La
recuperación nacional de YPF encendió nuevas luces en el escenario político.
Semejante
decisión estratégica de la Presidenta, necesariamente impacta sobre la
Argentina en su tramo democrático, económico y energético y lo que es más
importante, nos renueva el sentido de sentirnos patria en pleno siglo XXI.
Ya nada
será igual de aquí en más. Ya no seremos iguales que el día anterior al 16 de
abril de 2012.
¿Acaso
somos los mismos que hace 9 años? ¿Acaso el clima en las calles y en los paseos
públicos es el mismo que cuando humeaban los restos del incendio del 2001 y
2002? ¿Acaso el horizonte sigue en un plano inclinado y las incertidumbres
superan al puñado de certezas que anima el porvenir? ¿Acaso somos los mismos después
de la Asignación Universal por Hijo y el Matrimonio igualitario y la Ley de
medios y la recuperación del ahorro nacional y del Banco Central? ¿O acaso aún miramos
con vergüenza y temor a nuestros hijos pensando que ellos vivirán peor en el
futuro?
No estamos
hablando sólo de las estadísticas que demuestran la irrefutable vuelta del
trabajo, la educación, la producción, la soberanía, el consumo interno.
Hablamos de
esos cambios casi imperceptibles que suceden en la conciencia histórica de una
sociedad.
Estamos
viviendo un proceso político que, lejos de envejecer, se rejuvenece con el paso
del tiempo.
El ciclo
histórico que se inició en el 2003 no agota sus reservas; al contrario, las
renueva paso a paso.
En este marco
la irrupción comprometida de los jóvenes vino para quedarse. Ese es el dato
esencial para entender la etapa que vivimos después de la dictadura
cívico-militar y de su ocaso final en estos años kirchneristas.
El ex jefe
de los genocidas, Videla, acaba de confesar que hubo un plan sistemático de
desapariciones y crímenes durante el terrorismo de estado y que se ilusionaban
con un triunfo electoral de Duhalde para obtener otro indulto y que el gobierno
de los Kirchner fue lo peor que les pasó.
Está
diciendo: “quisimos vaciar la cabeza de los jóvenes por varias generaciones y perdimos”.
Antes desde los cuarteles y luego con sus “amigos” de la democracia.
El
kirchnerismo, expresión de la rebeldía contra la exclusión social y contra la
dependencia de la política a los poderes fácticos, convoca justamente por eso a
los jóvenes y se hace cargo de las asignaturas pendientes del Estado que otros
políticos de la democracia no cumplieron.
Interesante
verlo así, desde esta perspectiva, para dimensionar el verdadero significado de
la recuperación nacional de YPF.
Aunque por
izquierda o por derecha algunos desangelados pretenden ponerle precio a la
empresa para cerrar la ecuación costo-beneficio de la extraordinaria decisión
de la Presidenta.
Como si el
alma de un pueblo pudiera tasarse cual una mercancía.
YPF es a la
energía lo que Malvinas es al territorio conculcado por el colonialismo.
Ese es su
valor real. Garantiza el combustible para las máquinas pero también para la
autoestima de un pueblo que sigue sufriendo el bombardeo constante de los
grandes medios para que baje la guardia, se entristezca y no crea en nada ni en
nadie.
Y
fracasaron. Por eso desesperan los dueños del poder económico mediático
concentrado de Clarín y La Nación de los Mitre.
Fracasaron con
la operación que pretendió llenarnos de
miedo y extorsionar y chantajear a los partidos políticos de la democracia.
Perdieron.
Cuando la
UCR, Solanas y el FAP dieron a conocer su decisión de apoyar la vuelta soberana
de YPF, se hizo trizas aquel intento.
YPF, como
Malvinas, concita la unidad casi total de los argentinos. Y decimos casi
porque, inversamente proporcional al robustecimiento del sistema democrático, produjo
el aislamiento absoluto del PRO con Mauricio Macri a la cabeza, con sus idas y
vueltas, según le marquen las encuestas.
Quedaron
solos ladrándole a la luna.
A grandes
medidas, grandes consecuencias.
Visto está
que la Argentina anota en el haber un apoyo interno y latinoamericano tan
elocuente que supera con creces los ataques desaforados de Clarín y de la
derecha europea.
Las
inversiones extranjeras siguen viniendo, la unidad latinoamericana expresada en
los pronunciamientos de partidos políticos, legisladores y gobiernos de toda la
región se siguió manifestando y el acompañamiento popular en la Argentina es
más que elocuente. Ese es el terreno seguro que debemos pisar cuando arrecian
los ataques virtuales desde el poder.
Sabemos que
Europa vive la más feroz crisis política, económica y social en más de un
siglo. Ni siquiera es comparable a la que sufrieron los pueblos del viejo
continente después de la Segunda Guerra. Entonces había razones para vivir,
había una mística y una misión que cumplir, reconstruyendo el Estado, ladrillo
por ladrillo. ¿Y ahora qué?
Pero como
el huevo de la serpiente anida en estas crisis, muchas de las empresas
transnacionales esperan la ocasión para dar un renovado zarpazo extractivo a la
América Latina, rica en agua, en petróleo, en gas, en litio y otros minerales.
Ante esos
peligros hay que estar atentos.
¿Cómo? Rodeando
al Gobierno y en particular a Cristina.
La
movilización y acto del próximo viernes 27 de Abril en Vélez serán una
excelente oportunidad para expresar la energía que emana de la unidad política
alcanzada en la Argentina.
Con la militancia
en las calles, la palabra implacable de Axel Kicillof ante el Senado de la Nación encontrará ese justo
marco que sólo saben desplegar los jóvenes, siempre demonizados por el viejo
poder, cuando deciden reinventar la democracia en cada etapa histórica.
Lo están
haciendo ahora cuando las ceremonias de la vieja política colapsan en el templo
mayor de la democracia representativa.
Es ahora
que la política escribe sus propios argumentos. Y ese fue el plus de la brillante
exposición de Kicillof.
La esencia
sigue siendo un proyecto político, nacional y popular, que es joven por donde
se lo mire.
La
democracia, con YPF recuperada, inaugura nuevas ceremonias que son profundamente
culturales y descamisadas.
Por eso hay
fiesta en las calles.
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