domingo, 15 de abril de 2012

América: de aquí hasta el cielo, ida y vuelta


Que la tierra gira alrededor del sol, lo sabemos.

Que la luna gira alrededor de la tierra, también.

Pero América Latina en este siglo XXI ¿hacia dónde gira? ¿Alrededor de quién o de quiénes? ¿De la vieja Europa? ¿De los Estados Unidos?

¿O vuelve a girar después de 200 años, alrededor de sí misma?

La VI Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias nos abre una ventana para observar la nueva ley de gravedad que rige en esta parte del mundo.

Un ciclo de la historia continental habrá terminado definitivamente cuando apaguen la luz del salón y los presidentes se retiren a un merecido descanso.

El mundo ya no es lo que fue en 1994 cuando a instancias de los EE.UU. se realizó la Primera Cumbre, en Miami.

El neoliberalismo atravesaba entonces su hora de gloria.

Cuando estamparon su firma los mandatarios americanos comprometiéndose a conformar la Asociación de Libre Comercio de las Américas (ALCA), batían palmas en los albañales financieros del mundo desarrollado.

Pero algo les salió mal.

Algo muy profundo no fue advertido a tiempo y provocó que la súper nave ALCA se estrellara contra las escolleras de Mar del Plata una década después.

Todo estaba bajo control. La formula era ideal y seductora: el fin de la historia y una democracia formal con absoluta libertad de mercado.

¿Qué falló entonces?

Hace 17 años se firmaba en Miami el siguiente párrafo:

Una economía mundial en crecimiento aumentará también nuestra prosperidad interna. El libre comercio y una mayor integración económica son factores clave para elevar el nivel de vida, mejorar las condiciones de trabajo de los pueblos de las Américas y proteger mejor el medio ambiente.

Por consiguiente, decidimos iniciar de inmediato el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas en la que se eliminarán progresivamente las barreras al comercio y la inversión. Asimismo, resolvemos concluir las negociaciones del ALCA a más tardar en el año 2005”.

El tiro les salió por la culata: la economía mundial entró en bancarrota, no hubo prosperidad sino empobrecimiento de la población en Europa y en los EE.UU., la desocupación alcanza allí cifras trágicas y el ambiente está más amenazado que nunca por las grandes potencias.

Sin embargo y pese a lo alarmante de esta descripción, nada es más grave para el viejo poder hegemónico que la recuperación de la autoestima de los pueblos y gobiernos latinoamericanos y caribeños, base de su crecimiento económico y político.

Allí está la clave para entender este cambio de época.

Aquel viejo poder dominante no leyó correctamente la irrupción de Kirchner, de Lula y de Chávez y luego de Cristina, Dilma, Mujica, Correa, Lugo y Evo como emergentes de un movimiento sísmico producido en las entrañas de los pueblos de América.

Eso fue lo que pasó y sigue pasando en nuestro continente.

Eso explica que en América del Sur hoy se discuta la nueva matriz energética que asegure el porvenir para la historia que aún nos falta escribir. Y que Cuba esté sentada en el digno lugar que le corresponde por derecho propio. Y que de sur a norte los monopolios mediáticos se batan en retirada ante las nuevas leyes de la democracia. Y que la causa Malvinas se haya convertido en el pulso cardíaco de la unidad latinoamericana.

Haciendo visera con la mano para ver más lejos, del otro lado del mar veremos las profundas grietas y derrumbes que se producen en toda Europa. Y si nos paramos sobre un taburete, como aconseja Serrat, veremos despertar a un gigante tan viejo como nuevo: China.

Ya estamos viviendo en otro mundo.

Pese a este extraordinario avance en las relaciones de fuerza, favorables a nuestra región y a la disputa por el sentido común y a la hegemonía de un modelo de Estado a favor de los intereses de los pueblos y las naciones, aquí nadie goza del derecho al reposo del guerrero ni a dormirse en los laureles ni a permitir que la pereza o la tristeza lo encuentre desprevenido.

Multiplicar y organizar siguen siendo la tarea.

La batalla continuará mientras el mundo se divida entre justos e injustos, entre ricos que lo tienen todo y pobres que no tienen nada, entre los que honran la memoria colectiva y los que apuestan al olvido para obtener otro indulto a sus condenas.

Es así porque en el origen de nuestras fortalezas está nuestro talón de Aquiles.

Y ese origen somos nosotros mismos, los pueblos y gobiernos de América Latina.
Cristina representa la voluntad política de tirar abajo los últimos escombros de aquella democracia formal que nos impusieron durante décadas, para seguir construyendo una democracia verdadera, con inclusión y justicia social.

Esta rebeldía, propia de los pueblos que luchan por una democracia plena, es la que sigue asentando su domicilio en la Casa Rosada.

Cuando los pueblos se deciden a ser libres, como ahora, logran la maravilla épica de unir en un mismo momento y lugar la vanguardia con la retaguardia. No hay tutía entonces. No habrá muro de los lamentos. Dependemos de nosotros mismos desde el día que Kirchner jugó con el bastón presidencial entre sus manos.

La oposición de la corporación mediática, en tanto, quedó al desnudo sobre el campo de batalla. Están en bolas y a los gritos.

Por eso se presentan como corresponsales de la derecha colonial española, del colonialismo inglés y de los fondos buitres. No tienen espacio para travestirse como lo que fueron antes, demócratas de opereta.

Por eso no dudan en resucitar a Carrió y al mismísimo Videla con sus confesiones de muerte.

Por eso disparan contra Cristina, a veces a mansalva y a veces a distancia, tirándole a Boudou o al que le toque en suerte.

Por la misma ventana donde comprobamos que la América Latina gira sobre su propio eje soberano, también podremos ver en el cielo la titilante luz de una nueva estrella: “Anadiego” es su nombre, en homenaje a nuestra compatriota Ana Teresa Diego, desaparecida por el terrorismo de estado amparado por La Nación y Clarín.

Mientras ella brilla en lo alto, Videla se arrastra con sus odios por debajo de la vida.

Como verán, el mundo cambió en serio.

Miradas al Sur, domingo 15 de abril de 2012

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