La caravana oficial detuvo su marcha a poco de salir del Congreso rumbo a la Casa Rosada.
Ella bajó del automóvil presidencial y se abrazó largamente con quienes estaban allí desde muy temprano. La llamaban por su nombre los hombres y mujeres que estiraban sus brazos y sus manos para acariciarla, tocarla, saludarla. Esa mujer venía de hablar 3 horas y 20 minutos ante la Asamblea Legislativa Nacional. Pero tuvo ganas y fuerzas para caminar unos cuantos metros saludando a su pueblo.
Su mirada tenía un destello de tristeza. El rimel corrido por las lágrimas surcaba por su cara y sin embargo sonreía y decía “gracias” una y mil veces.
“La pude tocar” gritaba emocionada una muchacha que estaba a nuestro lado.
Esa mujer de pueblo, querida por su pueblo, parecida a su pueblo, es la Presidenta de los argentinos.
Y en un momento así quizá se entienda mejor la etapa histórica que vivimos.
Adentro del Congreso quedaron sus palabras como si fueran luces alumbrando el camino colectivo, sin dejar de mirar por el espejo retrovisor el infierno tan temido que dejamos atrás, gracias a la pericia del anterior conductor, Néstor Kirchner.
En el alborozo de la calle la gente repetía y opinaba lo que había escuchado.
El argentino, cuando recupera la política para sí, tiene conciencia de sí y habla como ningún otro, analiza, debate, se ríe, putea, se vuelve a reír.
La política es una fiesta cuando está en manos del pueblo.
La unidad nacional, la causa Malvinas y el Gaucho Rivero, Dardo Cabo y Arturo Illia, el Crucero “General Belgrano”, el bochorno de Macri con los subtes, el homenaje a las víctimas de la Estación Once, Baltazar Garzón, la responsabilidad de las empresas mineras, los nuevos derechos sociales y el código civil, una economía que no para de crecer y distribuir, el repudio a Videla y el homenaje a Kirchner, los palos en la rueda, los monopolios y la agenda política, combustibles, el paro docente y el avance educativo, el campo y la cosecha récord, las inversiones, Aerolíneas Argentinas, los trenes, la salud…hacerse cargo siempre, aún cuando el alma a veces tira para atrás.
Allá va la Presidenta, dejando su mensaje entre nosotros.
“¿Cómo es eso de la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central para que garantice más a la economía real?” pregunta alguien del montón.
“Eso es hacer política con poco ruido y muchas nueces”, le responde otro.
“Estamos transformando el país de hecho, pero no plasmándolo en el plexo normativo y lo que estamos haciendo es ponerle fin a la convertibilidad, hacer que el Banco Central preserve el valor de la producción y la economía real”, dijo Cristina.
O sea.
Seamos libres, que lo demás no importa nada.
El Argentino, viernes 2 de marzo de 2012
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