prima la honestidad intelectual, que el gobierno consolida y profundiza el rumbo iniciado en el 2003 y que la oposición política y mediática, no da pie con bola.
El monopolio de los grandes medios sigue cumpliendo ese rol. Pero a falta de propuestas alternativas a las del gobierno, se dedican a lo que mejor saben hacer: tiro al blanco contra la esperanza colectiva.
Si el nazi Goebbels decía “miente, miente, miente que algo quedará”, esos medios gatillan desde sus editoriales diciendo “pegá, pegá,pegá que alguien caerá”.
Dos reflexiones finales a modo de preguntas:
1.- ¿La disputa es entre el gobierno y Clarín como dicen los opositores? ¿O sigue siendo entre los monopolios y el sistema democrático?
2.- ¿Hay que responder permanentemente las provocaciones facciosas? ¿O mejor acentuar los logros alcanzados por el pueblo y su gobierno?
Pensamos que la democracia es incompatible con el pretendido dominio de los monopolios.
Y que hay que responder una por una esas agresiones, pero sin caer en ninguna provocación. La iniciativa política la tiene el gobierno democrático.
Y además, hace rato nos hemos ganado el derecho a ser felices.
El Argentino, viernes 16 de marzo de 2012
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